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Pamela Palencia Activista y actriz

«Muchos que se creen progresistas son antifeministas»

Pamela Palenciano. | | LP/DLP

Vivió una experiencia traumática de joven. ¿Cuándo fue consciente de que su novio la violó?

La primera vez me violó a los 13 años, pero me di cuenta a los 21, cuando Maricarmen, mi psicóloga, me pidió escribir una carta-relato contando «mi primera vez» y el titular fue: Mi novio me violó con todo el amor del mundo. Ella fue clave para entender que lo que me había pasado no era por ser muy joven, por ser de un pueblo de Jaén o por venir de una familia de clase obrera, sino por ser mujer. De hecho, la parte del monólogo que más me quiebra la voz es cuando hablo de la violación. No porque recuerde la mía —a nivel terapéutico tiene su sitio— sino porque me llegan mensajes a diario de chicas violadas por sus parejas y de forma múltiple.

¿Por qué decidió contar su experiencia subida en un escenario y llevar su pieza de teatro a los institutos?

Porque un día sufrí un ataque de rabia brutal. ¿Por qué no me habían contado esto antes en el instituto? Maricarmen me propuso que lo hiciera yo a través de una exposición fotográfica y, en la Universidad de Málaga, una profesora de instituto me pidió que fuera a ver a sus alumnos. Me daba vergüenza, pero me presenté ante 30 adolescentes. A los 12 minutos rompí a llorar y no pude continuar. Poco a poco, el proyecto se transformó en un taller. Luego, en El Salvador, descubrí que con el teatro podía contar mi historia sin tanto dolor. En 2012, el taller se convirtió en un monólogo y en 2019, el pedagogo Dario Vantancoli me redirigió hacia la versión actual.

Su proyecto cumplirá pronto 20 años. ¿En todo este tiempo la reacción del público ha ido variando?

¡Muchísimo! Hay cosas en común en Cádiz, Navarra, El Salvador o Nicaragua, como que las chicas suelen identificarse a la primera y reconocen la violencia que están enfrentando. A ellos, el monólogo les incomoda, pero a más de uno le cala y entiende que la masculinidad que está construyendo es dañina. He sido testigo de una evolución hacia arriba y ahora veo como está bajando.

¿Por qué está bajando?

La gente cree que Vox es el único responsable porque siembra la duda de que el feminismo es un chiringuito que no tiene que existir y afirma que estamos discriminando a los hombres, pero el antifeminismo no solo viene de la ultraderecha porque no son tantos. Muchos que se creen progresistas y antiespecistas son antifeministas. ¿Cómo se come eso? Hay comunidades autónomas que tienen programas de prevención de la violencia de género desde hace tiempo y allí también está calando ese discurso. Hace un mes, una chica se levantó y me gritó: «Me estás adoctrinando».

¿Quiénes se sienten más molestos viéndola adoptar los roles del maltratador y la maltratada?

La convención teatral que establezco es la incomodidad porque desmontó el discurso de un sistema en el que parece natural que las diferencias biológicas entre hombre y mujer se conviertan en desigualdades. Los más incómodos son los chicos. Ataco la masculinidad hegemónica y en la adolescencia ellos se esfuerzan en vestir, caminar, hablar y comportarse como el modelo que yo digo que mata, viola, humilla y les hace daño porque les impide ser vulnerables. No digo cómo tienen que ser, sino que piensen cómo no deberían de ser. Me sorprende que solo se vea un ataque al modelo masculino cuando al femenino también lo hago trizas. Pongo a las tías de tontas y ninguna se ha enfadado. Eso es un buen termómetro.

A raíz de una actuación en Linares, en 2019, donde tres chicos terminaron abandonando el auditorio, recibió una querella de la Asociación de Hombres Maltratados y el pasado 15 de septiembre tuvo que declarar en el juzgado. ¿Cómo se sintió?

Tuve que defender 18 años de trabajo. De ese monólogo nunca ha habido quejas. Los profesores me felicitaron por la habilidad pedagógica de invitarlos a salir del auditorio y me felicitó la Concejalía de la mujer de Linares. ¿Por qué ese vídeo se ha hecho viral en TikTok? Porque el pasado 25 de mayo la diputada de Vox Alicia Rubio lo sacó de contexto para decirle a Ayuso que en Madrid hay «basura ideológica». Ese fragmento fue una diana política entre Vox y el PP.

También la han amenazado, incluso de muerte, en las redes sociales. ¿Tiene miedo?

Las amenazas se concentraron entre el 25 de mayo y el 15 de septiembre de 2021, que fue cuando recogí la querella en el juzgado. Después han dejado de molestar. No hay que ser muy listo para ver de dónde venían. Ahora estoy más tranquila, pero he estado aterrorizada. He vivido ocho años en un país como El Salvador y nunca he sentido el pavor que he tenido aquí. No porque fueran a matarme, sino porque el discurso de odio ha crecido tanto que cualquier día cualquiera te pega un puñetazo en la calle, sale corriendo y no pasa nada. Pero esta campaña no les va a salir bien. No me van a callar.

«Ataco la masculinidad hegemónica, pero también hago trizas el modelo femenino»

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¿Se ha planteado dejar de representar No solo duelen los golpes?

Ahora no, pero durante el tiempo que tuve miedo pensé en volver a El Salvador, dejar el monólogo de golpe o trabajar en otras cosas, pero pasaron los meses y me dije que lo dejaría cuando yo lo decidiera. Ahora bien, ¿será una razón para tomar una decisión? Sí, porque el nivel de daño generado en mí y en mi familia te lleva a pensar que no merece la pena trabajar así. No quiero ser ni mártir ni heroína de ninguna causa.

Hay quien le reprocha un exceso de adoctrinamiento que no debería darse en centros educativos públicos. ¿Qué les dice?

¡Que no estoy adoctrinando a nadie, estoy desmontando la doctrina que existe! Los profesores de matemáticas o historia tienen ideología. La objetividad no existe. En un aula hago que incluso me cuestionen a mí y al feminismo, si quieren. Intento que abran su mente y piensen, que se cuestionen ellos y ellas, a sus familias, a los youtubers y tiktokers que siguen, que tengan un pensamiento crítico de verdad.

¿Diría que se ha descuidado la educación en valores?

Sí. Desde la ley de violencia de género de 2004 hemos conseguido empoderar a las chicas, y ahora faltan referentes de hombres que lloren, que cuiden, que no sean machos alfa. Hay que desempoderarlos con estrategia. Cuando en las aulas hablo de las violaciones grupales, a ellos les digo que tengo un hijo de 7 años al que pienso educar de manera amorosa pero firme para que no viole nunca a nadie.

¿Cuál es su visión del feminismo? ¿Cuál es para usted la prioridad?

El feminismo en España está fragmentado desde dentro. Cuando llegué al feminismo, me impactó que no había dogmas sino una pluralidad de voces que confluían en objetivos comunes. Lo que no puedes hacer el 25 de noviembre, día contra la violencia machista, es hablar de la abolición del género. A mí no me apetece hablar de la ley trans, lo siento mucho. El objetivo prioritario es que nos siguen matando, las cifras siguen subiendo y no hay un escándalo social como respuesta

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