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Canarias avanza hacia la eliminación del virus de la hepatitis C

La cifra de nuevos pacientes que recibe tratamiento en los hospitales del Archipiélago disminuye en un 59% en cuatro años

Una muestra positiva en el virus de la hepatitis C. Europa Press

El Archipiélago avanza a buen ritmo en la senda de eliminar el virus de la hepatitis C, un objetivo que ha fijado la Organización Mundial de la Salud (OMS) para 2030. Según los datos reportados por los servicios de Farmacia Hospitalaria a la Dirección General de Programas Asistenciales del Gobierno de Canarias, en 2021 iniciaron tratamiento 425 nuevos pacientes en las Islas, solo 68 menos que en 2020. Ahora bien, si se compara el dato con el constatado en 2017, la reducción es de un 59%, pues en el transcurso de ese año comenzaron la terapia 1.028 aquejados. «Estoy firmemente convencido de que lograremos el propósito de la OMS. Es evidente que quedan cosas por hacer, pero España se encuentra en una posición muy ventajosa y Canarias cumple con la media estatal», apunta el doctor Daniel Ceballos, jefe del servicio de Aparato Digestivo en el Hospital Universitario de Gran Canaria Doctor Negrín. Una opinión que secunda la doctora Elena Jiménez, que ejerce la misma especialidad en el Hospital Universitario Insular de Gran Canaria. «España es uno de los países donde se espera eliminar antes la hepatitis C. Por suerte, las Islas caminan a muy buen paso en la vía que conduce a la consecución de esta meta». 

Pero, ¿dónde radica el verdadero hito del control de la patología? Básicamente, en la aparición de fármacos con una alta tasa de respuesta viral sostenida a las 24 semanas de haber finalizado el tratamiento y, por ende, de erradicación de la enfermedad en los pacientes. Ahora, en tan solo dos o tres meses, los enfermos pueden liberarse de la afección sin sufrir efectos secundarios agresivos. «La llegada del primer antiviral de acción directa a finales de 2014 fue revolucionaria porque demostró tener capacidad para curar al 95% de las personas que fueron tratadas con él», enfatiza el profesional del hospital de referencia del área norte de Gran Canaria. 

Y es que el índice de efectividad de la terapia basada en la combinación de interferón con ribavirina – la más empleada antes de la existencia de este medicamento– giraba en torno al 50%, pero además su éxito dependía en gran medida del genotipo del virus. «Era un tratamiento largo, que podía durar entre tres y seis meses. Además, el interferón había que administrarlo por vía subcutánea y tanto este como la ribavirina provocaban efectos adversos importantes», anota el experto.  

Los antivirales de acción directa han hecho que la patología deje de ser crónica

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Lo cierto es que la irrupción de Sovaldi llevó a un nutrido grupo de pacientes y asociaciones a reclamar la administración del fármaco a todos los afectados, aunque en ese momento no se comercializaba en España. «Se encontraba en Alemania, lo que suponía tener que comercializarlo como un medicamento extranjero. Eso suponía un coste de 140.000 euros por usuario», explica el doctor Ceballos. 

La presión, sumada a la efectividad del tratamiento, llevó al Ministerio de Sanidad a poner en marcha un Plan Nacional para abordar la hepatitis C. «Yo tuve la oportunidad de representar a Canarias en la Comisión Nacional que se formó entre finales de 2014 y principios de 2015 . Gracias a este plan, fue posible abaratar el precio del producto para mejorar la accesibilidad», detalla. 

Tras su llegada, la iniciativa contempló asistir inicialmente a unos 40.000 pacientes, priorizando a aquellos que corrían riesgo vital –con cirrosis, en situación de pretrasplante o ya trasplantados–. «Una vez se trató a este grupo, fueron abordados aquellos enfermos con grado 4 de fibrosis, siguiendo un orden descendente, hasta llegar a todos los pacientes diagnosticados». 

Los enfermos pueden curarse en un plazo que oscila entre los dos y tres meses

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Pero el Plan Nacional ha ido más allá. De hecho, una de las líneas estratégicas se centró en calcular cuántos individuos podían sufrir la infección en España. «Había subgrupos poblacionales en los que la incidencia podía ser mayor. Hablamos de los reclusos que permanecían en centros penitenciarios, de colectivos asociados a centros de atención a la drogodependencia y de las mujeres que se encontraban en situación de prostitución», aclara el especialista. 

Gracias a este paso, los facultativos pudieron tratar a todos los individuos que ya se sabía que estaban infectados. El siguiente fue más ambicioso. «En la segunda etapa, los servicios de Aparato Digestivo y Medicina Interna de todos los hospitales españoles se encargaron de microeliminar el virus de la hepatitis C en estos entornos. Para eso se hicieron cribados y conocimos nuevos casos positivos», apunta. La tercera fase consistirá en extrapolar el screening a la población en general, de acuerdo con los criterios que marque «el Consejo Interterritorial y la Comisión Nacional para el Abordaje de la Hepatitis C».

El trabajo ha sido complejo, por lo que la doctora Jiménez no duda en poner de relieve la labor realizada por el Hospital Insular. «Hemos sido uno de los primeros hospitales en tratar a los pacientes en los centros penitenciarios y en aquellos destinados a la atención a la drogodependencia. Tanto es así, que los enfermos no tenían que desplazarse al Insular, pues había unidades que salían en su búsqueda», enfatiza. «Sin duda, se ha hecho un abordaje muy importante para lograr eliminar el virus de la hepatitis C y es necesario que la población lo sepa», agrega la sanitaria.

La hepatitis C es una infección viral que provoca inflamación en el hígado y que suele pasar desapercibida durante mucho tiempo. «La probabilidad de curación espontánea es muy baja y gira en torno al 10%. Por tanto, si no se detecta a tiempo, puede llevar a producir un daño hepático grave largo plazo», advierte el doctor Ceballos. 

Afortunadamente, el nacimiento de los medicamentos pangenotípicos ha posibilitado que la patología haya dejado de ser crónica. No obstante, tal y como recalcan ambos especialistas, hay que tener en cuenta que el hecho de haber pasado el virus no protege frente a una nueva infección. «Todavía no contamos con una vacuna, por lo que solo es posible eliminar el virus del paciente de forma completa. Sin embargo, esto no quiere decir que no pueda volver a contraer la infección por factores externos».

¿Cómo puede transmitirse esta enfermedad? Principalmente, por vía parenteral. Por eso, el hecho de compartir agujas o jeringuillas u otros materiales contaminados supone una práctica de riesgo de cara a contraer la infección. «Aunque no está claramente demostrado que las relaciones sexuales sin protección puedan ser una vía de transmisión, es muy probable que también participen en la propagación del virus», informa el profesional del Doctor Negrín.

Cabe destacar que la detección del patógeno en los pacientes se basa en una prueba serológica. A pesar de que uno de los signos de alerta puede ser la manifestación de unos valores muy elevados de transaminasas en sangre, siempre debe ser este método diagnóstico el que confirme o descarte la presencia de la infección. 

La epidemia del futuro

La enfermedad hepática crónica se llegará a convertir en el futuro en una epidemia como consecuencia del síndrome metabólico», alerta el doctor Daniel Ceballos, especialista en Aparato Digestivo en el Hospital Universitario de Gran Canaria Doctor Negrín. Y es que la diabetes, la dislipemia –niveles de altos de colesterol y triglicéridos– y la obesidad pueden tener serias repercusiones en este órgano. «El exceso de grasa en el hígado, además de poder provocar daño hepático crónico, puede llevar a padecer una fibrosis de grado 4, cirrosis, e, incluso, a precisar un trasplante», informa el facultativo. Teniendo en cuenta esto y que además Canarias es una de las comunidades que más pacientes obesos reúne, el especialista no duda en llamar a la prudencia. «Es importante informar y concienciar a la población para que apueste por hábitos de vida saludables y evitar así problemas mayores», sentencia. | Y. M.

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