Beatriz Zimmermann, la madre de Olivia y Anna, las niñas asesinadas en el municipio de Candelaria, en Tenerife, el 27 de abril del año pasado, lucha con firmeza por salir adelante y recuperar momentos de ilusión, optimismo y alegría en su vida. De hecho, el pasado martes dio a luz una niña, tras un embarazo que pudo llevar a término sin complicaciones graves. Así lo confirmó ayer Joaquín Amills, presidente de SOS Desaparecidos y amigo de Beatriz y su esposo. Amills ejerció como su portavoz en las seis semanas que mediaron entre la muerte violenta de las menores y el hallazgo del cuerpo de Olivia a una gran profundidad en el mar. 

La localización del cadáver de la pequeña puso el punto y final a las ilusiones por encontrar a sus hijas con vida y que su expareja y autor de los asesinatos, Tomás Gimeno, se las devolviera. Pero ese episodio trágico e imborrable en su vida, también acabó siendo un punto y aparte, desde el que empezar una nueva vida junto a su pareja, Eric Domb, el ciudadano belga con quien inició una relación sentimental en el año 2020.

Domb convivía con Beatriz Zimmermann, Anna y Olivia cuando se produjo el asesinato de ambas pequeñas. Y de hecho, según ha trascendido, el padre y asesino de las niñas manifestó en reiteradas ocasiones que, bajo ningún concepto, podía consentir que el varón belga compartiera momentos con sus hijas. A mediados del ejercicio 2020 tuvo lugar la ruptura de la pareja formada por Beatriz y Tomás. A partir de entonces, aunque no existía resolución judicial, las niñas quedaron bajo la tutela de hecho de su madre. 

Trato vejatorio

Y por esas mismas fechas, Tomy, como era conocido el progenitor en su entorno de amigos y conocidos, comenzó hacia Zimmermann una actitud de acoso y derribo, con un trato vejatorio y denigrante, como expuso la jueza que instruyó el doble asesinato en el auto dictado tras el hallazgo del cuerpo de Olivia. A diario, la mujer recibía comentarios descalificativos, ofensivos y ultrajantes por haber rehecho su vida con Eric Domb. En una ocasión, dicho hombre, de unos 60 años, sufrió una agresión física por parte de Tomás Gimeno cuando una mañana se dirigía a su vehículo en la zona de Radazul. Y el ataque fue presenciado por Beatriz Zimmermann. Este fue un nuevo ejemplo del carácter impulsivo y violento que en algunas ocasiones mostraba el padre de Anna y Olivia con quienes consideraba que perjudicaban sus intereses y deseos, o bien los de sus familiares.

 En la época en la que decidió llevar a cabo su macabro plan para hacer el mayor daño posible a Beatriz, Tomás ya tenía una nueva pareja sentimental, que trabajaba como directora del centro infantil al que Olivia acudía algunas tardes a la semana después de salir del colegio. A esa mujer le dejó una caja cerrada con 6.200 euros y un mensaje para que abriera la misma cerca de la medianoche.

Coincidencia

No parece casual que el nacimiento de la tercera hija de Beatriz haya nacido, precisamente, un día antes del primer aniversario del asesinato de Anna y Olivia, que ocurrió en la vivienda propiedad de su progenitor en la zona de Igueste de Candelaria. Y, después, Tomás Gimeno hundió los cadáveres a una gran profundidad para que no fueran localizados nunca. Pero antes de que supuestamente se quitara la vida, para aumentar el dolor de la madre, le dejó la incertidumbre de que podían estar vivas en algún lugar durante alguna de sus varias conversaciones por teléfono entre las 21:50 horas y después de la medianoche del 28 de abril. 

Tras los primeros días de la desaparición, Beatriz decidió mostrar una actitud de positividad y de esperanza en que las menores podían hallarse en otro lugar y reclamó a Gimeno que las entregara y demostrara sus cualidades de padre. Todo esos mensajes fueron articulados por un equipo de personas de su círculo más cercano. Como reflejaron los medios de comunicación, Zimmermann utilizó cartas hacia el progenitor y sus niñas, así como fotografías y vídeos de las menores. Ese proceso de comunicación persiguió, y logró en buena medida, que la sociedad canaria, de toda España y de diversos países se sensibilizara con la situación que estaba pasando una madre a la que le habían arrebatado a sus hijas. 

Ese caudal de muestras de solidaridad y de amplificación de esta vertiente de la violencia de género se concentró en el mensaje Basta Ya y el aprendizaje de un nuevo concepto para la mayoría de los ciudadanos: la violencia vicaria; es decir, el asesinato de niños a manos de sus padres o madres para causar daño al otro progenitor.

El nacimiento de su tercera hija representa un nuevo impulso de Zimmermann por seguir adelante y por recuperar momentos de felicidad y plenitud, después de ser una de las protagonistas involuntarias de uno de los sucesos más impactantes y con mayor repercusión social de los últimos años en Canarias.