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Maximiliano Rodríguez: "El trabajo en esta segunda novela me ha llevado de 600 páginas a 300"

El escritor Maximiliano Rodríguez posa en su barrio de Barcelona

Cuatro años desde la publicación de El último combatiente hasta llegar a esta segunda novela, Selva de Hormigón y lagartos y 300 páginas de diferencia entre la primera versión y la que se publica este otoño. ¿Cuántas cosas han pasado en su vida?

Pues la verdad es que tengo que decir que la idea la tenía muy clara desde el principio, pero también reconozco que al ir trabajándola, me fui por las ramas, incorporé demasiados personajes y tuve que ir y volver a ella, despejando historias que sobraban. Llegué a escribir en el primer borrador unas 600 páginas que al final quedaron en las 300 definitivas. Cuando escribes a diario, esta práctica ayuda mucho y cuando encima lees, a los buenos y a los malos escritores, también vas aprendiendo. Con el paso del tiempo me di cuenta que hay que ser un poco sinvergüenza, en el sentido de no tener vergüenza porque esa guerra que iniciamos todos los escritores al principio con uno mismo, con miedos e incertidumbres, hay que superarla y yo creo que la pasé en la primera novela y consigues ir organizándote de otra manera. 

Tu trabajo de auxiliar de Enfermería te colocó en la primera línea de esta batalla y empezaste esta nueva etapa como escritor en este ambiente. ¿Qué haces ahora profesionalmente, además de escribir?

Pues tengo que admitir que la pandemia del covid 19 cambió completamente mi vida. Meses después del confinamiento, me detectaron un problema en la médula que me dejó en la cama durante dos meses. Me dieron un primer diagnóstico que hacia referencia a una posible enfermedad degenerativa que me dejó absolutamente impactado; esa es la razón por la que he abandonado mi profesión en la actividad hospitalaria, porque todavía nadie sabe exactamente lo que me pasa pero si estoy muy limitado en los esfuerzos y he dedicado todo mi tiempo a escribir. Me encantaba el trabajo en el hospital pero también amo escribir. Todo pasa por algo.

Selva de hormigón y lagartos vuelve a tener como escenario la isla de Gran Canaria donde viviste con tu familia, el mismo protagonista, el inspector de Policía, Néstor Bandama pero ahora también la ciudad de Barcelona, que es tu casa actualmente. ¿Se puede adelantar algo de la trama?, ¿vuelve a ser novela negra?

Te puedo contar que Selva de Hormigón es una clara referencia a la ciudad de Barcelona y lagartos, hasta ahí puede contar, eso lo tiene que averiguar el lector cuando se lea la novela (sonríe); esto de la novela negra fue una sorpresa, no una decisión premeditada, y creo que esta segunda es menos novela negra. No me gustaría encasillarme en un estilo determinado, quiero ir probando cosas diferentes y en esta línea te puedo anunciar que la siguiente novela que estoy escribiendo me va a llevar a Uruguay, mi tierra de origen y se va a abrir a otros estilos. El protagonista , hasta ahora, el ya expolicía, Néstor Bandama, es un personaje que da mucho juego porque tiene muchos problemas, es alcohólico, machista, mal hablado, la verdad es que es un cliché pero, lamentablemente, refleja la sociedad en la que vivimos que todavía no ha superado muchos de estos problemas.

Su abuelo era canario y emigró a Uruguay, donde usted nació pero su padre siempre tuvo la idea de regresar y lo hizo durante la crisis del 2000. Una década en Canarias y por su historia familiar ¿cómo aborda los fenómenos migratorios de la actualidad, viviendo ahora en una ciudad como Barcelona?

Desde luego no tengo la receta para aportar una solución a un drama que está presente en mis novelas; pero creo que casi todo pasa por la educación. Yo llegué a Canarias en un avión pero durante más de tres años fui lo que se considera una persona ilegal, no tenía documentación. Llegué en avión pero tardé tres años en conseguirla nacionalidad y sobreviví con trabajos precarios. Pero recuerdo perfectamente la impresión que me llevé cuando un amigo de mi padre nos llevó a conocer la zona de Maspalomas y cuando estábamos disfrutando de las vistas llegó una patera a la playa. No pude evitar pensar que yo era como ellos, alguien que venía de fuera pero que no tuve que jugarme la vida atravesando el océano y, en ese momento, me sentí muy afortunado. Creo que los políticos tienen mucha responsabilidad en este ámbito y, sobre todo, critico a las corrientes de ultraderecha, demasiado presentes en nuestra sociedad. Todo es complicadísimo.

¿Qué le parece la actual guerra en Europa, entre Rusia y Ucrania, como inspiración para una novela?

Pues una auténtica vergüenza. No puedo entender cómo después de la experiencia que significó para el mundo entero la pandemia, ahora haya personas que lleven a cabo acciones de este tipo. Estoy seguro de que hay muchos elementos detrás de estos enfrentamientos que no sabemos y que no nos cuentan.

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