La falta de un tejido empresarial fuerte dificulta la implantación de la FP Dual

Canarias duplicó el curso pasado el número de plazas ofertadas en la modalidad dual de Formación Profesional, pasando de 103 grupos en el periodo lectivo 2020/2021 a 212 en el 2022/2023. Números que reflejan la apuesta de Canarias por impulsar esta oferta y que se enmarca dentro de la Estrategia Canaria de Formación Profesional Dual 2022-2026, impulsada por la Consejería de Educación y el Servicio Canario de Empleo, con el respaldo de patronales y sindicatos. No obstante, muchos son los retos que presenta la implantación de este sistema educativo recomendado por la Unión Europea, entre los que figura, fundamentalmente la falta de un tejido empresarial fuerte, y un mayor reconocimiento y atención con respecto al lugar de trabajo como espacio de aprendizaje.

Así lo refleja el estudio publicado en la plataforma de divulgación científica The Conversation titulado ¿Cómo se aprende trabajando? La formación profesional dual cumple 10 años, de las profesoras Rosa María Rodríguez-Izquierdo de la Universidad Pablo de Olavide, y Mónica Torres Sánchez de la Universidad de Málaga en la que describen los retos de esta modalidad formativa en el décimo aniversario de su implantación en España, tras convertirse en una de las principales preocupaciones sociales y políticas en los últimos años. Como ejemplo, en Canarias, una de las primeras acciones que contempla la agenda del nuevo consejero de Educación, Poli Suárez, es crear un mapa de titulaciones de FP que se amolde a las necesidades reales del sector empresarial y continuar en la senda de potenciar la FP Dual.

Modalidades

La esencia de esta modalidad formativa, implantada con éxito en países como Dinamarca, Irlanda o Alemania, radica en que implica una estrecha colaboración entre el sistema educativo y el sistema productivo. En España, se ofrece en dos modalidades: general e intensiva, según el tiempo que el alumnado pase en la empresa, la significación de la formación y el estatus de la persona en formación. Tal y como explican ambas investigadoras, la general se asocia a la modalidad tradicional de FP, contemplando una formación en la empresa entre el 25% y el 35% de la duración total de la formación ofertada y con una participación de la empresa en hasta un 20% de los resultados de aprendizaje del currículo pero sin un contrato de formación. Mientras que la modalidad intensiva implica una formación en alternancia con una duración en la compañía de, al menos, el 35% de la duración total de la formación y una participación de la misma en más de un 30% de los resultados de aprendizaje y la existencia de un contrato de formación con la empresa.

Las críticas apuntan a la dificultad para evaluar la calidad de aprendizaje en los lugares de trabajo

Las profesoras Rodríguez-Izquierdo y Torres Sánchez recuerdan que la implantación de esta modalidad formativa no ha estado exenta de críticas. «Algunos se han referido a la FP Dual como una política neoliberal y una puerta de entrada a estrategias de privatización de la educación e incluso de precarización laboral. Otros apuntan a la dificultad para evaluar la calidad de aprendizaje que se lleva a cabo en los distintos lugares de trabajo, la diversidad de los sistemas a través de los cuales se realiza la experiencia laboral, así como la formación pedagógica de los tutores en el lugar de trabajo y la relación con los centros de FP».

En este contexto, el proyecto de investigación que desarrollan las autoras del artículo tiene como objetivo arrojar luz sobre las condiciones pedagógicas necesarias para garantizar un modelo de calidad del aprendizaje en la formación profesional y qué aporta realmente la modalidad dual teniendo en cuenta los principios parámetros de calidad establecidos por la Unión Europea.

La modalidad intensiva contempla para el alumnado un contrato de formación con la empresa

La hipótesis de partida del estudio apunta a dos carencias que dificultan la consolidación de la FPDual en España: por un lado, «se necesita un mayor reconocimiento y atención con respecto al lugar de trabajo como lugar de aprendizaje», y por otro, un tejido empresarial fuerte.

«Existen pocas pautas en cuanto a la organización del aprendizaje en el trabajo, la división de responsabilidades y no se menciona la naturaleza de los procesos de aprendizaje en el trabajo. Por otro lado, el substrato del tejido productivo empresarial en España, donde las grandes empresas no pasan del 2% del total, dista mucho de configuración del sistema alemán basado en grandes compañías, lo que dificulta la implantación del modelo dual», concluyen.

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