Educación

Un estudio asegura que las tabletas afectan a la comprensión lectora

Los alumnos que trabajan con libros en el aula retienen mayor cantidad de información

Alumnos de un centro escolar de Valencia utilizan ordenadores  en clase.

Alumnos de un centro escolar de Valencia utilizan ordenadores en clase. / La Provincia

Gonzalo Sánchez

Las pantallas llevan años entrando en el aula. Pero ¿qué ocurre cuando llenamos una clase de tablets y ordenadores portátiles? ¿El alumnado rinde mejor o peor? A esas preguntas ha contestado Lalo Salmerón, catedrático de Psicología Aplicada de la Universidad de Valencia. La realidad es que, a más tiempo de pantalla, menor comprensión lectora tiene el alumnado.

Así lo asegura un estudio recientemente publicado por la Universidad de Valencia, en el que Salmerón y su equipo han recurrido a datos de más de 150.000 alumnos y alumnas de todo el mundo. Tras procesar los datos comprobaron que el alumnado que lee en pantallas tiene mucha peor comprensión lectora que el que trabaja con libros de texto.

Son alumnos con los que se hizo una prueba muy sencilla: darles un texto en papel y el mismo en una pantalla, y pedirles que lo leyeran para luego hacerles preguntas sobre lo que acababan de leer. Los estudiantes de la pantalla retenían muchísimo menos la información que los que leían en papel.

La causa no tiene nada que ver con la pantalla física. «Las pantallas de antes sí que podían ser más molestas de usar, pero las actuales son de muy buena calidad para la vista; en ese sentido son iguales que leer en papel», cuenta Salmerón.

La clave está en la predisposición del niño o niña cuando coge una pantalla o un libro, en los hábitos. «Lo comprobamos en el estudio y los docentes lo ven en clase. El estudiantado tiene una forma de consumir información en pantallas muy distinta a la que tienen cuando cogen un libro. Con un teléfono, ordenador o tablet, la lectura o consumo de información es muy superficial y muy rápido, no da tiempo a profundizar ni a procesar bien la información. De hecho, se premia este comportamiento, que cambies de vídeo rápido. Un libro te obliga a concentrarte durante mucho tiempo», cuenta Salmerón.

Por poner dos ejemplos: en las entrevistas a alumnos se les preguntaba cómo leían o hacían los ejercicios con el ordenador. Muchos de ellos contestaron que estudiaban con música o leían con un vídeo de YouTube de fondo, en especial los universitarios. El resultado de esto es que muchos menores tienen muy desentrenada la capacidad de sumergirse en la lectura y concentrarse por largos periodos de tiempo.

Salmerón también explica que hay estereotipos sobre la juventud que es necesario derribar. «Los llamamos ‘nativos digitales’ porque han crecido con las pantallas y damos por hecho que saben usarlas bien, pero nada más lejos de la realidad. Con frecuencia la tecnología les controla a ellos en lugar de ser ellos quienes controlan a la tecnología, y esto es un problema. Hay que alfabetizarles digitalmente», cuenta.

Otro problema es el de la multitarea, sobre todo en el alumnado universitario. «Lo vemos muchísimo porque parece que nos lo exigen, pero no es bueno estar estudiando mientras chateas, envías correos y escuchas música. La comprensión lectora baja una barbaridad, es imposible concentrarse como se debe haciendo multitarea, y esto también está afectando a la capacidad de concentrarse de los jóvenes», cuenta Salmerón.

Todo esto desemboca en una falsa sensación de saber de las generaciones de jóvenes. «Saben buscar en internet, pero en realidad no tienen conocimientos ni saben cómo estudiar o resolver un problema, por ejemplo», asegura. Todo esto hay que contextualizarlo con un bombardeo constante de información a diario y de haber perdido el hábito de concentrarse para leer.

Hay varios ejemplos que cita Salmerón para describir que todavía no estamos preparados para dar clase con pantallas, y el primero es el «absoluto desastre» que fue la pandemia. «Está claro que fue una decisión precipitada para salir del paso, pero lo único que consiguió fue que la brecha entre los que le iba bien y los que le iba mal se agrandara mucho más. Sólo aumentaron las desigualdades en el alumnado», reivindica Salmerón. De hecho, asegura que muchos fracasos escolares evitables surgieron de esta enseñanza por conferencia durante la pandemia de coronavirus.

Otro ejemplo es el de Noruega, que ha decidido echar el freno a su plan de digitalización de las aulas y volver a los libros de texto después de la llegada de un Gobierno de corte conservador. «En este país han visto que la comprensión lectora bajaba notablemente cada año, y han quitado las pantallas para probar y ver si esta es la razón tras el descenso del rendimiento», dice Salmerón.

En España el principal problema es que no existe un plan pedagógico. «El año pasado pudimos comprar tablets para cientos de miles de alumnos gracias a los fondos europeos, y recuerdo hablar con un cargo de Educación durante estas jornadas, que estaba muy contento por ese hecho, pero no tenía ni idea de lo que tenían que hacer los estudiantes con esas herramientas. Si no hay plan no va a funcionar; no tenemos que comprar tablets por comprar», dice Salmerón.

Salmerón habla también de enseñar a los jóvenes a mejorar su relación con las pantallas para que no lo acaparen todo. «Me parece positivo que cada vez más IES prohíban los teléfonos, porque sobre todo en el patio es muy importante socializar cara a cara con otras personas, además de hacer ejercicio. Las pantallas están bien, pero hay que encontrar un equilibrio con estas otras actividades», cuenta.

También es importante para Salmerón no despreciar la superioridad de tomar notas a mano. «Está demostrado que escribir y tomar notas a mano es muy superior a hacerlo tecleando».

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