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¿Por qué las adolescentes no ven la violencia machista?

La coordinadora de Cepca reflexiona sobre cómo los malos tratos se dan cada vez a edades más tempranas y el avance de la violencia sexual entre los menores como consecuencia del abuso de pornografía

Belén Alvite, ayer, en Diario de Ibiza.

Belén Alvite, ayer, en Diario de Ibiza. / VICENT MARÍ

Marta Torres Molina

No ven la violencia. Las están maltratando y, aún así, no la ven. Es la situación en la que se encuentran muchas adolescentes. A la Oficina de la Dona llegan todos los años casos de menores que sufren malos tratos en sus primeras relaciones de pareja y muchos se preguntan cómo es posible que no lo vieran, cómo, con toda la información que hay estuvieran ciegas a lo que estaban viviendo. "Es lo que se pregunta todo el mundo", reconoce Belén Alvite, coordinadora del Centro de Estudios y Prevención de las conductas adictivas (Cepca). El principal motivo por el que estas chicas no son conscientes de lo que les está pasando es una urdimbre tejida durante milenios que establece que eso es normal. Pero no lo es. Y tiene muchos riesgos. Porque a esas edades, los trece, catorce, quince... años, las estructuras cerebrales aún no están consolidadas. Las consecuencias son más graves que en una mujer adulta.

El panorama no es muy alentador. "La violencia machista cada vez empieza antes, se da a edades más tempranas", lamenta Alvite, que insiste en que cuanto más jóvenes son las víctimas menos preparadas están para afrontar eso y más graves son las consecuencias, el poso que puede dejar para su vida adulta. "Les cuesta ver que es violencia machista porque les cuesta identificar qué es violencia y qué no", indica la experta, que recalca que en la adolescencia es complicado saber dónde están los límites porque es una etapa en la que priman "los extremos".

Agresividad y violencia


También les cuesta diferenciar la agresividad de la violencia. Agresividad, explica Alvite, es una conducta que podemos tener "todos" en un momento dado: "Por algo concreto, circunstancial, se nos puede ir la olla, a cualquiera. Pero no hay una instrumentalización, algo que sí existe en el caso de la violencia". Curiosamente, los maltratadores se escudan en la agresividad para tratar de esconder su violencia. Cuando se disculpan usan, precisamente, el argumento de la agresividad, que ha sido algo circunstancial. Pero no. Es violencia. Todo el derroche de seducción empleado previamente con la víctima hace que ésta crea que, efectivamente, es así. "Antes de llegar a eso la ha seducido, la ha rondado, todo han sido cosas buenas hasta que la ha convertido en un satélite que orbita a su alrededor. Y cada vez la hace más chiquitita", explica Alvite. Al principio no hay violencia física. Y cuando la situación se agrava la chica dice que él ha cambiado. "Pero no es así, no ha cambiado, ya era así, siempre lo ha sido, pero ella no lo podía ver", indica.

Paradójicamente, la violencia machista en la adolescencia se da mucho más en espacios públicos que en los casos de una pareja adulta. Por una razón muy sencilla: "No tienen espacios privados". Se da en bares, en parques, en los entornos de los institutos, en discotecas... Hay testigos. "La humillación es aún mayor", apunta Alvite. Y esos testigos, incluso cuando son sus amigas más cercanas, si dicen algo, en la mayoría de los casos esos comentarios culpabilizan a la víctima.

"Ese ‘estás así porque quieres’ o ‘si sigues con él es porque quieres’ están cargados de culpa", indica la experta, que advierte de que esto puede tener, en muchos casos, el efecto opuesto a lo que pretenden. Hacen sentir a la joven aún más sola de lo que ya se siente y puede, en muchos casos, explicarle lo que le han dicho a su pareja, su maltratador, que encuentra en esto el combustible perfecto e inesperado para seguir aislándola. Se dan las condiciones perfectas para que él le recuerde "todo lo bueno y lo bonito" que ha hecho por ella, lo que la quiere, en contraposición a esas amigas que la juzgan, que no se alegran de su relación que juzgan por una vez que él se equivocó.

"Además de lo que ya él la está alejando de su entorno, ella, voluntariamente, se separa aún más porque le están diciendo cosas que no quiere oír y porque no quiere sentirse vulnerable", narra la coordinadora del Cepca. "Con los adultos pasa lo mismo. Se van alejando", añade. Ella misma reconoce que las reacciones "viscerales" de las amigas se corresponden con la adolescencia. "Todo es muy intenso, para lo bueno y para lo malo", señala.

El malote redimido

Además, en general, pero sobre todo a esa edad pesan aún los viejos gustos. Aún hoy a buena parte de las mujeres les sigue pareciendo atractivo, muy sexy, "el malote redimido". Ese patrón de hombre duro y malo con todo el mundo, pero "amable y amoroso" con su pareja. "‘Conmigo’, te dicen", indica la experta. Y ahí, en esos patrones que resultan atractivos y que no deberían serlo hay mucho por hacer. "En las familias", matiza. Ahí hay que trabajar mucho en los patrones. "Muchas veces al chico que es vulnerable, sensible o emocional se le identifica como débil. No es así. Y no debe hacerse esa asociación", reflexiona Alvite, que defiende que la raíz de la violencia machista está en la construcción emocional que se hace en las familias. Además, niega de plano esa idea tan compartida de que un maltratador sea "un hombre bueno que hace cosas malas". "Es un hombre malo que a veces hace cosas buenas", defiende la experta.

A la violencia física, a la psicológica, a las humillaciones que sufren las víctimas adolescentes, se suma cada vez más la violencia sexual. "Dentro de la pareja, a edades muy muy tempranas y muy potentes", apunta. Algo que tiene dos causas "muy claras": son personas emocionalmente aún a medio construir y el abuso de la pornografía. "Hablo de abuso, no de uso, porque el porno que ven a esas edades tan tiernas es tan bestia y tan violento que no se entiende el uso, es abuso", justifica.

Cuando van a los institutos con el programa ‘Sextima’t’ —"ya se ha quedado corto, hay que ofrecer una formación más profunda y constante, tenemos que multiplicarnos"— son los propios alumnos los que les confiesan que ven pornografía. "Algunos tienen muy claro que eso no tiene nada que ver con la vida real, pero muchos no", apunta. Ellos lo ven para excitarse y ellas relatan lo mucho que lo consumen sus amigos y que ellas, si lo hacen, es para aprender. Las consecuencias son devastadoras. Adolescentes que someten a auténticas aberraciones sexuales a sus parejas porque quieren imitar lo que han visto en el porno.

Todas levantan la mano

Aunque lo vivan, aunque conozcan casos. No lo ven. El 20% de los adolescentes es negacionista de la violencia machista. A esos que no reconocen abiertamente hay que sumar aquellos que lo piensan pero que no lo dicen porque saben que no está bien. "Y en ese 20% hay también chicas", afirma Alvite. Y eso a pesar de que ellas mismas pueden haber sido víctimas en algún momento. Alvite aún está a la espera de que cuando en los talleres pide que levanten la mano las mujeres que en algún momento de su vida hayan sufrido violencia machista alguna no levante la mano.

A todo esto se suman, ahora, las nuevas vías que encuentra la violencia machista para seguir avanzando. Como la inteligencia artificial. El caso de los chicos que la usaron para hacer imágenes realistas de sus compañeras desnudas es sólo la avanzadilla de lo que puede llegar a pasar. "Es violencia machista", insiste frente a los que defienden que no lo es. Y los casos que se ven ya no en adolescentes sino en niños. Como la pequeña de seis años a la que tres compañeros agredían sexualmente en Badajoz. "Cada vez a edades más tempranas", reitera.

Las víctimas de la violencia machista y su entorno pueden pedir ayuda en distintos recursos activos todos los días de la semana y las 24 horas del día: el teléfono 016, el correo electrónico 016-online@igualdad.gob.es y el canal del WhatsApp en el número 600 000 016.

En una situación de emergencia se puede llamar al 112 o a los teléfonos de emergencias de la Policía Nacional (091) y de la Guardia Civil (062) y, si no es posible hacer esa llamada, en caso de peligro existe también la opción de activar la aplicación ALERTCOPS, que envía una señal de alerta a la Policía con geolocalización.