Artemisa: la planta medicinal para tratar la malaria que se cultiva en Canarias

El Instituto de Productos Naturales y Agrobiología halla una fórmula para mejorar la producción de una sustancia de la planta muy demandada en la industria farmacéutica

La investigadora, Ana García, los tricomas glandulares de 'Artemisia annua', lugar en el que se acumula la artesimisina

La investigadora, Ana García, los tricomas glandulares de 'Artemisia annua', lugar en el que se acumula la artesimisina / El Día

Verónica Pavés

Verónica Pavés

Es una de las plantas medicinales más demandadas del planeta. No en vano la artemisa (Artemisia annua), también conocida como hierba de San Juan, produce de manera natural una sustancia con propiedades curativas que puede curar la malaria. En concreto, esta planta es capaz de producir artesiminina, un metabolito cuyos derivados se utilizan en todos y cada uno de los fármacos para tratar esta patología que azota gran parte de África. Canarias es uno de los puntos productores de este compuesto, aunque tiene otro fin: combatir la leishmaniosis en perros. 

Pese a las inmensas propiedades sanatorias de la sustancia, la producción natural de esta sustancia es tan baja –entre un 0,1% y un 1% por peso seco– que resulta insuficiente para poder atender a toda la demanda de fármacos existente en el mundo, en especial la de malaria. Y es que tan solo en 2022 se produjeron 249 millones de casos de paludismo y 608.000 muertes por malaria en 85 países en todo el mundo. La producción, por tanto, resulta a todas luces, insuficiente. 

Son muchas las técnicas que se han empleado para tratar de conseguir más artesiminina para dar cabida a la gran demanda de producción de fármacos. "Se ha probado la síntesis química y la modificación genética", revela Ana García, investigadora del Instituto de Producto Naturales y Agrobiología (IPNA-CSIC). Sin embargo, a día de hoy no se ha probado aún ningún tratamiento natural que pueda enaltecer este aspecto de la planta sin necesidad de modificarla

A tenor de la creciente problemática, García ha dedicado gran parte de su tesis doctoral a buscar una fórmula eficaz para que sea la planta por sí misma la que aumente la producción de artemisia. Y parece haberla encontrado. La investigadora ha trabajado junto a la empresa Biotech Tricopharming, con sede en Tenerife y Barcelona, en dos estrategias diferentes en los laboratorios del IPNA-CSIC.

Por un lado, ha utilizado un compuesto que se encuentra en el esqueleto de algunos artrópodos, como las gambas. En concreto, la investigadora ha utilizado oligosacáridos de quitoseno (derivado de la quitina de los esqueletos de las gambas) para tratar que la planta creciera con una mayor producción de su producto estrella. 

"Esta primera línea no funciona tan bien en condiciones normales", explica la investigadora quien asegura que la producción no era "mucho más alta". Sin embargo, cuando se exponía a la planta a unas condiciones de sequía extrema, se podía conseguir que la producción se mantuviera en niveles normales, "en lugar de reducirse", explica la investigadora.

Tras este intento, García trató de buscar un método alternativo. De esta manera, impregnó las hojas, tallos y flores de la planta con organismos y microorganismos ricos en proteína K3 (lo que se conoce como tratamiento foliar). "Los resultados han sido muy prometedores", revela la científica, que afirma que han logrado un aumento de la producción de artesiminina de hasta el 62%. 

El siguiente paso es conocer si este proceso se puede aplicar en cultivos en condiciones reales. "Tenemos que ver si es viable", resalta la investigadora que, no obstante, confía en estar dando pasos en la buena dirección. "Parece una opción viable para potenciar la producción de este compuesto y conseguir, en definitiva, que haya un mayor suministro de estos fármacos", recalca. No en vano, todos los fármacos que se utilizan para tratar esta enfermedad utilizan este compuesto. 

Esta planta medicinal, sin embargo, tiene muchos más usos. En Canarias, por ejemplo, en una finca de Tejina, se plantan estas hierbas con poderes curativos para un fin totalmente distinto. "Se comercializan para mezclar con el pienso de las mascotas", revela la investigadora, que afirma que esta sustancia también tiene propiedades que protegen contra la leishmaniosis a animales de compañía. 

La Artemisia annua, sin embargo, lleva milenios utilizándose para curar enfermedades. Hace más de dos mil años, los herbalistas chinos la usaban como tratamiento de muchas dolencias, tales como enfermedades de la piel y también, en aquel entonces, para la malaria. El uso más antiguo se remonta al 200 aC, en Recetas para las cincuenta y dos enfermedades, uno de los textos de seda de Mawangdui.  Su uso antimalarial fue descrito por primera vez en Manual de prescripciones para emergencias, editado a mediados del siglo iv por Ge Hong; allí se detallan 43 tratamientos para la malaria.

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