Entrevista | Bernardo Medina Rodríguez Sindicalista

Bernardo Medina: «Es un orgullo que por defender la sanidad pública no me tengan simpatía»

"La sanidad privada está arrinconando a la pública, con peores resultados", asegura el sindicalista

Bernardo Medina Rodríguez.

Bernardo Medina Rodríguez. / La Provincia

Marisol Ayala

Marisol Ayala

A finales del pasado enero se jubiló tras 41 años de ejercicio profesional en el Hospital Universitario Materno Infantil de Canarias (CHUIMI), Bernardo Medina Rodríguez, uno de esos sindicalistas atípicos votado y elegido democráticamente bajo las siglas de Intersindical Canaria cada cuatro años para formar parte del máximo órgano de representación de la sanidad en el Área de Salud de Gran Canaria que es la Junta de Personal

¿Cómo ve el funcionamiento y la situación de la sanidad en Canarias y sobre todo el estado del Hospital Insular y del Materno, en los que no se invierte lo suficiente desde hace años?

Tenemos una magnífica sanidad pública por el quehacer de los profesionales de todas las categorías, no solo de los facultativos; pero unos directivos y gestores con un suspenso absoluto. Ejemplo de ello es el Insular y el Materno, con infraestructuras obsoletas, las obras se hacen eternas o no se hacen. 41 años desde la inauguración del Materno y 53 del Insular son muchos años para tenerlos sin inversión una seria.

¿Qué le parece el papel de la sanidad privada, necesaria, pero de la que da la impresión de que tiene carta blanca?

Le entiendo perfectamente. Que el 38% de toda la actividad sanitaria en canarias se haga con centros concertados es un peso excesivo y solo entendible por las puertas giratorias entre el poder político en las Islas y los directivos en la consejería de Sanidad. Que más de 33.000 personas esperen para pasar por un quirófano, 23.000 por pruebas complementarias, y 139.000 por un médico especialista es una vergüenza. Con ese volumen de negocio exagerado, la sanidad privada está arrinconando a la pública, con peores resultados.

Usted denunció en el pasado irregularidades en el área sur en el Materno-Insular, que en algunos casos ponían en juego la vida de los enfermos, ¿exagero?

En absoluto exagera, esa es una realidad que hemos vivido en nuestro complejo hospitalario y que motivó la única manifestación de directivos en toda España de la sanidad en mi contra en la puerta de entrada del Materno por las denuncias de Intersindical Canaria. La nefasta gestión de José Ángel García [antes al frente del servicio de Ginecología y Obstetricia], su dinámica de miedo y amenazas con el personal y su superestricta imposición de protocolos para con las cesáreas, que todavía en parte perviven... Tengo una impresión nefasta de ese jefe de Servicio ahora jubilado, pero que continúa mandando mucho.

¿Por qué decidió meterse en el sindicato denunciando irregularidades para investigar a directivos, médicos o enfermeros con quienes usted trabaja?

Hace 41 años, al empezar mi actividad laboral en el Materno, el Jefe de Servicio de Tocoginecología que venia del Hospital del Pino, era de extrema derecha y llevaba una pistola. Inicié una lucha titánica por defender, en primer lugar, los derechos de los pacientes, y después de los trabajadores. Democratizar la gestión; evitar abusos de cualquier tipo hacia los enfermos y sus familias y que se respeten sus derechos ha sido mi prioridad: la dignidad de las personas por encima de todo.

¿Cual diría que ha sido la peor época del área sur?

Sin lugar a dudas, lo ocurrido en dos servicios del Complejo en determinados momentos: el de Paritorios y el del Urgencias del Insular, donde por respeto a la intimidad de las pacientes y su familia en los dos servicios, especialmente en el primero, y no contar con su autorización, el no poder hacer públicas muertes perfectamente evitables. Algunos de esos casos se han saldado con indemnizaciones millonarias en los juzgados, pero el daño irreparable ya estaba hecho. El germen del conflicto actual en ese servicio está en que se le permite operar de tarde en el Materno al Dr. García, estando jubilado y sin relación laboral con el Servicio Canario de la Salud (SCS). Encima, se inicia una cacería contra los jefes y jefas de sección que comunicaron por escrito, que a día de hoy la actual jefa de Servicio, Alicia Martín, tiene absolutamente marginados.

¿Me parece que los que ejercían la sanidad con esas carencias y actitudes no le tenían a usted mucha simpatía?

Para mí es un orgullo que por defender la sanidad pública, a los pacientes y a compañeros, no me tengan simpatía. Yo voy más lejos, es que han intentado destruirme a cualquier precio, inventando bulos, espiándome, levantando calumnias hasta de mi vida personal, pero no han podido conmigo, porque siempre he actuado con la máxima honestidad e independencia de cualquier partido político, sin prestarme a complicidades y juegos de la mala política.

¿Llegó a tener tanta fuerza social que los directivos del Servicio Canario de la Salud intentaron comprarlo?

A la cara no se atrevieron. Siempre me guardaba alguna información de peso, que, en caso de ocurrir, no hubiera dudado en publicitar, y eso me daba cierta protección. Pero sí es verdad que lo intentaron con intermediarios, con amenazas veladas y alguna campaña orquestada en algún medio de comunicación que va de «progre» y abanderado del sector duro de un partido de izquierda.

¿Cuál fue el caso más duro que investigó y luego pasó a los medios para que lo conocieran?

Sin duda, las graves consecuencias hacia madres y bebés en el momento del parto por la puñetera estadística del Jefe del Servicio de querer tener el récord del hospital con menos cesáreas de España. Esto lo sufrió especialmente el colectivo de matronas y matrones por el ninguneo de su actividad profesional, la excesiva medicalización y una absurda actitud jerárquica que las invisibiliza.

¿Nunca trataron de cerrarle la boca?

Esa es la cantinela que siempre tuve que escuchar de directivos y mandos intermedios. Lo intentaron de todas las formas posibles, algunas inconfesables, pero no lo consiguieron. Siempre he tenido un defecto o una virtud: ante la adversidad me crezco.

Usted se jubiló en enero tras 41 años de andadura laboral y sindical en el servicio de Tocoginecología en la planta 5 del Materno, donde prestaba servicios como celador, ¿cómo ve ese servicio comparativamente?

Tiene unos magníficos profesionales, con guías de funcionamiento con los mejores estándares europeos y mundiales, se presta la mejor asistencia sin duda que en cualquier otro centro privado o concertado, pero con una gestión que todavía deja mucho que desear, muy vertical, muy arbitraria. Alicia Martín es heredera y ha perpetuado los malas formas y modos del anterior jefe de servicio. Las denuncias judiciales van a continuar como churros por tanta prepotencia y altanería.