Un crimen atroz, de los que desgarran el alma. Un parado de larga duración, José Ignacio B. A., de 55 años, acabó a golpes con la vida de sus hijas Amets y Sara, de 9 y 7 años, utilizando una barra de hierro que la Guardia Civil hallaría mas tarde completamente ensangrentada, junto a los cuerpos desfigurados de las pequeñas, en el interior del apartamento que el hombre tenía alquilado en la avenida de Los Quebrantos, en la localidad asturiana de San Juan de la Arena, en el municipio de Soto del Barco.

Iñaki el vasco, un hombre natural de Vizcaya, reservado y de carácter difícil, al que alguna vez habían visto pegar a las niñas en plena calle, se encaminó posteriormente hacia el viaducto de la Concha de Artedo y se arrojó al vacío. Pagaba así un crimen, de los que van a tardar en olvidarse, como el del pequeño Imran en Oviedo.

El presunto autor de estas muertes había estado casado con la Bárbara G. M., madre de las pequeñas, con la que había vivido en Novellana (Cudillero), y más tarde en Soto del Barco. Cuando se divorciaron hace un año, el hombre regresó al País Vasco, pero volvió hace unos tres meses, en agosto o septiembre, y alquiló un apartamento en la avenida de Los Quebrantos, en San Juan de la Arena. Tenía derecho a ver a las pequeñas los martes y los jueves, de cuatro a seis de la tarde.

Ayer, llegaron las cinco de la tarde -hora canaria- y el hombre no entregó a las niñas a la madre, que se puso en contacto con la Guardia Civil para denunciarlo.

Justo a esa hora, Iñaki el vasco se lanzaba desde el viaducto de la Concha de Artedo. Los agentes de la Guardia Civil de Cudillero identificaron al hombre y encontraron las llaves de la vivienda entre sus ropas. Avisaron a una vecina para que mirase si había alguien en el apartamento del hombre. La mujer no escuchó nada en la vivienda, pero advirtió un detalle que le puso los pelos de punta y a los agentes les hizo pensar en lo peor: unas manchas de sangre en el felpudo del apartamento, situado en un primer piso.

Los agentes, con una orden judicial, entraron en la vivienda y encontraron allí lo inimaginable, un espectáculo dantesco, con machas de sangre por doquier. A la zona se desplazarían más tarde agentes de la Policía Judicial y de Criminalística, para examinar el lugar del crimen. La madre de las pequeñas fue conducida hasta el puesto principal de Piedras Blancas. Los agentes le tomaron declaración y la fueron preparando para la peor noticia de su vida. Un equipo de psicólogos esperaba a la puerta de las -instalaciones, al filo de las diez de la noche, hora a la que comunicaron a la mujer lo que había ocurrido. El efecto fue devastador.

Como devastadora fue la noticia para los vecinos, los profesores y los vecinos de los pueblos de Soto del Barco y Cudillero. El escenario que los agentes se encontraron al entrar en la vivienda fue dantesco. Agentes de la Guardia Civil inspeccionaron además, contenedores de basura próximos a la vivienda para ver si el presunto asesino había arrojado allí algún arma.

Muchas personas se concentraron en las inmediaciones del edificio en el que las dos pequeñas encontraron la muerte. Y muchos se dieron cuenta entre lágrimas lo que iban a echar de menos a las dos morenas vivarachas de 7 y 9 años. Una de ellas, la pequeña, que acababa de cumplir años, iba a hacer la Primera Comunión este año.

Algunos vecinos aseguraron haber vivido episodios en los que el padre maltrataba a las pequeñas. Un empleado municipal reconoció que una ocasión llegó a llamar la atención al presunto homicida por la manera en que estaba tratando a las dos pequeñas, golpeándolas en público. "Son tozudas, no hacen caso", aseguran que respondía el padre.