Nueva tragedia en la carretera de Hoya Pineda (GC-220), en Gáldar. En la mañana de ayer fallecía el panadero de Caideros, José Jiménez Sosa, tras salirse de la carretera y despeñarse unos 150 metros con su coche. ‘Pepito’, como le conocían, de 82 años, era una persona muy conocida en la comarca Norte de Gran Canaria, ya que amasó pan durante toda su vida, y se granjeó numerosos amigos. Ayudó a muchas personas, renunciando siempre a los reconocimientos oficiales que le ofrecieron en el municipio, siendo una persona muy implicada en las reivindicaciones vecinales.

La carretera de Hoya Pineda ha dejado en muy pocos metros hasta tres tragedias mortales de gran impacto. Se trata de una vía muy frecuentada para subir a la Cumbre, y que conserva las viejas paredes de piedra que se colocaron con medida de seguridad en las carreteras de montaña hace muchas décadas. El accidente de ayer se produjo en medio del kilómetro cuatro, en una pequeña recta, y a escasos metros de donde también caía hace un tiempo una mujer con su coche. Y muy cerca de donde una gran roca arrastró a una conductora con la hija hasta el mismo barranco.

Eran las 11 de la mañana, aproximadamente, cuando Pepito, el panadero de Caideros, bajaba del pago galdense par llevar unos panes a San Isidro, como solía hacer habitualmente. Estaba jubilado, pero seguía echando una mano a sus hijos y nietos. Era una labor que llevaba en la sangre casi desde que nació, ya que su padre también se dedicaba a lo mismo.

Aprendió desde niño a hacer pan de leña en una cueva, lo hizo en el cuartel y siguió repartiendo en burro

Conducía solo su histórico Land Rover Santana de color verde, cuando por causas que se desconocen rompió unos 10 metros del muro de piedra del margen derecho y cayó al barranco en diagonal. El vehículo quedó boca arriba a unos 150 metros de la vía, deteniéndose a medio camino del fondo del barranco. Nada se pudo hacer por él. Los investigadores barajan incluso que pudo sufrir algún desvanecimiento, ya que él era un conductor muy prudente al volante, y el accidente tuvo lugar en una corta recta, aunque tampoco se puede descartar algún fallo en el todoterreno.

Pepito era una persona muy conocida en la comarca. Su panadería de Caideros cumple ahora su cuarta generación. Heredó el oficio de su padre, y han seguido su estela sus hijos y nietos.

Los vecinos recuerdan que la familia había empezado trabajando en una cueva con un horno artesanal con el que hacían pan de leña. Y que él aprendió su oficio desde niño. Es más, cuando fue a la mili fue destinado a estas labores, recordaba ayer la familia.

El burro le sirvió para llevar el pan a muchos pagos de los alrededores en aquellas décadas del siglo pasado, sobre todo a Juncalillo. Era una época de penurias.

Con el tiempo amplió el negocio, y ahora lo cedió a la tercera y cuarta generación familiar, aunque seguía ayudando, porque es lo que sabía hacer y le gustaba.

Era una persona reservada, que guardaba con celo muchas de sus recetas profesionales. Era su forma de ser. «No tenía estudios pero era muy educado», detallan sus allegados.

Pepito, el panadero de Caideros. | | LP/DLP

Pepito, el panadero de Caideros. | | LP/DLP Javier Bolaños

El Ayuntamiento de Gáldar trató hasta en tres ocasiones de concederle una reconocimiento institucional. Pero él se negó, porque no le gustaba figurar, recuerdan quienes lo conocían. E cambio, aseguran que era una persona que ayudó de una forma sorda a muchas personas. Sobre todo en una época en la que se pasaba mucha hambre, y más en los núcleos rurales. «Mató el hambre de muchos», señala una persona que lo conocía.

También fue una persona muy comprometida con los vecinos, participando activamente en la creación de local social del pago galdense, en la actividad de la asociación de vecinos y en el equipo de fútbol de Caideros, aunque lo hacía desde un segundo plano. «No le gustaba figurar, pero hacía muchos favores sin decirlo».

Desistió varias veces de reconocimientos y luchó para que la vía en la que falleció fuera más segura

La familia coincide en que «era su forma de ser» y destaca que no quería que nadie pasara hambre.

Se da la circunstancias de que una de las reivindicaciones que siempre ha hecho es que debía mejorarse la seguridad en esta vía, porque son muros muy antiguos que no frenan ya un impacto de los coches. Sobre todo, porque es una carretera con mucho tránsito. «Hay que estar mejor protegidos», señalan que decía al respecto.

José Jiménez Sosa estaba casado con Dolores Mendoza, tenía tres hijos (dos hijas y un varón), cinco nietos y dos bisnietos, que siguen al pie del cañón con la panadería de Caideros.