Los vecinos de la tragedia de Rumanía: «Era una familia ejemplar»

La conmoción de los vecinos de los Rodríguez Rodríguez se apodera de Hoya Andrea | Los mensajes de condolencias no han parado de repetirse

Los miembros de la familia canaria fallecida en un accidente de tráfico en Rumanía.

Los miembros de la familia canaria fallecida en un accidente de tráfico en Rumanía. / Cedida por la familia

«¿Qué me estás contando?», se pregunta José nervioso nada más conocer la noticia. La familia canaria que falleció el pasado domingo en un accidente de tráfico en Rumanía eran sus vecinos «de toda la vida». Corre calle arriba en busca de una de las mejores amigas de los Rodríguez Rodríguez, quien le confirma entre lágrimas el fatal desenlace de Pepe, Mari Carmen, Alicia y Cristina. El barrio de Hoya Andrea de Las Palmas de Gran Canaria se levantó este miércoles consternado al enterarse que las víctimas del suceso eran sus propios vecinos.

«Era una familia ejemplar», remarca José, «estaban muy unidos». El silencio se hizo este miércoles en la calle Júpiter, en la urbanización de dúplex adosados de la parte baja del barrio de Hoya Andrea. Tan solo los vecinos más allegados a la familia conocían el triste desenlace, el resto lo descubrió durante la mañana. La noticia estaba corriendo a través de la prensa y de las redes sociales, donde los mensajes de condolencias de amigos y conocidos tanto de los padres como de las hijas no han parado de repetirse. El matrimonio y la hermana pequeña de Alicia habían acudido al país de Europa del Este para pasar unos días y visitar a su hija mayor, quien estaba allí de Erasmus en su último año de carrera.

«Un palo grande»

Pepe (67 años), Mari Carmen (55), Alicia (21) y Cristina (15) estaban muy unidos a varios de sus vecinos más inmediatos, con quienes compartían numerosos momentos, entre fiestas, cumpleaños y demás celebraciones. Puerta con puerta, José María Plágaro conocía a los Rodríguez Rodríguez «desde que tengo memoria». «Todos los días nos veíamos, fue un palo grande cuando nos enteramos en casa», afirma.

Y es que ambos vecinos de la calle Júpiter habían hecho hasta viajes juntos, situación que demuestra la unión que habían entre ambas familias. «Todo el barrio está sentido, pero es cierto que al ser pared con pared, estamos muy afectados», resalta el hijo de los Plágaro. El accidente tuvo lugar el pasado domingo por la noche y fue al día siguiente cuando ellos descubrieron el fatal desenlace. «No lo aceptamos hasta que vimos a los hijos de Pepe del matrimonio anterior», explica José María, «pasaron por aquí y estaban completamente destrozados».

Pepe y Mari Carmen se habían conocido trabajando en una sucursal bancaria de la capital

Un suceso que se hace más doloroso, si es posible, con las navidades a las puertas. «Al final en las fechas señaladas era a los primeros a los que felicitábamos, teníamos algo más que una simple amistad», resalta Plágaro. «Mi hermano pequeño sí tenía más relación con ellas por cercanía de edad, de todas formas hablábamos de todo, de estudios, de nuestras cosas», continúa.

Los Rodríguez Rodríguez celebraban la Navidad en su casa de Hoya Andrea con «la familia unida», tal y como relata Lucy Rodríguez Ruíz, hermana menor de Pepe. «Ha sido tremendo, nos ha caído como una bomba», apunta la tía de Alicia y Cristina, quien está junto al resto de la familia a la espera de la repatriación de los cuerpos desde Rumanía. «El Consulado fue el que nos dio los teléfonos a los que acudir y ya los otros dos hijos de mi hermano se pusieron en contacto para hacer todos los trámites necesarios», indica. Pepe y Mari Carmen se habían conocido trabajando en una sucursal bancaria de la capital grancanaria, por lo que este se casó en segundas nupcias con ella. Ambos estaban ya retirados.

Desconcierto

«Toda la mañana los clientes han hablado de lo mismo», apuntan en la Frutería Zurimar, en la parte alta de este barrio periférico de la capital. Pocos sabían realmente el alcance de lo ocurrido. «No me lo creo, ¡Qué dices! ¿Pero toda la familia?», pregunta Carmen nada más ser consciente del fallecimiento de sus cuatro vecinos. Y es que, aclara, «si les vi la semana pasada, me acabo de quedar mala». El desconcierto corrió rápidamente por la calle a lo largo de la mañana. 

«Tenían una relación muy estrecha con la familia de enfrente; estaban de una casa a la otra, hablaban, se echaban unas risas juntos», señala José cuando procedía a dar un paseo con su hija pequeña y se enteró de la noticia. Al tiempo, otros residentes preferían guardar silencio.

Carmelo, otro de los vecinos de la calle Júpiter, conoció la noticia por un vecino que leyó el periódico a primera hora de la mañana. «Me quedé malo cuando vi que realmente eran ellos», indica a la puerta de su casa, «con Pepe tuve más roce porque estuvimos juntos en unas charlas que hacíamos entre padres y madres para saber cómo educar a nuestros hijos correctamente».

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