El capitán del ‘Pitanxo’ trató de subir el aparejo hasta lanzar el SOS

El barco reportó una velocidad de 2,6 nudos, «idónea» para la maniobra de virada, un minuto antes de pedir ayuda | El sobrino bajó al camarote a por el traje térmico

La tripulación del 'Villa de Pitanxo' tuvo 13 minutos para ponerse a salvo, ¿qué protocolo debería haber seguido?

Agencia ATLAS

Lara Graña

La última vez que el Centro de Seguimiento de Pesca (CSP) recibió una señal del Villa de Pitanxo eran las 5.19 de la madrugada, hora española (4.19 UTC). La comunicación se cursó a través de la llamada caja azul del barco, un dispositivo de control que llevan pesqueros y que aporta datos de posicionamiento o de rumbo. En ese momento, y con Juan Enrique Padín al mando, el buque de Grupo Nores navegaba a 4,4 nudos en aguas internacionales, al este de San Juan de Terranova. Es una velocidad que coincide, según capitanes y jefes de máquinas, con la que se utiliza en maniobras de arrastre. Solo cuatro minutos después se recibe la última señal: la velocidad baja a 2,6 nudos, compatible con la de virada del aparejo. A las 5.24 horas, Padín pulsa el botón distressed desde el puente.

El pesquero de 50 metros, como así ha entendido también la Fiscalía de la Audiencia Nacional, no sufrió ningún fallo repentino y fatal. Y, coinciden las fuentes consultadas, el capitán no dejó «en ningún momento» de tratar de virar (recoger) el copo, colmado de fletán. Juan Padín no está imputado –será un juzgado de Marín el que dirigirá la causa–, pero encara ya un proceso judicial por 21 delitos de homicidio por imprudencia, entre ellos por la muerte del biólogo grancanario Manuel Navarro Rodríguez, y contra los derechos de los trabajadores.

Su versión no solo contrasta con la de uno de los supervivientes, Samuel Kwesi Koufie –solo sobrevivieron 3 de 24; el segundo que salvó la vida es su sobrino–, sino con las señales del barco. La caja azul va sellada, para evitar cualquier manipulación. La información aportada por el AIS (sistema transpondedor de emisión, por el que una embarcación comunica el DNI del pesquero, rumbo y velocidad) tampoco da la razón al patrón.

Esto es lo que consta en la protesta de mar (primera declaración, en Canadá) del capitán del Pitanxo: «Durante dicha virada, de repente, el barco se queda sin máquina, por lo que contacto con el personal de guardia [dos personas] y me dicen que lo desconocen y que el motor no arranca». Previsiblemente, de ser cierta esta explicación, tanto el segundo de máquinas como el engrasador –los dos fallecieron– habrían tratado de volver a ponerlo en marcha. A continuación, van al camarote del jefe de máquinas para avisarlo.

En esa protesta de mar, como sí apuntó en la entrevista concedida al periódico Faro de Vigo, Juan Padín no habla en ningún momento de haber dado orden de accionar el motor auxiliar, lo que le habría permitido controlar las maquinillas de cubierta. De nuevo, según su versión, en este momento el barco estaba sin propulsión, sin motor principal.

Esto es lo que dijo al rotativo sobre esa orden que no figura en su primera declaración jurada: «Les dije que pusieran el [motor] auxiliar, porque claro, me quedo sin maquinillas. Si me falla el principal, tengo el acceso a maquinilla encendiendo el auxiliar. Pero esto nunca se produce, nunca se llega a encender. Al ver que el agua está entrando constantemente por la popa y el barco empieza a coger una escora, ahí es cuando decido abandonar el buque».

Contraste de testimonios

Volvemos atrás, a las 5.23 horas de aquel 15 de febrero. El pesquero sí se mueve, con propulsión propia y a 2,6 nudos de velocidad, como demuestran los datos técnicos. Es solo un minuto después, a las 5.24 horas, cuando activa la señal de socorro. No es posible, materialmente, que hubiese tenido tiempo para perder el motor, llamar a máquinas, que el personal de guardia intentase reactivar el motor Wärtsilä, que fuesen a buscar al jefe de máquinas y que pidiese accionar el auxiliar en sesenta segundos. Por eso el auto firmado por el juez Ismael Serrano asume los postulados de Fiscalía y de Samuel Kwesi: «La velocidad del buque a esas horas, instantes antes de su hundimiento, suscita dudas acerca de la versión del capitán [...] y de la parada de los motores por avería como causa determinante de la escora y posterior hundimiento».

A juicio de los marineros con experiencia consultados, «el barco tenía que estar muy escorado cuando todavía tenía propulsión [5.23 horas] y trataba de mantener la maniobra de virada del aparejo». Aquí es relevante la declaración que Kwesi prestó en la Comandancia de la Guardia Civil de Pontevedra y ante los técnicos de la Comisión de Investigación de Accidentes e Incidentes Marítimos (Ciaim). El auto de la Audiencia Nacional lo describe así.

«Que el motor no se paró, sino que las maquinillas que recogen el aparejo dejaron de funcionar bien, tensando pero no recogiendo y provocando la escora». Es una situación compatible con el embarre de las redes, pinzadas por alguna roca. El carretel principal de la maquinilla del Villa de Pitanxo tenía capacidad para 3.500 metros de cable y 280 metros de malleta. Continúa el auto así, en boca de Samuel: «Que le gritaron al capitán que soltara los aparejos, pero éste se negó. Que después, con el buque muy ladeado, se paró el motor y se incrementó la escora de babor. Que en ningún momento el capitán dio orden de ponerse los trajes de supervivencia».

Cuando los supervivientes y los cadáveres de una de las balsas fueron rescatados por el Playa Menduiña Dos, de la armadora Moradiña, solo Juan Padín y su sobrino, Eduardo Rial, llevaban puesto este equipamiento de seguridad. «La tripulación que estaba en bodega, con todas las cajas a golpes... Y salir de la sala de máquinas con el barco escorado es cuanto menos imposible», apunta, desde alta mar, un tripulante de un pesquero de características similares al Pitanxo. No obstante, Rial asegura que pudo bajar a su camarote a vestirse el traje. «Recogió el traje de supervivencia y el chaleco del camarote, encontrándose ya el buque prácticamente hundido», relata el auto judicial, esta vez en boca del sobrino del patrón.

No ha trascendido en qué lado del pesquero estaba ubicada la radiobaliza, cuya señal saltó a las 5.37 hora española. El barco escoró por babor: si este dispositivo estuviera en esta posición, habría saltado nada más sumergirse en el agua (de no haberse enganchado); si estuviera en estribor, es posible que la señal hubiese saltado cuando el Pitanxo ya llevaba unos minutos semihundido.