Casi dos meses después del hallazgo de su cadáver, el vecino de La Isleta Yurian Cabrera que fue encontrado en septiembre después de dos años desaparecido recibió sepultura en el cementerio de San Lázaro. Su madre sospecha que en el fallecimiento se su hijo se vieron implicadas varias personas al atribuirlo a un supuesto ajuste de cuentas, aunque todos los indicios apuntan a que se produjo por una caída accidental cuando intentaba acceder al interior de la casa abandonada donde fue localizado por un agente inmobiliario.

Toñi Tacoronte reconoce que no tiene ninguna prueba que incrimine a terceras personas sobre el caso de su vástago, pero tiene claro que su muerte no se debió a un accidente. Duda de que nadie escuchara nada cuando, supuestamente, el 12 de mayo de 2020, justo después de celebrar el trigésimo quinto cumpleaños de Yurian, sufrió una caída en el interior de la vivienda del número 92 de la calle Artemi Semidán. La investigación se dirige hacia la versión de que esta persona intentó ocupar la casa deshabitada subiendo por la fachada. Al intentar entrar por un patio, presuntamente sufrió una caída que le provocó un fuerte golpe en la cabeza con resultado de muerte.

Este es uno de los pocos datos con los que cuenta Toñi Tacoronte. «Me dijeron que tiene un traumatismo craneoencefálico», declaró a este periódico. «¿Mi hijo baja por una tubería, se cae y sólo se rompe la cabeza? ¿No se rompe una pierna?», señaló Tacoronte. Lo cierto es que el accidente se produjo y nadie escuchó nada. Los vecinos tampoco se percataron del hedor que pudo generar la descomposición del cadáver, algo que también extraña a la progenitora. «¿Cómo es posible que nadie oliera nada?», vuelve a preguntar, poniendo en entredicho las declaraciones de los vecinos que se sorprendieron cuando el pasado 14 de septiembre, sobre las diez de la mañana, vieron a varias patrullas de la Policía Nacional en torno al edificio donde se produjo el hallazgo.

Otros intentos

Estos habían vivido a unos pocos metros de un cuerpo durante los dos últimos años. Fue un agente inmobiliario el que al entrar en el edificio encontró el cadáver tirado en el suelo y dio aviso al cuerpo policial para que iniciara las pesquisas. Desde un primer momento, los investigadores apuntaron a la posibilidad de que se tratara de un accidente y que pese al evidente estado de descomposición en el que se encontraba, sospecharon que perteneciera a Yurian Cabrera, del que no se sabía nada desde hacía más dos años. Para ratificar esta versión, un vecino de una casa adyacente al inmueble donde se encontraron los restos aseguró que el desaparecido ya había intentado entrar en esta vivienda deshabitada en al menos una ocasión, ocasionándole además unos desperfectos en su fachada.

Su madre fue comunicada de lo ocurrido y unos días después le confirmaron que el cadáver pertenecía a su hijo, aunque estaban a la espera de que se realizara el cotejo de la información genética para así poder entregarle el cuerpo. Esto se demoró durante casi dos meses, como denunció la propia Toñi Tacoronte, que el pasado 5 de noviembre pudo enterrar a su hijo en el cementerio de San Lázaro de Las Palmas de Gran Canaria. La progenitora se quejó de que en los primeros días ni tan siquiera le enseñaran una foto del cadáver para identificarlo, a diferencia, según su versión, de otros residentes a los que la policía sí que les enseñó una imagen.

Autopsia

La madre aseguró no estar conforme con la resolución de la investigación y añadió que desconoce el resultado de la autopsia. «No me han dado el parte de la forense», manifestó contrariada Toñi Tacoronte, quien también declaró que desde el juzgado que lleva el caso nadie se ha puesto en contacto con ella.

La propia Toñi hizo público durante la desaparición de su hijo que alguien le había dicho que estaba muerto. «Llegó una persona que lo conocía y me dijo que a Yuri lo cogieron, lo mataron y lo desaparecieron». Poco después afirmó que había recibido un mensaje anónimo en el que le indicaban: «No digas nada a la policía». «Que no comunicara nada, pero que me lo decía [la persona que le dio el mensaje] porque apreciaba mucho a mi hijo», afirmó. En ese texto se incluían detalles de quién había sido y cómo lo había hecho. «Al parecer, Yuri le quitó a unas personas algo, no sé si droga, no lo sé. Lo cogieron, lo torturaron y lo mataron. Cuenta que lo enterraron en un punto pero, después, para cerciorarse mejor, lo tiraron al mar con pesos. Le amarraron las manos y los pies», declaró la madre. Aquella nota la rompió y no la entregó a la policía porque le ponía que tenía que deshacerse de ella. A los meses apareció su cuerpo en la casa de la calle Artemi Semidán de La Isleta.

A las siete de la tarde de mañana, miércoles, en la iglesia de San Pedro de La Isleta, se celebrará una misa funeral en recuerdo de Yurian Cabrera.