Heces y orina en la cara y baños de agua helada: así eran las torturas en un centro para discapacitados en La Palma

El que fuera director de la residencia llevó a cabo terapias abusivas y humillantes, entre las que figuran restregar heces por la cara a uno de los residentes, bañarlos con agua fría extraída del frigorífico del centro o someterlos a encierros prolongados en un espacio que el denominaba 'reeducativo'

Heces y orina en la cara y baños de agua helada: así eran las torturas en un centro para discapacitados en La Palma

Heces y orina en la cara y baños de agua helada: así eran las torturas en un centro para discapacitados en La Palma

La Justicia ha emitido una condena contra el exdirector de la residencia Triana, ubicada en los Llanos de Aridane en la isla de La Palma. El Juzgado de lo Penal número 7 de Santa Cruz de La Palma ha determinado que el acusado, quien era psicólogo y responsable del centro, sometió a tres residentes con discapacidad intelectual severa y profunda a "prácticas vejatorias y humillantes".

El antiguo director llevó a cabo terapias abusivas y degradantes, que incluían frotar heces en el rostro de uno de los residentes, bañarlos con agua fría sacada del frigorífico de la institución y someterlos a encierros prolongados en un espacio al que llamaba 'reeducativo'. En algunos casos, incluso llegó a atarlos y ponerles camisas de fuerza para inmovilizarlos.

Estas prácticas vejatorias fueron denunciadas por la madre de una de las internas, Eugenia Paiz. Su hija Rebeca, una joven con autismo, estuvo aproximadamente ocho meses en el centro. Cuando Eugenia fue a visitarla un día, encontró a Rebeca atada y en condiciones lamentables, a pesar de que antes de ingresar en el centro, Rebeca mostraba habilidades sociales y cierta autonomía en su desarrollo. Decidió presentar una denuncia y emprender una dura lucha contra el director.

Eugenia Paiz insiste en la importancia de vigilar a quienes tienen a cargo el cuidado de personas dependientes para prevenir posibles casos de maltrato. También subraya la necesidad de proteger a los más vulnerables de la sociedad, como su hija con autismo. Aunque los hechos ocurrieron hace nueve años, la sentencia confirma que estas vejaciones y humillaciones venían sucediendo cinco años antes de que Rebeca ingresara en el centro, en 2012.

La propia Fiscalía, que actuó como parte acusadora, ha calificado estos hechos como "terroríficos". La fiscal Rosa Rubio considera que la condena es "satisfactoria", ya que inhabilita al condenado para ejercer su profesión en el cuidado de personas con discapacidad. Sin embargo, la sentencia no es definitiva y el acusado tiene la posibilidad de presentar un recurso. Esta situación preocupa a los familiares de los residentes del centro.