Sucedió en los tribunales

Sucedió en los tribunales: una oleada de violaciones sin respuesta

Los conocidos como "violadores de Telde" fueron condenados en 1991 a penas de entre 15 y 76 años de cárcel por robos y agresiones sexuales a parejas en descampados y casas del municipio

'El Gordo', uno de los violadores de Telde condenado por dos agresiones con robo en la ciudad, escoltado por los agentes en su detención.

'El Gordo', uno de los violadores de Telde condenado por dos agresiones con robo en la ciudad, escoltado por los agentes en su detención. / Diario de Las Palmas

Los tres «violadores de Telde», como se les conocía popularmente, generaron una auténtica psicosis en el municipio de Telde, incluso entre los agentes que investigaban los hechos. Aunque solo fueron condenados por dos agresiones sexuales, aunque la Policía creía que estaban detrás de más de una decena.

La psicosis desatada por una oleada de violaciones entre finales de los 80 y principios de los 90 alcanzó a gran parte de la población de Telde, pero también a los agentes de la Policía Nacional que investigaron los hechos. Por ello, la detención de tres individuos a principios de julio de 1990 supuso devolver la tranquilidad al municipio. Un año después de su arresto, fueron condenados a penas de entre 15 y 76 años, dos de ellos únicamente por uno de los robos con posterior agresión sexual, mientras que el otro lo fue por dos. Los agentes, eso sí, creían que se encontraban detrás de más de una decena de hechos delictivos como estos en descampados y casas abandonadas de la ciudad.

Su detención hizo que la Policía esclareciera muchas de las investigaciones que se encontraban abiertas en la Comisaría de Telde en relación a distintos robos y violaciones a distintas personas. En las ruedas de reconocimiento, varias víctimas identificaron a los individuos, pese a que utilizaban pasamontañas y gorros para ocultar sus caras y pasar desapercibidos. Varias de sus fechorías, no obstante, quedaron impunes porque las mujeres no fueron capaces de poner cara a quienes las atacaron. En definitiva, al considerado cabecilla del grupo, apodado como el Gordo, le condenaron en dos ocasiones, y a los otros dos -el Pitufo y Mahúgo-, solo por una de las agresiones.

Inocentes

La Audiencia Provincial de Las Palmas celebró los juicios en mayo de 1991, en los que los condenados defendieron su inocencia y negaron cualquier relación con los delitos de robo con violación que se les imputaba. En el juicio en que participaron los tres -por una agresión sexual a una joven en una casa abandonada de Telde, cerca del cementerio de San Juan, en la que desnudaron y maniataron a su novio- llegaron a afirmar que la Policía les presionó para que confesaran sus crímenes y así podrían salir de la cárcel, en donde ingresaron el 7 de julio de 1990 tras prestar declaración ante el juez de Instrucción número 1 de Telde. Contradicciones, según recogió el periodista del Diario de Las Palmas que hizo la crónica del juicio, que no tuvieron efecto en el tribunal.

Los tres condenados reconocieron que se reunieron en la estación de guaguas de Telde, donde se pusieron de acuerdo para trasladarse hasta la casa abandonada. Un lugar en el que les constaba que solían reunirse parejas para pasar momentos de intimidad. Lo hicieron con la intención de sustraer objetos o dinero que les permitiera comprar drogas, según su versión ante la Audiencia. Pero rechazaron haber cometido el robo con violación, delitos de los que afirmaron «no saber nada». Uno de ellos, el Pitufo, reconoció que vio un hacha y un cuchillo de grandes dimensiones en la estación, pero no dijo nada más sobre quién lo llevaba y por qué. 

Uno de los condenados, 'El Pitufo', es escoltado por la Policía tras su detención en 1990.

Uno de los condenados, 'El Pitufo', es escoltado por la Policía tras su detención en 1990. / Diario de Las Palmas

Pese a sus evasivas, la víctima mantuvo en la sala de vistas el testimonio que dio en la instrucción, volviendo a identificar claramente a uno de sus agresores. Concretamente al Mahúgo, del que reconoció sus «ojos vivarachos» gracias al amplio corte del pasamontañas que llevaba. Él fue el primero que la penetró aquel día, y luego le seguiría el Gordo, hasta consumar el acto sexual. No así el tercero de los inculpados, al que le ofrecieron mantener relaciones, pero que se negó porque estaba visiblemente nervioso de que les pudieran descubrir. Su misión, relató la mujer, era la vigilancia, quedándose en el exterior para alertar en caso de que alguien se aproximara al lugar. 

Condenas ejemplares

Por estos hechos, la Audiencia Provincial condenó al Gordo y Mahúgo a 30 años de cárcel por un delito de robo con violación y a 16 años más por otro de violación con la agravante de reincidencia y de utilización de disfraz, tal y como estaba previsto en el Código Penal de la época. Por su parte, al Pitufo le impuso una pena de nueve años de privación de libertad por un delito de complicidad en la violación, a lo que se sumaron seis años más por otro de robo. En este último caso, el tribunal entendió que no participó en la violación de la mujer, a pesar de ser invitado en varias ocasiones, pero que sí estuvo vigilando mientras los otros dos realizaban la agresión sexual, y que además se dirigió a este lugar junto a ellos a sabiendas de que tenían intención de robar algo. 

Armas y pasamontañas incautadas por la Policía tras registrar los domicilios de los condenados.

Armas y pasamontañas incautadas por la Policía tras registrar los domicilios de los condenados. / Diario de Las Palmas

El Gordo fue también condenado, una semana después por la misma Audiencia Provincial, a otra pena de 27 años de prisión por una violación en una casa de Telde cometida en 1987, tres años antes de su detención. En aquella ocasión, además, utilizó a un niño como rehén para satisfacer sus fines libidinosos y presionar a la madre a que tuviera relaciones no consentidas. 

El asesinato de 'Mere'

El ‘modus operandi’ que seguían era siempre el mismo. Actuaban con sus víctimas sádicamente, llegando a consumar violaciones delante de los propios maridos o novios. Utilizaron, y les fueron intervenidas de hecho en sus domicilios, distintas armas como hachas, cuchillos, palos y sables para amenazar a sus víctimas. También pasamontañas, gorros y hasta camisas para poder ocultar sus rostros. 

En un primer momento, los agentes policiales también investigaron si estos tres hombres tenían que ver con el asesinato, de un disparo, de un joven vecino de Telde conocido cariñosamente como Mere. Los investigadores encontraron similitudes entre la forma de actuar de este grupo en sus robos y violaciones y la forma en que se asesinó a este hombre, pero no pudieron llegar a probarlo en un crimen que quedó impune.