La denunciante de una violación grupal en Puerto Rico asegura que calló al verse intimidada

Las defensas observan «contradicciones» en el relato de la víctima y en el informe médico

El fiscal recrimina el intento de los letrados de desviar la atención al estado etílico de la perjudicada

Los cuatro acusados por varios cargos de agresión sexual a una mujer en Puerto Rico, durante el juicio celebrado este miércoles en su contra.

Los cuatro acusados por varios cargos de agresión sexual a una mujer en Puerto Rico, durante el juicio celebrado este miércoles en su contra. / Elvira Urquijo (EFE)

La mujer que denunció una presunta violación grupal en un parque de Puerto Rico, en la localidad grancanaria de Mogán, aseguró este miércoles que, al verse intimidada por la presencia de cuatro agresores, decidió callar y adoptar una actitud sumisa porque le pareció «lo más seguro» para poder marcharse cuanto antes. Durante el juicio celebrado en la Audiencia Provincial, la víctima mantuvo la que había sido su versión durante el procedimiento acerca de los hechos, si bien las defensas encontraron «múltiples contradicciones» en su relato, así como en el conjunto probatorio que presentó Fiscalía, quien mantuvo su petición de penas de entre 58 y 61 años de cárcel. Para la acusación pública, existe prueba objetivada suficiente para enervar la presunción de inocencia.

En un bronco plenario, la magistrada presidenta, Pilar Parejo, tuvo que intervenir varias veces por la insistencia e impertinencia de las preguntas de los abogados. Estos intentaron desvirtuar la acusación en base al propio testimonio de la mujer. Hasta el punto que uno de ellos, en representación del acusado M. E. B., dijo que el fiscal les quería hacer ver que la víctima «era un corderito» aunque la prueba practicada no lo evidenciara. El letrado de H. E. Z., por su parte, aseguró que el testimonio «no cumple el criterio de credibilidad subjetiva» que establece el Supremo, «pero es que además la credibilidad objetiva la contradice». Esto es, los elementos de análisis.

En su declaración, la víctima relató cómo uno de sus agresores, A. L., se acercó a ella mientras paseaba por el parque, cercano a su apartamento, tras celebrar con unos amigos un cumpleaños. Le saludó y luego le agarró por el brazo y le hizo acompañarle adonde estaban los otros tres acusados, todos ellos de origen magrebí. Allí, se pusieron a hablar y bebieron alcohol, algo a lo que accedió «porque no me encontraba en una situación segura y decidí hacerlo para evitar que se pusieran violentos». Sin embargo, los presuntos agresores comenzaron a tocarle las piernas y, al poco tiempo, le hicieron tumbarse sobre unas mantas y mantuvieron relaciones sexuales por turnos. Uno de ellos, la violó dos veces. «Cuando terminó el primero, no me dio tiempo a levantarme cuando ya había llegado el otro... No recuerdo con detalle cómo fueron los otros, pero sé que me penetraron vaginal y analmente», contó con voz entrecortada a través de una intérprete.

Cuestiones insistentes sobre el alcohol que había ingerido

Cuestionada insistentemente por las defensas, en un interrogatorio que se demoró más de dos horas, reconoció que bebió en la fiesta a la que fue, pero también que se encontraba «bien» porque había sido una noche «tranquila». Sobre por qué no huyó o gritó pidiendo auxilio, preguntas que también le hicieron las representaciones de los acusados, explicó que hacerlo «no le pareció seguro» dada la situación en la que estaba. «No me decían nada pero me sentía intimidada porque no paraban de moverme, de darme vueltas...», detalló. 

Uno de los acusados, A. L., durante su declaración ante el tribunal este miércoles

Uno de los acusados, A. L., durante su declaración ante el tribunal este miércoles / Elvira Urquijo (EFE)

Los acusados, que solo respondieron a sus respectivos abogados, negaron haber cometido las agresiones sexuales de las que se les acusa. Uno aseguró que se encontraba durmiendo, otro que intentó mediar para evitar el ataque y otro que solo la abrazó. El único cuyo ADN coincidió con una muestra encontrada en el lavado vaginal de la víctima insistió en que las relaciones fueron consentidas, que nunca gritó y que llegó a pasar la Policía por la zona, pero que ella les dijo que se estuvieran quietos y no se preocuparan.

Ponen en duda los informes médicos

Pero las defensas también pusieron en duda los informes médicos. Todos destacaron que el parte de lesiones que se le hizo a la víctima en el centro hospitalario al que fue tras denunciar los hechos a la Guardia Civil -dos días después de su comisión- lleva a dictar una sentencia absolutoria. El forense, por su parte, sí que reflejaba hematomas en la zona interna de los muslos y en los antebrazos. Fue este el que empleó la Benemérita en el informe del instructor y sobre el que ha sustentado la acusación el fiscal. El letrado de A. L. denunció que el criterio para valorar si existieron los golpes o no «es coger el informe que más beneficie a la causa». Otro recalcó que esas contusiones se las pudo hacer «bailando» en la fiesta, lo que despertó las críticas del representante del Ministerio Público: «No sé ni cómo interpretar esta estrategia de defensa». 

El acusado H. E. Z. declara, acompañado de su intérprete, ante el tribunal de la Audiencia Provincial

El acusado H. E. Z. declara, acompañado de su intérprete, ante el tribunal de la Audiencia Provincial / Elvira Urquijo (EFE)

Otra prueba de cargo para la acusación del fiscal reside en una serie de mensajes de WhtasApp que se enviaron desde el móvil del acusado H. E. A. En uno de ellos, según la Guardia Civil, se mostraban felices por haber «cazado» a una «chica inglesa» y en otro, hablaban de una «conejita». Su abogado puso en duda que en esos audios fueran de su defendido porque el terminal «lo usaban todos». El juicio quedó visto para sentencia.