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El 'pizco' tendrá que esperar, cristiano

El Casino y La Fraternidad tienen cerrados juntos por primera vez en décadas sus respectivos bares

El presidente de La Fraternidad (de espaldas) con el abogado de la entidad y el agente judicial, el 23 de julio. SANTI BLANCO

Menos mal que la Liga de las Estrellas no ha empezado todavía. Solo faltaba eso para que los socios y clientes de La Fraternidad y el Casino La Unión se sumieran en una profunda depresión. Aunque menos conflictiva que la de la sociedad recreativa de San Gregorio, que puede demorar su apertura en varios meses, la entidad ubicada en la plaza de San Juan ya ha hecho los preparativos para recuperar cuanto antes la cantina.

De hecho, el 12 de agosto acaba el plazo para presentar ofertas y desde la directiva del Casino se confía en que poco tiempo después comience el nuevo concesionario con el servicio. Lo tiene más fácil que La Fraternidad porque la recuperación de la actividad se ha realizado en un ambiente de consenso y cordialidad y ha supuesto que su exadjudicatario reciba una indemnización económica por cancelar su contrato de explotación del local. Ha reinado la tranquilidad y se baraja que en este mismo mes vuelva a abrirse.La idea de los gestores del Casino es obtener un alquiler de 1.000 euros como mínimo y aumentar el número de socios con descuentos.

No es el caso de la sociedad recreativa del barrio de San Gregorio. Allí el rescate del bar-cafetería ha sido muy ardua, con tribunales de por medio y con un desenlace polémico y a cara de perro. El desalojo por orden judicial de las dependencias de La Fraternidad el pasado 23 de julio se realizó en un ambiente tenso, sobre todo al observar los miembros de la directiva en qué estado había quedado el local después de entregar las llaves al agente judicial el exadjudicatario en presencia del abogado de la entidad recreativa.

Mal estado del bar-cafetería

La junta directiva incluso llegó a pedir la asistencia de una notaria para que diera fe de la situación en la que fue entregado el salón que acogía el bar-cafetería.

Calificado de lamentable por los responsables de la sociedad, la puesta en marcha de la cantina será más complicada y tardía que la del Casino. Por delante queda, a tenor de los destrozos observados, mucho trabajo por hacer antes de que se vuelva a abrir. El cálculo es de unos dos meses, no solo por la rehabilitación del local, sino por el proceso de presentación de plicas de los interesados en la adjudicación de este negocio. Un cierre casi al unísono de ambas cantinas que no recuerdan ni los más viejos del lugar. El pizco tendrá que esperar.

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