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Una vida marcada por el rock

El músico teldense Tony González da un recital con su banda en las fiestas de La Garita y ya organiza el primer encuentro de cantautores locales en noviembre para San Gregorio

El cantautor Tony González con su inseparable guitarra en la playa de La Garita, ayer. YAIZA SOCORRO

"Cuando toqué la guitarra por primera vez sentí lo que es plasmar mis sentimientos para transmitirlos con acordes después". Tony González, cantautor teldense, define así el comienzo de su idilio con el mundo de la música. Aunque reconoce que es bastante difícil ser artista, asegura que merece la pena tomar este camino. Por este motivo quiere tender su mano a quienes como él quieran hacer carrera en el mundo del espectáculo. De este modo, se encuentra inmerso en la organización de un encuentro de cantautores y bandas locales en el marco de las fiestas de San Gregorio para que tengan un espacio en el que dar a conocer su arte. "Hay que apostar por lo nuestro y aportar nuestro granito de arena", sostiene González, "porque hay mucho arte en la sombra". En este sentido incide en que el público "está anclado en lo de siempre" y se muestra poco abierto a escuchar lo nuevo. De ahí que se esté moviéndose con ahínco para conseguir la presencia en este evento de artistas de reconocido prestigio como Arístides Moreno, Pedro Guerra o Víctor Lemes. "Si ellos apadrinan el evento se asegura tener una cuota de público", insiste. Al mismo tiempo señala que el hecho de subirse a un escenario supondrá una gran oportunidad para muchas personas, quienes atesorarían esta primera experiencia como parte esencial en sus vidas.

El apoyo institucional por parte del Ayuntamiento también es importante para sacar adelante su proyecto musical. Así, se muestra agradecido con Juan Martel, concejal de Festejos, por abrirle las puertas de su despacho. "El mismo mensaje y los mismos esfuerzos no se oyeron antes y ahora, con el cambio del grupo de gobierno, sí", subraya. Asimismo, la aceptación en las redes sociales le ha sorprendido, puesto que nada más lanzar un mensaje en su muro de Facebook para hacer un llamamiento a la participación la respuesta ha sido espectacular: "Me han llegado muchas peticiones y estoy muy contento por la acogida". De hecho, esgrime que son muchos más los artistas desconocidos que los reconocidos, por lo que es importante, aunque no imprescindible, auparse desde este tipo de plataformas. "Es un instrumento fundamental. A tiro de click tienes al alcance nuevas oportunidades sin moverte del sillón", apuntala. Resalta, no obstante, que es difícil en muchos casos saber qué puede ser viral, "ya que una gallina cruzando una carreterapuede tener más visitas que el de un virtuoso de la guitarra". Pero que el camino hacia el estrellato sea sinuoso no afecta a sus ganas de triunfar. "Se requiere mucha inversión para hacer un bolo, es la realidad de un músico. Pero lo que quiero, más que cobrar, es expresar lo que siento y cantarlo a los cuatro vientos", indica. Sin embargo, es cosnciente que en la realidad de su anhelo es necesario el dinero. "Tengo mi trabajo en la recepción de la residencia de mayores de Ojos de Garza, pero sería un sueño poder vivir de la música", apunta.

Letrista y compositor

Antes de aprender a arrancar acordes de su inseparable guitarra, Tony González descubrió desde muy pequeño su don para escribir. Nostálgico, recuerda entre risas como en el colegio era el letrista de la murga. "Me gustaba hacer rimas y lo hacía por inercia", remarca. Fue durante la adolescencia cuando comprendió su afición por la escritura. En el instituto llegó incluso a ganar un concurso de relatos por el que consiguió 10.000 euros y la lectura de su composición en un salón de actos. Desde entonces no ha parado de escribir, pues siente que a tráves de esta acción canaliza buena parte de sus vivencias.

El rock como guía

La vida de Tony González ha estado acompañada de muchos altibajos. Su estancia en el orfanato, el rechazo de la primera familia que lo acogió, el escarceo -superado ya con creces- en el duro mundo de las drogas y la muerte de su primer hijo le han marcado profundamente. Por eso la música es una vía de escape y el rock actúa como bálsamo del pasado. En la pérdida de su primer vástago le ayudó mucho y todavía lo hace. "No me pongo de rodillas a rezarle. Canto con el alma como si él estuviese entendiéndome para sacar todo lo que llevo por dentro", relata emocionado.

El nacimiento hace nueve años de su segundo hijo, Javier, también le ha dado alas. A él le dedica la canción Mi pequeño superhéroe, un sencillo en el que los tonos tristes dan paso a otros más alegres gracias al efecto que el niño ejerce sobre él. "Cualquier aspecto de mi vida es un sentimiento, una experiencia triste o divertida. Todo está en mis canciones y ahí se pueden encontrar", explica. Ayer por la noche dio un concierto en La Garita con motivo de sus fiestas. Durante una hora y media quince canciones de su reportorio emocionaron y entretuvieron al público congregado en torno a la plaza del barrio teldense. Junto a él, los componentes de la banda que lidera: Tok 2 by rock. Cristo Sánchez (bajo), Héctor González (batería) y Sandro Sánchez (guitarra) ponen, con él, música a sus composiciones. "Tener una banda que acompañe mis letras es lo mejor que me ha pasado", sostiene. Y aunque al principio perteneció a un grupo que versionaba temas de Sabina, pronto decidió apostar por sí mismo "y poner toda la carne en el asador".

En su música es difícil encontrar influencias de artistas conocidos porque es un músico hecho así mismo, un autodidacta que con un par de nociones básicas decidió lanzarse al mundo de la composición e interpretación. De ahí el nombre de su primer disco, del que ya ha vendido casi 200 copias: Cuatro notas y seis cuerdas.

El volumen de ventas le ha permitido recuperar la inversión de este proyecto. Con las que consiga a partir de ahora pretende sacar un segundo álbum junto a su grupo. El rock, una vez más, será el sello de la casa.

Y aunque le gustaría disponer de más tiempo para escribir negro sobre blanco acompañado de los acordes de su guitarra, dedica cada instante que puede a hacer su música. No hay regla preestablecida porque el matiz es siempre diferente o desigual: "Los sentimientos viajan en una montaña rusa y hay que darles salida".

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