El Goro, todos a una contra la okupación

Una de las dueñas de la casa que no fue okupada el jueves en este barrio de Telde agradece a los vecinos la movilizacion que impidió que usurparan la vivienda familiar

Los residentes se muestran orgullosos de la valentía y la solidaridad que demostraron, y aseguran que ahora se sienten más seguros

Viviendas okupadas en El Goro, Telde

La Provincia

"Estoy muy agradecida con todos los vecinos de El Goro", exclamaba este lunes por la mañana María del Pino Suárez, mientras evaluaba los daños que ocasionaron las dos mujeres que el jueves intentaron okupar su vivienda familiar en Telde. "Me gustaría poder darle las gracias uno a uno por lo que hicieron por nosotros, no, lo que hicieron por mis padres".

María del Pino llevaba sin entrar en esta vivienda 15 años, desde que falleció su madre, porque, reconoce, "no tenía fuerzas para hacerlo" por todos los recuerdos y sentimientos que encierra. Sin embargo, hoy tuvo que hacer acopio de voluntad para ir junto a su marido a arreglar las cerraduras y las puertas que dos vecinas de la misma calle rompieron con el objetivo de quedarse a vivir allí de forma ilegal, un intento que fue frustrado por los propios vecinos, que alertaron a la Policía.

El jueves, El Goro fue como Fuenteovejuna y todos los vecinos actuaron unidos para evitar un nuevo caso de okupación. Hoy, todos recordaban con orgullo ese momento, aunque el temor a posibles represalias les hace querer mantener el anonimato.

Gregorio Macías, uno de los vecinos que observó lo sucedido desde primera línea

Gregorio Macías, uno de los vecinos que observó lo sucedido desde primera línea / Juan Castro

Algo sospechoso

"Llevaban dos o tres días dando vueltas con el coche, planificándolo todo", afirman María y Pedro, quienes no quieren dar su nombre real "porque aquí nos conocemos todos y no queremos que nos rayen el coche o nos hagan otra cosa". Sin embargo, arropados con el arrojo del resto de residentes, sí plantaron cara a las dos mujeres.

Poco antes de que todo sucediera, Pedro había salido a la calle y vio el coche pasar "con cuatro o cinco mujeres" y que aparcaba cerca de la vivienda. Le extrañó, así que decidió ir a su casa a buscar a su perro y volver a salir un poco más tarde. Cuenta que estas personas intentaron forzar la cerradura de la entrada de la calle y como no lo consiguieron utilizaron una escalera para subir hasta la azotea. Allí, tras como se desprende del estado de la puerta de acceso, intentaron forzar también la cerradura. Y como nada funcionaba, "llamaron a un cerrajero".

"Bien que pudieron subir, pero cuando los policías les pidieron que bajaran dijeron que tenían vértigo y tuvieron que venir los bomberos con una plataforma; tenían que haber bajado con los mimos frangollos que subieron".

Desde primera línea

Testigo de este último intento fue Gregorio Macías, que observó la escena sentado en una pequeña banqueta junto a la entrada de su garaje. "Había una señora con un cerrajero cuando llegó un familiar y les preguntó que qué hacían allí". En ese momento, el barrio ya se había movilizado a través de llamadas de teléfono, mensajes de WhatsApp y el boca a boca, y la calle comenzaba a llenarse de personas que se convirtieron en héroes para María del Pino Suárez y el resto de los herederos de esa vivienda, y efectivos de la Policía Local y la Nacional, que intentaban convencer a las dos mujeres de que bajaran.

Él no se unió a la gente que increpaba a las dos okupas fallidas, pero no dejó de observar desde su casa todo lo que ocurría. "Las conozco; viven en un piso en la misma calle y alguna vez he hablado con una cuando hemos coincidido sacando a los perros", apostillaba. Pese a que se habían cubierto las caras con las capuchas de sus sudaderas para no ser reconocidas, "pude ver a una de ellas cuando bajaba", afirmaba.

"En otro lugar los vecinos no se habrían movilizado así", asevera con orgullo cuando recuerda cómo los vecinos no dudaron en salir a la calle para evitar la usurpación de esa casa.

Aviso desde Sevilla

La noticia del intento de okupación se extendió a gran velocidad, tanto que una de las vecinas, Reyes, se enteró de que dos mujeres intentaban resistir en la azotea del número 19 de la calle Julio César por su hermano, que estaba en Sevilla.

Calle Julio César, donde se encuentra la vivienda que el jueves sufrió un intento de okupación

Calle Julio César, donde se encuentra la vivienda que el jueves sufrió un intento de okupación / Juan Castro

A José Diego Bermúdez, el suceso que colocó en el mapa informativo a su barrio, le pilló fuera de la Isla y a medida que ha ido conociendo cómo sucedió todo, ha ido aumentando su orgullo por sus vecinos. "Se portaron del 1.000, una maravilla, mejor imposible". Saber que las personas que viven a su alrededor son capaces de reaccionar de esta manera le hace sentir "más tranquilo" y asegura que en una situación similar él haría lo mismo. "Estoy totalmente en contra de la okupación porque para tener lo poquito que tengo he trabajado mucho".

Ahora, los herederos de la vivienda que protagonizó lo que algunos denominan ya 'un Fuenteovejuna' analizan qué hacer para proteger la casa familiar.