Paleontología / Paleoantropología

La oreja de un primate de 6 millones de años nos muestra cómo comenzamos a caminar erguidos

El simio fósil Lufengpithecus arroja pistas sobre cambios en las estrategias de movimiento, que habrían culminado en el bipedalismo humano

Reconstrucción del comportamiento locomotor y paleoambiente de Lufengpithecus.

Reconstrucción del comportamiento locomotor y paleoambiente de Lufengpithecus. / Créditos: Xiaocong Guo, Xijun Ni, Instituto de Paleontología y Paleoantropología de Vertebrados, Academia de Ciencias de China.

Pablo Javier Piacente

Ni los estudios anteriores ni los registros fósiles han permitido la reconstrucción de una historia clara y definitiva de las primeras etapas evolutivas que llevaron al bipedalismo humano: ahora, el oído interno de un simio fósil de 6 millones de años revela pistas sobre la evolución que nos llevó a caminar erguidos.

Un grupo internacional de investigadores de la Academia de Ciencias de China y la Universidad de Nueva York, en Estados Unidos, analizó evidencias descubiertas recientemente en cráneos de un simio fósil de 6 millones de años, Lufengpithecus, para obtener pistas importantes sobre los orígenes de la locomoción bípeda que caracteriza al ser humano.

Los hallazgos, que se resumen en un nuevo estudio publicado en la revista The Innovation, se concretaron a partir de un método novedoso: estudiar la región ósea del oído interno del primate extinto, utilizando tomografía computarizada tridimensional.  

Tres pasos evolutivos

Según una nota de prensa, los humanos y nuestros parientes más cercanos, los simios actuales, muestran una notable diversidad de tipos de locomoción, desde caminar erguidos sobre dos piernas hasta trepar a los árboles o trasladarse usando las cuatro extremidades. ¿Qué cambios hicieron posible que los primeros humanos adoptaran el bipedalismo?

Aunque los especialistas se han hecho esta pregunta durante mucho tiempo, intentando determinar cómo la postura y el movimiento bípedo de los humanos evolucionaron a partir de un ancestro cuadrúpedo, tanto los estudios previos como los registros fósiles no han logrado reconstruir los pasos evolutivos que propiciaron el bipedalismo humano.

Ahora, la nueva investigación concluye que el cambio se habría concretado en tres pasos, a partir de una riqueza creciente de los movimientos de los primates sobre el suelo, en las ramas y los árboles, combinando estrategias bípedas y cuadrúpedas que derivaron finalmente en nuestra capacidad para erguirnos.

El oído, la orientación y el movimiento

Los científicos llegaron a esta conclusión analizando el oído de Lufengpithecus, un simio fósil de 6 millones de años de antigüedad cuyo repertorio locomotor era similar al utilizado por el último ancestro común de los simios y los humanos.

"Los canales semicirculares, ubicados en el cráneo entre nuestro cerebro y el oído externo, son fundamentales para proporcionar nuestro sentido de equilibrio y posición cuando nos movemos, y brindan un componente fundamental de nuestra locomoción", explicó en el comunicado el científico Yinan Zhang, del Instituto de Paleontología y Paleoantropología de Vertebrados de la Academia China de Ciencias (IVPP) y autor principal del nuevo estudio.

“El tamaño y la configuración de los canales semicirculares se relaciona con la forma en que los mamíferos, incluidos los simios y los humanos, se mueven en su entorno. Gracias a las nuevas tecnologías utilizadas, pudimos visualizar la estructura interna de los cráneos fósiles y estudiar los detalles anatómicos de los canales semicirculares, para revelar cómo se movían los mamíferos extintos”, agregó el investigador.

Combinación y riqueza creciente de movimientos

En definitiva, el cambio que llevó al bipedalismo se habría concretado en tres pasos. En primer lugar, los primeros simios se movían en los árboles con un estilo similar al que hoy desarrollan los gibones en Asia, según los científicos.

En segundo lugar, el último ancestro común de los simios y los humanos era similar en su repertorio locomotor al Lufengpithecus, utilizando una combinación de escalada y trepado, suspensión de las extremidades anteriores, bipedalismo arbóreo y cuadrupedalismo terrestre.

Es a partir de este amplio repertorio locomotor ancestral desarrollado sobre el suelo, las ramas y los árboles que evolucionó el bipedalismo humano, llegando al tercer paso evolutivo que marcó nuestra capacidad para erguirnos.

Referencia

Lufengpithecus inner ear provides evidence of a common locomotor repertoire ancestral to human bipedalism. Yinan Zhang et al. The Innovation (2024). DOI:https://dx.doi.org/10.1016/j.xinn.2024.100580