Si se juntaran los 27.414 habitantes de Eibar -última cifra registrada por el Instituto Nacional de Estadística (INE) en 2105- no llenarían el Estadio de Gran Canaria -que tiene un aforo para 32.392 espectadores-. El dato, anecdótico para el fútbol, sirve para poner en valor la presencia y el rendimiento de la Sociedad Deportiva Eibar en la Liga BBVA durante la presente temporada: séptimo en la clasificación, con 36 puntos -uno más que el Athletic Club, con todo lo que eso representa en el País Vasco- y metido de lleno en la pelea por colarse en competición europea el próximo curso. Todo eso -sobresaliente- da forma al milagro armero, una trayectoria que contrasta con la dinámica trazada por la Unión Deportiva Las Palmas que, con el mismo presupuesto -32 millones de euros-, suma 15 puntos menos y pelea por regatear el descenso a Segunda División.
El éxito de la SD Eibar, que compite en un estadio con capacidad para 6.267 espectadores -el club cuenta con 5.000 abonados y una lista de espera para reservar una localidad en el campo-, ha dado para un sinfín de reportajes y hasta para un libro: Otro fútbol es posible. El modelo Eibar una obra de Álex Aranzábal -doctor en Economía y Dirección de Empresas por Deusto y presidente del club- y que prologó Jorge Valdano. La receta para entender la gloria armera es tan sencilla que, en un negocio tan exagerado como el fútbol, abruma: economía de guerra, un modelo de gestión austero -en Segunda División, por ejemplo, se desplazaban por la Península en guagua-, la contratación de futbolistas jóvenes y con hambre y la unión en el vestuario -"aquí, antes y ahora, hay un estilo innegociable: todos somos iguales, sin figuras, y quien no piense así no tiene cabida. El propio grupo le demostrará su error", apuntaba Gaizka Garitano, el entrenador que ascendió al equipo vasco a Primera División en 2014, en El País-.
El método de la SD Eibar, que se ha incluido en el programa de estudios de Iese en un proyecto elaborado por José Antonio Segarra, Alberto Fernández Terricabras y Javier Aguirreamalloa, marca unas pautas muy claras a nivel económico. El coste de la plantilla ronda los nueve millones de euros -el más bajo de la categoría-, la política de coste cero -no vender futbolistas, no hipotecarse y generar recursos- marca el rumbo, los salarios se vinculan a la categoría en la que milite el equipo y en caso de descenso a Segunda y no recuperar la plaza en Primera División de inmediato aplicaría el principio N+1 -desmantelar la estructura de gestión-.
Más allá de los números, el éxito de la SD Eibar se mide -sobre todo- a partir de su rendimiento deportivo. Y ese detalle, esta campaña, el conjunto armero es una de las grandes noticias de la Liga BBVA. Tras ocupar plaza de descenso al final del ejercicio anterior y obtener la permanencia en los despachos -después de que la Liga de Fútbol Profesional (LFP) mandara a Segunda al Elche por presentar irregularidades en sus cuentas-, la SD Eibar va como un cohete a los mandos de José Luis Mendilibar, que regresó a Ipurua para asentar al equipo guipuzcuano en la élite. De los 15 fichajes que cerró este verano la SD Eibar, seis llegaron cedidos, ocho con la carta de libertad y solo pagó traspaso por uno: el japonés Takashi Inui, por el que abonó 300.000 euros al Eintracht de Fránfort.
Con esa hoja de ruta tan definida, la SD Eibar es hoy un ejemplo en el fútbol europeo por la gestión de sus recursos y su rentabilidad deportiva. Un plan que saca mil años de ventaja, ahora mismo, al de la UD Las Palmas.
