Es el nuevo santo. Quizás una versión superior, o puede que sólo a la altura del mejor Íker Casillas, cuya imagen por sus malas últimas temporadas ha quedado tan dañada que muchos olvidan su facilidad para generar milagros hasta que José Mourinho le devoró la confianza. Dependerá de la opinión de cada uno el peldaño en el que poner a Keylor Navas, si por encima, por debajo o al mismo nivel que su predecesor. Lo que está claro es que el costarricense ha demostrado que no le quedan grandes los guantes del Real Madrid. Y no lo ha podido tener más complicado para rendir.

Relegado por la obsesión -una de tantas- de Florentino Pérez por fichar a David de Gea, ex del Atlético de Madrid, y dar una demostración de liderazgo en la capital de España, Navas tenía la etiqueta de segundón. El presidente, cegado por exhibir talonario al menos una vez por verano, tenía a De Gea como fichaje mediático del último mercado y no creía en él. Hasta el punto de protagonizar uno de los capítulos más sonrojantes de la historia del club con el caso del fax. Pero Rafa Benítez sí tenía fe ciega en Keylor, le mimó, le estimuló y le dio continuidad. De hecho, se puede considerar el trato al costarricense como la mejor herencia del entrenador en el Real Madrid.

Benítez le dio la titularidad desde la primera jornada y desde entonces sólo se ha perdido dos partidos de Liga, ambos por lesión, y uno de ellos contra la UD Las Palmas. En ese choque salió de inicio Kiko Casilla. La dolencia no repercutió en sus reflejos felinos.

Una de sus principales cualidades es su tendencia a achicar portería en los mano a mano. Cada vez que le encaran, y es habitual que se produzca en cada encuentro, da varios pasos adelante para perturbar la visión de la portería del atacante de turno. Con esa arma suele ganar numerosos duelos individuales, una de sus especialidades.

Así, ha encajado 23 goles en los 26 partidos que ha disputado. En ninguno de ellos ha cantado e incluso ha parado dos penaltis.

Es más, es el salvador habitual de una defensa que en muchos encuentros ha hecho aguas. Ocurrió por última vez ayer, ante la Roma. El conjunto italiano contó con numerosas oportunidades para dar un buen susto, pero ahí estuvo Keylor para intervenir o para intimidar al delantero de turno.

Pisó el Gran Canaria

El meta será uno de los pocos jugadores del Real Madrid a los que les suene el Estadio de Gran Canaria. Cuando defendía la portería del Albacete, allá por la 2010-11, su primera temporada en España, jugó en el recinto de Siete Palmas y su equipo perdió 2-1 con goles de Pedro Vega y Guayre. Recaló en la ciudad manchega por recomendación de Gabelo Conejo, que defendió la portería del Albacete entre 1991 y 1994.

Su gran temporada en Segunda llamó la atención del Levante, que le fichó por sólo 200.000 euros. En las dos primeras temporadas como granota apenas jugó, pero en un solo curso brilló, lo remató con un Mundial espectacular y el Real Madrid se llevó la subasta. Llegó como suplente cómodo para Casillas y se ha convertido en su digno, o más que digno, heredero.