En el día del estreno de la segunda película de Trainspotting la UD Las Palmas, como los protagonistas del filme que marcó a toda una generación, tenía que elegir entre la vida y la perdición. Y se quedó a medias. Porque eligió la vida. Se empeñó en ganar, en mantenerse fiel a su estilo, en someter a un gran rival a través de la posesión de balón. Se empeñó en sobrevivir. Pero el destino le llevó a la perdición, a encajar su cuarto bofetón consecutivo, a alejarse sin remedio del sueño europeo y a quedar condenado a la intrascendencia en la clasificación, salvo milagro o debacle, hasta final de curso. No necesitó ninguna droga la UD, al contrario que Mark Renton y sus amigos, para acabar la noche destrozados.

La derrota ante la Real Sociedad (0-1) solo se puede explicar utilizando los argumentos más simples del fútbol. El equipo amarillo quiso más, dominó, tuvo un sinfín de ocasiones pero se estrelló a veces con su nefasta puntería y en otras con un gran Rulli. A la Real Sociedad, un equipazo que va camino de lucharle la cuarta plaza al Atlético de Madrid, le bastó un error de Javi Varas, que entregó el balón a Xabi Prieto y éste, con la elegancia que le caracteriza, apuñaló a la UD.

Su falta de reacción en el último cuarto de hora y, sobre todo, la inocencia en las dos áreas fueron los únicos pecados que cometieron los amarillos. Después del desastre de Málaga, cuando la UD no se pareció en nada a sí misma, aterrizaba la Real Sociedad para medir su realidad. La cita ante los donostiarras iba a dar la respuesta de si los insulares se encontraban en una depresión o pasaba por una simple gripe. A pesar del resultado, la gran actuación del equipo deja las cosas claras: no han perdido el norte, solo la puntería. Jesé Rodríguez, Tana y Prince Boateng no pudieron culminar con goles su buen partido, y el de todo el equipo. En una segunda parte primorosa no pararon de fallar ocasiones. Y en la primera, más equilibrada, también tuvieron oportunidades para marcar. Claro que entonces, hasta el descanso, la Real Sociedad también había aparecido por el área de Javi Varas, algo que no hizo en la reanudación hasta la concesión del portero.

"Nos faltó valentía", había criticado Quique Setién tras la derrota en Málaga. Fue su principal y casi único reproche al equipo tras la mala actuación del lunes. Pero ayer le sobró a la UD. Tanto a Roque como a Aythami, Bigas y, sobre todo, a Varas. Los riesgos que no tomó el andaluz ayudaron a que el equipo no se sintiera cómodo y no superara la presión del Málaga. Ayer, en cambio, su sangre fría vino de maravilla a los insulares para acomodar al equipo y desbordar a los donostiarras. Condenado a vivir en el alambre para activar a Roque Mesa y, a partir de él a todos los mecanismos ofensivos del equipo, el portero entregó uno de esos pases a Xabi Prieto, que no falló.

Con la personalidad de Javi Varas y los centrales corrigió la UD su problema de personalidad que arrastraba de La Rosaleda. Así se recuperó el manual del juego de seda con Roque como centro de operaciones. Conectado el teldense era cuestión de lógica que se activaran Jonathan Viera y Vicente Gómez y, a su vez, el resto del ataque. El problema de carácter quedó también resuelto con la intensidad. Y es que ayer, al contrario que en Málaga o en Granada la UD sí se llevó un buen número de balones divididos.

Aunque tuvo la pierna fuerte y la mente lúcida el conjunto de Setién, las primeras ocasiones fueron para la Real Sociedad. El cuadro donostiarra, con Illarra, Prieto y Zurutuza de faros salió con todos los sentidos puestos en el partido. Así, Íñigo Martínez y Yuri, en acciones a balón parado, avisaron a la UD con dos remates que se marcharon por encima del larguero. En otra llegada David Simón, que completó otra actuación soberbia, le dio con la mano pero el colegiado no señaló penalti.

Tres variantes en el once

No tardó en reaccionar la UD, que también había recuperado el equilibrio con la entrada de Tana en el extremo derecho por Halilovic. Al de San Cristóbal, el más destacado del equipo junto a Simón y Vicente, solo le faltó el gol para coronar su mejor partido en meses. Fue la novedad junto a Aythami y Hélder Lopes, otro puñal por el costado izquierdo, por Lemos y Dani Castellano. Pero todo la precisión de la UD en la posesión de balón empezaba en una salida más limpia con Roque y Viera como protagonistas. La primera piedra amarilla en el área contraria llegó con la participación de los dos, que lanzaron a Jesé y éste a Hélder Lopes, cuyo centro no entendió Prince. Poco después, con otra buena aparición de Jonathan Viera se plantó Simón ante Rulli pero su remate en escorzo se quedó en el aire.

La batalla de la posesión de balón todavía estaba equilibrada. Los dos presionaban, adelantaban la defensa, concedían espacios y las ocasiones se sucedían en las dos áreas. El duelo era un festival de talento a pecho descubierto pero sin pólvora. La UD lleva así varios meses y la Real Sociedad ha entrado en esa dinámica desde la lesión de Willian José.

Oyarzábal fue el siguiente en fallar, en su caso tras un gran centro del joven Odriozola. Respondió la UD con sus mejores minutos al son de Jonathan Viera y Tana. Pero no acertaba nadie. Ni siquiera el árbitro, que no vio una mano de Zurutuza dentro del área. La ocasión más clara y la última de la primera parte la tuvo Jesé, que en boca de gol se encontró con Rulli. Un adelanto de lo que estaba por venir.

Ya todo le fluía a la UD, y así continuó en la reanudación. La Real Sociedad mostró la bandera blanca, asumió que perdió la posesión de balón, retrasó sus líneas y los amarillos no pararon de llegar al área. Centros de Hélder Lopes y Simón, claridad de ideas de Viera, Tana y Vicente, desmarques de Jesé y Prince, seriedad en el corte de Roque y los centrales... la UD cuajó un cuarto de hora de vértigo, minutos a la altura de los mejores del curso. Prince y Tana en dos ocasiones comenzaron la pesadilla de la mala puntería. Rulli salvó la segunda de Tana y más tarde hizo lo propia con una soberbia parada ante Jesé. El ex del Real Madrid está gafado ante la portería.

En ese panorama llegó el error de Varas y el remate a placer de Xabi Prieto. El gol fue un bofetón con la mano abierta. El golpe anímico tras el carrusel de ocasiones falladas fue tremendo y ya no hubo más señales. Setién intentó agitar el encuentro con Halilovic por Vicente y Mateo García por un lesionado Hélder pero no hubo manera. Los amarillos acabaron el duelo cabizbajos.