Giuseppe Rossi, un delantero de escándalo con un enorme talento y un gran currículum, no terminaba de adaptarse a un equipazo como el Celta y llevaba solo un gol en toda esta Liga. Tras el paso de la UD Las Palmas por Balaídos ya suma cuatro. Así de frágil es el equipo amarillo, sobre todo cuando viaja a domicilio. El triplete del delantero italiano contó con el visto bueno de la zaga insular, un desastre en lo individual y en lo colectivo. En lo individual porque Pedro Bigas, Dani Castellano y David García estuvieron muy blandos en cada uno de los goles. Y en lo colectivo porque el equipo no tiene la tensión necesaria para resistir ante un equipazo como el Celta y con figuras de la talla de Iago Aspas. El equilibrio brilla por su ausencia en la UD Las Palmas, que ya es el quinto conjunto más goleado de Primera. Solo su enorme arsenal ofensivo compensa una estadística más propia de cualquier equipo destinado a pelear por la permanencia.

No es la primera vez que le ocurre a la UD. Una media docena de partidos fuera de casa han seguido el mismo patrón. En los feudos de la Real Sociedad, Betis, Osasuna, Granada, Málaga y Espanyol la defensa del equipo insular se lo puso demasiado fácil a su rival. Hubo muchos errores en la salida de balón y ausencia de compromiso a la hora de correr hacia atrás, hacer faltas tácticas o precisar el pase en una zona de peligro.

Ante el Celta los goles llegaron por errores de todos los colores. Para empezar, todavía en el minuto 12, a Bigas se le cruzaron los cables. Con el balón en los pies, pensó varias cosas a la vez y se quedó a medio camino para dejarle el cuero muerto a Rossi. El italiano metió la directa y superó a Raúl con un preciso tiro cruzado. Tras ese gol el Celta pisó el aceleradory Raúl se tuvo que multiplicar. La más clara fue un balón largo en el que Iago Aspas se comió a Dani Castellano pero falló el mano a mano. El internacional español fue la pesadilla del gemelo, que a la media hora le volvió a conceder demasiado. Recibió el gallego en su propio campo y con la línea de cuatro bien posicionada. Pero el lateral reculó, reculó y reculó sin meter la pierna hasta que el extremo llegó al área y sacó un fuerte disparo que despejó Raúl. El meta metió una buena mano pero no pudo dirigir el rechace, que fue a parar a los pies de un Rossi agradecido.

El italiano, que ya marcó el curso pasado a la UD con la camiseta del Levante, se adelantó a David García en la pelea por el balón suelto, un anticipo del tercer gol. Y es que, ya en la segunda parte, el tercer tanto llegó con los mismos protagonistas. Aunque esta vez la jugada nació en una pérdida de Tana. Tampoco ayudaron lo suficiente los mediapuntas, ya sea con sus imprecisiones con el balón o con las pocas coberturas. Ni siquiera Roque, normalmente atento a todo lo que ocurre a su alrededor, tuvo su mejor día. Siempre perseguido por Jozabed, el teldense vivió uno de sus peores partidos desde que es una referencia en la UD.

Fue el ex del Rayo, que realizó un marcaje sobresaliente a Roque durante todo el choque, y para lo que Quique Setién todavía no ha encontrado solución a pesar de que muchos equipos repiten la fórmula, quien asistió a Rossi. David García estaba a tiempo de anticiparse al italiano, pero fue demasiado blando al cruce y el punta volvió a batir a Raúl con un remate cruzado muy preciso. En el tramo final de encuentro, ya sin Rossi ni Aspas en el campo, el Celta bajó el pistón. Pero aún así Pione Sisto se plantó un par de veces ante Raúl tras nuevos errores del equipo amarillo.

Retroceso en la era Setién

El desastre defensivo no es nuevo. Ni siquiera se puede excusar el equipo en la falta de objetivos porque la poca tensión defensiva, tanto colectiva como individual, ha ocurrido muchas veces. En este aspecto en la era Quique Setién se ha vivido un retroceso, sobre todo en los últimos meses. En los seis partidos a domicilio del 2017 el cuadro insular ha encajado hasta 18 goles, un promedio de tres dianas recibidas: cinco del Barcelona, uno del Granada, dos del Málaga, tres del Real Madrid, cuatro del Espanyol y ahora otros tres del Celta.

Cuando Quique Setién llegó a la UD, hace ya una temporada y media, el cuadro insular se desangraba en defensa y le faltaban recursos en ataque. En un inicio el técnico cántabro hizo énfasis en el equilibrio. En sus primeras sesiones de entrenamiento y también en sus declaraciones dejaba claro que para construir su obra tenía que empezar por los cimientos. Su fama de entrenador ofensivo en el Lugo no chocaba con una obsesión por hacer de la fiabilidad defensiva otra de sus banderas. De hecho, su debut en el banquillo estuvo gobernado por las precauciones y el equipo empató 0-0.

Progresó poco a poco la UD, tanto en defensa como en ataque, y en la mejor versión de la era Setién, la de aquella primavera de oro, la zaga era un auténtico muro. En siete jornadas encajó solo cuatro tantos en siete encuentros, una cifra que le permitió lograr seis victorias y una derrota, la inmerecida frente al Real Madrid en el Gran Canaria. Con David García y Javi Garrido o Dani Castellano en los laterales, con el dúo infranqueable Lemos-Bigas con Roque agigantándose por delante, los cimientos de la UD eran de hierro. Pero ese espectacular trabajo defensivo, siempre acompañado de un sello de estética en ataque, se ha ido descomponiendo poco a poco. Ahora la UD es una máquina de hacer regalos. Ha seguido evolucionando en ataque a la vez que ha ido retrocediendo en defensa. Y lo de Balaídos es el último ejemplo. Si a la poca estructura defensiva se le une la poca intensidad, se avecina una recta final de pesadilla para la UD.