Siempre rodeado de la pelota. Sus primeros vecinos aún recuerdan así a Jonathan Viera, aquel niño moreno del número 34 de la calle Málaga, una de las vías que entrelazan el Polígono de San Cristóbal. Allí, el que va camino de convertirse en uno de los jugadores más influyentes en la historia de Las Palmas, empezaba a coquetear con el balón. Calle arriba y calle abajo; de la cancha al campo de fútbol; del portal a correr otra vez tras el balón.

Antes de convertirse en el 'mago de La Feria', donde se trasladó a vivir con su madre, Jonathan Viera dejó su sello en las baldosas del Polígono de San Cristóbal. De la mano de su abuelo Juan o su madre Inmaculada Ramos iba a entrenar, se pasaba por el campo de petanca y empezaba a deslumbrar por su talento en el Árbol Bonito. Un club que lo unió para siempre con otro 'pibe' que también prometía en aquel momento. Más espigado que Viera, Víctor Machín 'Vitolo' cabalgaba junto a él.

Después llegó el cambio de domicilio, dejar un barrio para aterrizar en otro con su consiguiente cambio de escudo. No duró mucho en el Atlético Feria. La UD Las Palmas se hizo con aquel chaval al que llamaban 'Romario' para su cadena de filiales.

De amarillo

Cumplió años y quemó etapas. Fijo desde entonces en cualquier plan de la UD Las Palmas dio el salto al primer equipo con Paco Jémez en 2010. La camada era imponente: el propio Viera, Vitolo, Vicente, Juanpe y Aythami Álvarez.

Desde aquel debut su explosión fue total. Internacional sub 21, la UD Las Palmas de Segunda División le quedaba pequeña. Traspasado al Valencia, besó el sabor de la Champions en Mestalla, salió cedido a Vallecas y puso rumbo a Lieja antes de volver a la Isla. Es aquí, cerca de los suyos, donde nunca ha fallado. Clave en el ascenso, en estas dos temporadas en Primera División ha sido el hombre que marca el paso de la UD.

El pasado curso estuvo cerca de enfundarse la camiseta del combinado español absoluto. Incluido en una preselección de Julen Lopetegui, se quedó a las puertas de ser internacional. Todo un reto.

La Premier le ha tentado este verano. Ahora la UD le planteará la eternidad como amarillo. El objetivo: convertir a aquel niño de la calle Málaga en un símbolo.