La UD Las Palmas ya se ha encontrado. Lo ha hecho ante un rival flojo, un Nàstic que compitió más de una hora en inferioridad numérica por una expulsión injusta, pero la UD lo aprovechó para descubrirse a sí misma. Había pocas dudas de esa etiqueta, pero le faltaba creérselo y, sobre todo, exhibirlo. Se quitó todas las ataduras que se había puesto para darse cuenta de que es un equipazo. Con un once inicial ambicioso, se topó con la ayuda del colegiado -engañado por la eterna pillería de Rubén Castro-, y lo exprimió con un grito de liberación en la segunda parte en forma de otros tres goles. Un doblete del punta grancanario -el primero antes del descanso-, un tanto de Timor en un debut de bandera y una soberbia volea de Álvaro Lemos sirvieron para festejar de una manera inmejorable un día tan señalado en la Isla.

Con casi veinte caras nuevas en la plantilla, una revolución total, es imposible exigir la perfección recién iniciado septiembre. Construir a un equipo favorito, por mucho que exista un 'plantillón', exige tiempo. Y nada mejor para ello que romerías como la de anoche. Había ciertas dudas, no tanto en el nivel de los jugadores sino en el camino a recorrer. Con la sacudida al Nàstic ya sabe lo que tiene que hacer, al menos cuando tiene delante a un enemigo tímido e inseguro. Le dominó a través de la posesión desde el primer minuto y fue tremendamente superior. Le costó más de media hora descifrar a su rival, pero aprovechó ese tiempo para conocerse y sentirse cómodo con el balón. Y cuando Rubén Castro apareció todo fue más fácil. El 'pichichi' puso la alfombra roja y la UD se fue de fiesta.

Todo ello en un encuentro repleto de buenas noticias, desde el homenaje previo a David García, arropado por chicos de la cantera y leyendas del club -tampoco acudió Germán Dévora- hasta el prometedor estreno de Timor, De la Bella e incluso de Danny Blum en el último cuarto de hora. Y la confirmación de que la UD tiene mucho terreno ganado con Rubén Castro -ya lleva cinco dianas-.

Para montar un equipo que ascienda es fundamental encontrar un once reconocible cuanto antes. Al contrario que en anteriores citas Manolo Jiménez no respetó los códigos de vestuario. Cuatro jornadas ya son demasiadas. Así, dio entrada a Timor después de tres entrenamientos, además de a Maikel Mesa y De la Bella, otros teóricos titulares que sí pasaron por el banquillo antes de convertirse en titulares. Los grandes damnificados fueron los gemelos Castellano. Los dos últimos fichajes, junto con Tana y Fidel, fueron las novedades del ofensivo once del de Arahal con respecto al cauto de La Romareda. Una alineación para imponerse desde el primer minuto, un equipo que provoca mucho respeto en la categoría. Y más aún frente a un Nàstic que había iniciado muy mal la competición y llegaba con hasta cinco bajas.

La formación de sociedades

Así las cosas, el guión se cumplió desde el inicio. Con un 4-2-3-1 la UD no especuló y se adueñó del balón por completo. Timor, Galarreta y Maikel formaron el corazón del equipo. El ex del Girona no tardó nada en exhibir su jerarquía. Dominio de la profesión de mediocentro, para defender y también para atacar. Para posicionarse, ofrecerse y dar sentido a la posesión. Alrededor de su figura y de Ruiz de Galarreta fue creciendo la fluidez de la UD. Era demasiado académico y le costaba un mundo hacer daño.

Pero esos minutos no transcurrieron en vano. La poca presión del Nàstic le sirvió a los jugadores de la UD para conocerse e ir formando sociedades. Timor descubrió la movilidad de Galarreta y Maikel y ambos la seguridad que les aporta éste. Fidel conoció de primera mano la profundidad de De la Bella. Y otro día más para que todos sigan comprendiendo el arma de destrucción masiva que tienen por delante con Rubén Castro.

Pero lo cierto es que a la UD se le estaba atragantando de inicio el Nàstic. Los de José Antonio Gordillo paseaban a la vez su inocencia ofensiva y su orden atrás. Con un 4-4-2 en el que Albentosa y Fali ejercieron de ejes, montaron un muro que a la UD le costó un mundo interpretar. Hasta el ecuador de la primera parte la productividad de semejante superioridad con el balón era casi nula. Apenas dos saques de esquina y dos llegadas de De la Bella, pero la UD se asentaba y se encontraba cómoda. Llegó entonces la jugada que allanó el camino a los amarillos. Rubén, siempre Rubén, se inventó un acción de picardía para dejar al Nàstic en inferioridad. Un balón despejado por Galarreta cogió a todos desprevenidos y ahí Rubén fue el más rápido y el más listo. Superó en velocidad a Arzo, metió el cuerpo entre él y el balón y éste le golpeó con el brazo. El grancanario se fue al suelo y Domíngez Cervantes picó. Aunque se iba para un costado, el árbitro mostró la roja. Un regalo que la UD aprovechó.

El cuadro insular se soltó un poco más en ataque. Aunque su primer disparo por dentro, tímido de Maikel desde la frontal, llegó a la media hora, nunca desapareció la sensación de peligro. La conexión ganadora fue la misma que la de la expulsión. Galarreta, con un pase vertical, encontró a Rubén Castro, que se las apañó para dejar atrás a Djetei y Abraham y batió a Bernabé de tiro cruzado. Antes del descanso le dio tiempo a Tana y Maikel de llegar con peligro. No acertaron, pero el partido ya estaba cuesta abajo.

El único susto del Nàstic llegó tras una falta lateral en la reanudación. David García salió tarde y Manu del Moral no llegó a tiempo a tocar el disparo lejano de Rocha. No se dio por aludida la UD, que se puso en modo vendaval para darse una alegría. Y es que los amarillos despejaron el fantasma del paso atrás con ventaja en el marcador. Hubiera sido un pecado enorme ante un rival en inferioridad, pero hasta para eso resultó una bendición la cita de anoche.

Así, tras diez minutos Fidel llegó al área y vio cómo llegaba desde atrás Timor. También aporta disparo el ex del Girona. Fue raso y al centro, pero golpeó en un defensa y despistó a Bernabé. El siguiente protagonista fue Álvaro Lemos. De nuevo las bandas. A esta UD le encanta atacar por los costados. El gallego entró como una locomotora y le sirvió en bandeja el gol a Rubén Castro con un centro medido. Tiene un guante en las botas Lemos, que poco después hizo el gol de la noche con una espectacular volea desde la frontal al aprovechar un despeje.

Sonríe esta UD. No solo con el resultado sino también con las sensaciones. Porque los minutos restantes no fueron de la basura. Con tanta cara nueva nunca sobran segundos para ver gestos o detalles para ilusionarse. En ese contexto destacó el tramo final de Pekhart, Sacko y Blum. Esta UD va sobrada de pólvora y ya empieza a carburar.