Guadalupe Álvarez, vecina de La Isleta e histórica aficionada de la UD Las Palmas, falleció en la jornada de hoy a la edad de 89 años. Como detalla la entidad amarilla, se convirtió en 'fiel colaboradora en multitud de iniciativas' y protagonizó una imagen que generó notable impacto en la comunidad isleña tras recibir un botellazo en Linares. Esa fotografía fue portada de LA PROVINCIA / DLP el 19 de junio de 2006 tras la salvaje agresión que sufrió en el estadio de Linarejos. La UD afrontaba ante el Linares la ida de la final del playoff de ascenso a Segunda A y estaba dirigida por Juanito Rodríguez. El encuentro terminaría (2-2) gracias a los tantos de Nauzet Alemán y Marcos Márquez.

La imagen de Guadalupe, con el rostro ensangrentado, cubierto con una bufanda de la UD, tocó la fibra sensible de la masa social amarilla. Como detalla la edición impresa del 21 de junio de 2006, Guadalupe Álvarez 'cubría su cara envuelta en sangre con una bufanda del equipo amarillo. La camiseta que portaba, con el número '5' y el nombre de Paqui en la espalda, también estaba teñida de rojo sobre el amarillo. Lloraba mientras caminaba hacia los servicios médicos dispuestos en el Estadio de Linarejos en la tarde de un domingo oscuro para la historia del fútbol español'. La agresión fue producto de un botellazo que llegó del exterior del recinto y que le provocó cuatro puntos de sutura. La ya fallecida estuvo acompañada aquella fecha por su esposo Agustín Monagas, así como por un nieto y un sobrino. Abonó 290 euros para presenciar aquel crucial partido, bajo el manto y la compañía de la Peña Adrián Déniz.

"Recibí un botellazo y sin darme cuenta estaba bañada en sangre". Y dejó el titular, a la información firmada por Manuel Borrego, el 21 de junio de 2006, que desnuda de forma contundente el trato recibido por la afición del Linares: 'Nos trataron como a perros'. Guadalupe recibió en el duelo de vuelta de la final del playoff en el estadio de Gran Canaria un emotivo homenaje. En la previa de una fiesta sin límites con el primer ascenso en la era Miguel Ángel Ramírez. Fue la sangre del pueblo grancanario. Descanse en paz, una incondicional ejemplar que tiñó de sangre su alma amarilla. Su entrega por un escudo carecía de límites.