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Mía, tuya

Jesé solicita a Maikel el lanzamiento del penalti y el capitán de ayer se lo niega antes de marcar | Ante el Lugo sí se lo dejó | El grancanario, de notable, obsesionado con el gol

Jesé Rodríguez se dispone a tirar a puerta con la pierna izquierda en una acción durante la primera parte del choque entre la UD y la Ponferradina, ayer. | | ANDRÉS CRUZ

Pasaba ya de un cuarto de hora el partido cuando Vicandi Garrido vio penalti por un supuesto derribo de Amo a Rober. Un penaltito, en cualquier caso, de esos que han pitado varias veces en contra a la UD Las Palmas a lo largo del curso. Pero esta vez la lluvia cayó sobre las patatas del cuadro amarillo –expresión acuñada por Mel para quejarse de que en las jugadas dudosas su equipo siempre salía perjudicado– y los avatares volvieron a sonreírle. La acción, importante en sí porque suponía una vía hacia el éxito que Maikel Mesa aprovechó con la transformación del primer gol, tuvo, sin embargo, una intrahistoria.

Porque si bien todo salió como esperaba la UD, ya que suponía el 1-0 y el portazo a los fantasmas que amenazaban al conjunto isleño desde antes del partido, lo que precedió al lanzamiento fue una disputa, sana, entre el tinerfeño y Jesé Rodríguez por erigirse en el tirador, lo que evidenció, por otra parte, varias cosas.

Lo primero, que ambos tienen la valentía suficiente como para asumir tal responsabilidad en un momento delicado, lo cual un equipo siempre lo agradece, y por ende también el entrenador. Luego, que el lanzador de una pena máxima no es una cuestión inamovible, puesto que el propio Maikel ya había cedido a Jesé el tiro que supuso el tanto del empate ante el CD Lugo –aquel partido acabó en una goleada por 6-1–. Pero también reflejó la ansiedad del grancanario por ver portería.

Cuando aquel Jueves Santo cogió la pelota sin que el tirador principal se opusiera llevaba siete apariciones, las primeras suyas desde que regresara a la UD Las Palmas en el pasado mercado invernal, sin marcar. Se le veía ansioso, al borde de la desesperación, hasta el punto que Pepe Mel tuvo que recordarle en su comparecencia posterior al derbi que su misión no era esa.

Jesé convirtió aquel penalti y se desquitó, pero lo que parecía el inicio de algo nuevo, un punto de inflexión en su claridad de cara a puerta, quedó en nada. Porque en los tres partidos siguientes en los que participó no logró ningún tanto y ayer, cuando vio la opción de acabar con la penumbra, cogió la pelota con determinación, pero esta vez el capitán no le dejó. Trató de convencerle durante varios segundos, pero Maikel se negó: esta vez le tocaba a él.

La cierta mala gana con la que el grancanario le dio la pelota quedó contrarrestada con su celebración del gol instantes después: un abrazo con el que sepultó el mal rollito, seguramente inexistente de fondo. Para Jesé haber concluido un nuevo encuentro sin marcar habrá sido una decepción, pero su papel rozó el notable.

Mel volvió a recordarle que su misión principal en el campo no es hacer goles, sino otras muchas cosas que benefician al equipo. «Creo que Jesé está siendo muy honesto en todo lo que hace. Ha tenido opciones y ha podido disparar a portería, pero es generoso en el juego y ve el fútbol bien. Nos da desmarques de ruptura que necesitamos», apuntó el técnico tras el choque. Sin ir más lejos, un movimiento suyo dentro del área dejó libre mucho espacio para que Araujo lo ocupara y culminara la victoria.

Jesé nunca fue un goleador, pero en su transformación hacia un jugador menos explosivo cree que debe marcar. De momento sólo ha logrado uno, de penalti. Ayer, en el mía, tuya, salió perdedor.

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