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La UD sigue en su línea (2-2)

Las Palmas cede un empate en el minuto 88 tras remontar al Lugo

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LaLiga SmartBank: UD Las Palmas - CD Lugo

Era imposible que alguien de los que andaba viendo a la UD Las Palmas ayer estuviera tranquilo. Es tan indescifrable este equipo, tan frágil, con esa sensación de vacío que se la volvió a llevar en la frente. Y nadie se sorprendió de que le Lugo, con un barullo al final del encuentro, en una jugada a balón parado con una falta evitable, le robara la victoria al conjunto amarillo.

Las Palmas firmó un empate (2-2) contra el Lugo en un día donde volvió a ser víctima de lo mismo de siempre. Una renuncia a todo, víctima de su endeblez defensiva, de su pocas luces y muchas expectativas. Un equipo que va camino del desencanto total, que se llevó los primeros pitos serios de la temporada y un golpe en el minuto 88 difícil de asumir para su parroquia.

García Pimienta tomó decisiones. Al menos hizo eso, más allá de usar el verbo. Apostó por Benito y le dio una oportunidad de oro a Rafa Mujica como referecia. Pero, sobre todo, en la portería donde sentó a Raúl Fernández para darle la alternativa a Álvaro Valles, que solo había probado la competición esta temporada en Copa del Rey. Lo dicho, decisiones.

Un buen puñado de cambios, pero de entrada la UD siguió metido en el mismo bucle. Se encontró delan te a un Lugo que, como tantos otros, le entregó el balón a Las Palmas, que engodaba el cuero con soltura, pero sin premura. Y eso, en el fútbol, suele ser la nada, por mucho que el relato del buen fútbol se centre en que todo tiene que ser a través del manoseo del balón.

Con todo esto, la UD se animó con todo lo contrario a lo que expone su manual: dos balones en largo a Jesé Rodríguez, que cumplía ayer 29 años. Un par de acciones de lo más natural, de lo más primitivo. En la primera, listo para la carrera, con todo por delante, el extremo pisó área, encaró al portero y en el mano a mano ganó Óscar bajo palos; en la segunda, la carrera y centro del '10' encontró una peinada larga de Mujica. Para eso tuvieron que pasar 20 minutos.

El drama llegó al Gran Canaria un par de minutos después. Ni siquiera le hizo mucha falta molestarse al Lugo para que le cayera un gol. Le valió con el enésimo ridículo de Álvaro Lemos, indolente siempre, incapaz de salir del lío en el que le metió Raúl Navas. Ese jaleo de un centro lateral más acabó en los pies de Sebas, que con poco tuvo para poner el 0-1 y revolver a la UD.

La historia pudo ser peor porque la UD estaba acorralada por sus propias penurias. Tanto que parecía una caricatura. Si Sebas, desde fuera del área y de cabeza, llega a clavar una vaselina por encima de Valles, la broma se hubiera pasado de la raya. Y eso no sucedió gracias al larguero. Un milagro, vamos porque la cosa era insoportable para cualquiera que viera eso con ojos amarillos.

Aquello fue como una puñalada para Jonathan Viera. Le entró la furia al '21', que para esta UD es un superpoder del que tampoco debe abusar porque se gasta, es finito. El coraje de Viera se convirtió en un transitar del mediapunta por todos lados. En esas, Viera encontró un balón al pie de Rafa Mújica que convirtió, gracias a un control exquisito, en un balón franco para el gol. Y ahí no falló: empate.

El Lugo no se achantó. Mantuvo su plan y Siete Palmas, que había sacado algún pito a pasear, se calmó por momentos. Porque el cabreo volvió cuando Seoane, desde fuera del área, rascó un disparo que el palo desvió hacia fuera.

La suerte parecía que estaba del lado de la UD. Muy del lado de la UD. A veces eso también hace falta, aunque como siempre, suele estar para el que la busca. Las Palmas lo hizo con Jesé, que acostado en banda derecha, se convirtió en la principal fuente de peligro de la UD. Desde ahí, un centro suyo al borde del final de la primera mitad, se convirtió en el segundo gol de la UD gracias a las botas de Alende, que hizo del despeje un gol.

Con la remontada en el bolsillo, la UD salía de la UCI. Caer era más que perder el tren del play-off. Porque los resultados mandan y más en una categoría de urgencias como la Segunda División, en un proyecto como el que montó la UD Las Palmas este verano donde ascender --o al menos estar en la lucha-- era el objetivo final.

El tiempo pasaba desde la salida del vestuario lento, con poco destacado en el verde. Para como había sido la primera parte y con el marcador 2-1, eso era un alivio para Las Palmas, casi que lo mejor que podía pasar.

Los minutos caían sin que la UD cerrara el partido, sin pasar demasiados apuros, pero en el Gran Canaria reinaba la sensación de que a este equipo cualquier cosa le podía ocurrir. Tan imprevisible, tan poco fiable que nadie andaba tranquilo por mínimo que ofreciera el Lugo. Y pasó 2-2 y a casa.

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