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Familiares del lateral de la UD Sergi Cardona le siguen por toda la Península

En Huesca coincidieron hasta nueve

Familiares de Sergi Cardona –el jugador, en el centro con chándal– a las afueras del hotel de la UD en Huesca. | | LP/DLP

El fútbol, entre otras muchas cosas, es un buen motivo para viajar. Lo saben muchos, sobre todo en Inglaterra y en Alemania, donde miles de aficionados se trasladan cada fin de semana, y al principio de la misma en los casos en los que sus equipos disputan alguna competición europea, para animar a los suyos y, de paso, transitar por un nuevo lugar. De alguna manera, son los nómadas del fútbol, y entre ellos, aunque a una escala menor, está el séquito de Sergi Cardona.

Siempre que la UD Las Palmas juega la Península sabe que, como mínimo, va a tener a varios seguidores atraídos por el lateral izquierdo amarillo. Lo que no fue normal es que hasta nueve se presentaran el sábado pasado en Huesca desde distintos puntos de España para saludar a su familiar, escapar de sus rutinas y, como fin último, presenciar un partido, ente este caso, el empate a cero de El Alcoraz.

«Nos encanta venir a verle cada vez que podemos», afirma la madre de Sergi, Julia Bermúdez –en la imagen, la cuarta por la izquierda–. Salió desde Tarragona, en concreto desde la localidad natal del futbolista incipiente, Cambrils, junto a Jordi –a su izquierda–, padre del jugador, la misma mañana del encuentro. Un trayecto de unas dos horas y media hasta la puerta del hotel de concentración de la UD con una única misión: saludar a su hijo.

Desde un poco más al norte, desde Lloret de Mar, en Gerona, partieron otros tantos, y también desde de Madrid. Huesca, muy lejano para Canarias, era un buen lugar donde coincidir, como lo fue Zaragoza dos semanas antes. La mujer del tío Jaume –hermano de Jordi, tercero por la derecha–, Ana Fernández –cuarta por la izquierda–, espera que esa tarde no se lleve otro chasco.

«Es increíble. Estuve en Zaragoza y perdió (2-1). En Leganés, también perdió (4-1), y cuando fuimos a Canarias, también perdió con el Zaragoza (2-3)». No sabía entonces que la UD iba a llevarse al menos un punto de El Alcoraz.

Los nueve acababan de despedirse del lateral después de más de media hora de charla en la calle, frente a la puerta de entrada al bar del hotel. Lo hicieron con una foto de familia en la que no faltó una bufanda de la UD Las Palmas ni una pancarta enorme con el lema S. Cardona 30. Lloret de Mar. Después, Cardona volvió al interior de la instalación, pues acababa el tiempo de asueto –otro grupo de jugadores dio un paseo por la ciudad–.

Luego, mientras Jordi, Jaume y Pepe Ríos –primero por la derecha– disfrutaban de una cerveza, arrancó una conversación en la que el primer asunto fue la anécdota que el propio Sergi les acababa de contar. «Resulta que una amiga suya que había estudiado con él trabaja en este hotel e incluso le sirvió», relata el padre.

Él es, probablemente, el que más disfruta de que su hijo se haya hecho un hueco en el fútbol profesional, porque desde siempre ha sido un amante del deporte del balompié. «Soy futbolero de toda la vida. Lo que me gusta es tener una buena excusa para visitar los campos que de niño veía en los resúmenes de la tele y en los cromos».

Trabajador en una petroquímica, recuerda que su hijo, de niño, siempre se enfadaba mucho cuando perdía un partido. «Yo siempre le decía, y le sigo diciendo, que no pasa nada, que lo importante es sudar la camiseta. Si lo ha hecho, entonces puede irse tranquilo. El resto, es deporte».

Su mujer Julia, que trabaja en un hotel, es de la misma opinión, y ya sólo piensa en el siguiente viaje a Gran Canaria para ver a su hijo. «La última vez que fuimos, el equipo ganó al Sporting (1-0), así que yo creo que les daremos suerte», augura. Todavía no saben cuándo, pero volverán.

Ninguno de los progenitores estará en Valladolid dentro de dos semanas, porque queda muy lejos de Cataluña. Sí estará Carlos Fernández, amigo de la familia y residente en la capital. Tiene dos hijos futbolistas. «Llevamos el fútbol en la sangre», sentencia. Y gracias a ello se mueven, y son una especie de nómadas por eso y por Sergi Cardona.

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