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Líderes también con las manos

Uno de los secretos invisibles del éxito de la UD está en el trabajo del equipo de fisioterapeutas, encargados de tener listos a todos

De izqda. a dcha.: Juan Naranjo –fisio– Loiodice, Raúl Quintana –fisio–, Viera, Álex García y Coco, el domingo pasado

Si bien los jugadores y Xavi García Pimienta copan el foco de la UD líder, no menos importantes son los fisioterapeutas y el readaptador que cuidan a los futbolistas. Juan Naranjo, Raúl Quintana, José Martín Ojeda, Kilian Santiago, Pablo Hernández y Andrés Pérez son los protagonistas silenciosos.

Hay muchas claves en el éxito de la UD Las Palmas transcurridas las 12 primeras jornadas del campeonato. La mayoría de ellas, visibles a ojos de cualquiera, tales como el poderío ofensivo más allá de la contundencia de cara al gol, la solidez defensiva o la asunción de varios modelos de juego con privilegio para el que consiste en la posesión del balón como arma principal del juego. Pero también hay otras que no se ven, que están ocultas a la luz exterior y que sólo destellan en familia.

En este último grupo está el trabajo del equipo de fisioterapeutas y recuperadores que cuidan a toda la plantilla. Lo hacen siempre, después de cada entrenamiento, después de cada partido, en los hoteles de concentración e incluso en los días libres. Ayer no fue una excepción. En la jornada de descanso establecida por Xavi García Pimienta en el plan de trabajo antes de la visita a la SD Huesca el sábado (15.15 horas), varios futbolistas acudieron a las instalaciones de Barranco Seco para entrenar y tratarse.

Es algo habitual en la UD del presente curso. De hecho, el propio entrenador lo destacó en una de sus comparecencias hace un par de semana, y ratifica la implicación de todo el plantel de jugadores, como de toda la familia amarilla, en el objetivo del ascenso a Primera.

Un ejemplo claro de la importancia de las 10 manos del equipo de fisioterapeutas de la UD, formada por Juan Naranjo –el jefe–, Raúl Quintana, José Martín Ojeda, Kilian Santiago y Pablo Hernández, fue la recuperación de Jonathan Viera para el choque frente al FC Cartagena. Nadie se enteró, pero el capitán estuvo cerca de perderse el partido por unas molestias en el isquiotibial izquierdo.

Es la explicación de por qué el de La Feria, al que las sobrecargas en la parte de atrás de ambos muslos le traen por el camino de la amargura debido a su explosividad, saltó al campo con una especie de vendaje o cintas kinesiológicas, apreciables desde fuera. De no haber sido por el trabajo a destajo de descarga de la zona que realizó el departamento de fisioterapia, seguramente Viera y el cuerpo técnico habrían optado por que el jugador descansara.

Más allá del caso de la última jornada, las lesiones musculares que ha habido hasta ahora en la presente campaña han tenido menos tiempo de recuperación que las de hace no mucho. Cierto es que la mayoría de percances, los del propio Viera, Sandro, Álvaro Jiménez, Andone y Marc Cardona fueron microrroturas y no roturas graves, pero todos los afectados se recuperaron bien y estuvieron disponibles en el plazo mínimo previsto.

Pero no sólo el tratamiento es clave, aspecto en el que el readaptador Andrés Pérez cobra protagonismo, sino también la prevención. Por eso el trabajo de los seis hombres encargados de velar por el cuidado de los futbolistas es silencioso, apartado de las cámaras, pero igual de trascendente en un equipo a lo largo de 10 meses de competición. Juan, Raúl, José, Kilian y Pablo, no tienen su fuerte en los pies, pero sus manos tienen, cuanto menos, el mismo poder. El secreto de la nueva UD también está en ellas.

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