Si eres un enamorado de Pacuco Rosales te gustará saber su historia con el Tudelano

El que fuera el entrenador del ascenso a Segunda División con la UD en 1996 recuerda su paso por el rival de Las Palmas en la Copa del Rey

«Estaba lesionado del Aquiles, la grada pidió que jugara y terminé de romperme», recuerda cincuenta años después Pacuco

Recomendó la cesión de Curbelo en 2015, lo descartaron y terminó en el Leioa; «El tiempo me dio la razón», afirma

Pacuco Tudela

Pacuco Tudela

David Rodríguez

David Rodríguez

Si usted es aficionado al fútbol y se encuentra a Pacuco Rosales por la Isla, seguramente sienta un cosquilleo por dentro al venirle los recuerdos del ascenso de la UD Las Palmas a Segunda en 1996 –también si le tuvo cariño al Vecindario en el nuevo siglo–. Una sensación que suscita una de las leyendas de los banquillos canarios cuando viaja hasta Tudela y los seguidores del rival de esta noche de Las Palmas sienten por uno de los cinco canarios que defendieron la camiseta albinegra en la temporada 1972-73.

El vínculo de Pacuco con el Tudelano se mantiene cincuenta años después. «Todavía cuando voy por allí la peña de la Teba me trata como a un ídolo y eso que son los hijos de los padres que me acogieron con gran cariño en aquellos años», relata el míster, que no va a poder presenciar esta noche el partido in situ porque tiene un compromiso familiar «ineludible».

Y es que si sigue siendo un ídolo Pacuco es porque aterrizó de la mano de Rosendo Hernández en el verano de 1972 en Tudela. «Estaba haciendo la pretemporada en Arucas con Las Palmas y me llamaron del club para decirme que Rosendo me quería en el Tudelano. Que yo cuando volví a mi casa lo fui a buscar en el mapa porque no tenía ni idea de donde estaba eso y encima me vi con el problema de que había dos Tudelas, una en Navarra y otra en Valladolid», recuerda con humor Rosales.

El joven delantero por entonces sin oportunidades con Pierre Sinibaldi «por ser un entrenador que hacía poquísimos cambios», dijo a la UD que «vale», que se iba cedido, a pesar de que «el francés no quería al final», como desvela Pacuco sobre la postura de un técnico que veía futuro en él.

Aun así, Las Palmas consiguió desengrasar la operación y Pacuco tomó rumbo a un equipo de Tercera que estaba en el grupo «del norte de Madrid hacia arriba» para coincidir con Luis Auyanet, Juan Francisco Cordón y Eleuterio Santos junto a Rosendo como la representación canaria en Navarra.

Tanta calidad atesoraba Rosales en sus botas que ya en la pretemporada en agosto el Tudela se enfrentó a varios equipos de Primera División y con los goles del ariete atrajo la mirada de estos rivales. «Sobre todo del Zaragoza», añade el insular medio siglos después de que comenzara la temporada marcando once goles.

«Estaba cumpliendo mi sueño antes de lesionarme de gravedad», confiesa antes de explicar cómo fue la fatídica secuencia de hechos: «Me encontraba mal antes de un partido contra el Eibar y tenía dolores en el tendón, no estaba en condiciones y Rosendo me dejó en el banquillo. Entonces el partido estaba sin goles y el público empezó a cantar Pacuco, Pacuco y el míster decidió meterme. Total, que al primer balón que fui a correr me rompí», asegura con desconsuelo.

Pero entre su llegada a Tudela y la recuperación de la lesión que tardó nueve meses junto a su «amigo del alma», Ernesto Aparicio en la Isla, a Pacuco le dio tiempo a ganarse el amor de la gente de este municipio de 35.593 habitantes –actualmente–.

«Allí todo el mundo era súper cariñoso. Se me rompía algo en casa y venían todos los de la peña. Les compraba una caja de agua y ellos me traían una de vino, era una cosa de locos», evoca Pacuco.

Que además tuvo tiempo para tener un trabajo extra. «Allí los entrenamientos eran por la tarde y no sabía qué hacer por las mañanas, le dije al presidente que qué podía hacer y como era directivo jefe de Correos me fui allí a trabajar. Lo que más recuerdo es que hacía un frío insoportable y me metía debajo de la estufa, con lo que los carteros decían, mira al canario que tiene las alas mojadas y tiene que calentarse», narra con gratitud Rosales.

Tanto ha sido el vínculo que mantiene Pacuco con el equipo y su expresidente Jesús Miranda, que le recomendó la cesión de Eric Curbelo en 2015. «Pero como el entrenador era vasco –Mandiola– y sólo quería centrales altos y fuertes lo descartó; al final el tiempo me dio la razón», añade.

Para aprovechar la cuestión de Eric y destacar que si este año Las Palmas está jugando «magníficamente» es por «la seriedad defensiva que da Pimienta al equipo» y muestra de ello es que Curbelo no tiene sitio porque «Coco y Mármol son unos centralazos».

Visión de la leyenda de los banquillos que hoy verá el partido a lo lejos con el corazón amarillo y muchas vivencias dentro de él.