La UD Las Palmas espanta a los fantasmas y logra la salvación en la penúltima jornada (0-0)

El cuadro hoy de rojo suma el punto definitivo en el Nuevo Mirandilla ante un Cádiz que baja a Segunda

El equipo de García Pimienta, que perdona a la contra, controla los tiempos y juega con los nervios del rival, que goza de alguna ocasión clara

La cita contra el Alavés, un trámite con el objetivo cumplido

La UD Las Palmas celebra su salvación en Primera

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Se acabó la agonía. Fin al sufrimiento. La UD Las Palmas consiguió el punto que necesitaba en el Nuevo Mirandilla (0-0) y logró la permanencia en Primera División a falta de una jornada, por lo que la última cita frente al Alavés el domingo que viene en el Gran Canaria (15.15 horas) carecerá de tensión y debiera ser una fiesta, porque al fin y al cabo, pese al derrumbe del equipo en los últimos tres meses, el objetivo está cumplido. Para su bien, el cuadro amarillo, de rojo en la Tacita de Plata, reaccionó a tiempo para evitar la hecatombe, primero ante el Betis y luego ante el Cádiz, que se fue a Segunda porque sólo le valía ganar, además de esperar. Salvarse esta vez era más que un milagro.

Intentó por todos los medios marcar un gol que le diera vida en un estadio volcado y de hecho gozó de ocasiones muy claras, sin embargo, Las Palmas, que supo jugar muy bien con los nervios del rival, también las tuvo, y si no hizo un tanto a la contra en el tramo final, cuando los locales jugaban con uno menos por la expulsión de Chust en el 79', fue por su propia incapacidad ofensiva, la de toda la temporada. A la UD le bastó con manejar el balón y los tiempos y por fin festejó lo que debió haber conseguido mucho antes.

Sin experimentos, y sin la excusa de que la plantilla no está capacitada para jugar tres partidos por semana, tal y como había sostenido durante toda la temporada, el técnico amarillo sólo hizo dos cambios en el once con respecto al choque de la reacción ante el Betis el jueves pasado: Araujo por Álex Suárez, tocado, y Javi Muñoz por Munir. Por ahí, bien, sólo que este último movimiento implicaba el traslado otra vez de Moleiro, el mejor de los últimos cuatro encuentros, a la banda izquierda. Había sobresalido contra los verdiblancos por el centro gracias a su capacidad de desequilibrio, pero no fue suficiente para permanecer donde más le gusta. Participó menos de lo que convenía.

El partido Cádiz CF-UD Las Palmas, en imágenes

El partido Cádiz CF-UD Las Palmas, en imágenes / LOF

Con dos minutos de retraso, al igual que en los otros ocho campos de España donde había algo en juego, el duelo comenzó como marcaba el guion, con un Cádiz muy impetuoso alentado por una grada entusiasta y muy volcada con su equipo, y una UD que desde el primer momento trató de serenarse mediante la posesión del balón, y lo movió bien, sólo que las arrancadas amarillas en cada balón largo, una por la izquierda y otra por la derecha en los primeros minutos, le pusieron en alerta.

Pero el cuadro rojo, que abusó de excesiva calma a la hora de poner la pelota en juego, lo que provocaba el chillido generalizado del público, siguió a lo suyo, con el tridente de centrocampistas muy activo, al igual que Marvin por la derecha, y así llegó el primer disparo, obra de Kirian con la derecha algo forzado. La sensación era de control, de mejor equipo, quizá porque las urgencias de uno eran menores que las del rival. En otra de esas buenas acciones Moleiro se fue hacia el centro y falló en el pase a Marvin; de lo contrario, el extremo se habría quedado solo.

Los nervios y la tensión jugaban una mala pasada al Cádiz, muy blando en defensa como durante todo el curso y que sólo conseguía avanzar a base de impulsos, pues apostó por no presionar de inicio, lo que hacía que la UD tocara y tocara con parsimonia en busca de espacios. Los riesgos, mejor para el final, habrá pensado Pellegrino. En uno de esos arranques locales el balón llegó a la derecha para que Sobrino lo recogiera e hiciera un gran regate para chutar con la punta de la bota al cuerpo de un defensor. Por fortuna para Las Palmas, no vio cómo entraba Roger a su lado.

A cada zarpazo del Cádiz le seguía un rato de dominio del balón de la UD, incapaz de crear peligro a un equipo desquiciado. Comenzó a dar síntomas de debilidad, porque la mayor posesión no daba réditos. Mientras Sergi Cardona, Mika Mármol y Sandro demostraban una vez más que no están en su mejor momento, Loiodice les secundó con una pérdida inexplicable que originó una apertura a la banda, un centro desde la izquierda y un cabezazo de Sobrino que se fue alto. Otro aviso (32'), justo antes de que Las Palmas, por fin, probara a Conan Ledesma.

Tuvieron que pasar 35 minutos para ello y sucedió por un rechace en el área. Sergi Cardona, que se había desplegado hacia el ataque, fue el protagonista con un tiro inofensivo con la derecha. Un espejismo, porque en el tramo final de la primera parte el Cádiz se fue hacia arriba y provocó la zozobra isleña, evidenciada con un despeje de Coco cuando el balón iba destinado a Valles.

Fue un presagio de lo que había de llegar, un gol amarillo en una gran llegada de Zaldua por la izquierda, otra vez un coladero y un lastre para la UD, que acabó con la pelota dentro después de varios remates y rechaces. Sólo el fuera de juego del lateral vasco, por poco, impidió que el tanto subiera al marcador. Gracias, VAR (38'). Aún hubo otra ocasión clara para el Cádiz bajo el mismo método: centro desde la derecha y remate en el centro, solo que el golpeo de Sobrino con el interior de la bota derecha se fue a la derecha de Valles.

Segunda parte

Así se llegó al descanso, con todo por decidirse en la segunda parte y con algo que cambiar en la UD, por lo menos en defensa, si quería sufrir menos. El comienzo volvió a ser bueno sobre todo porque Las Palmas supo jugar con los nervios del rival, al que empezaron a entrarle las prisas. La lectura del partido fue buena. Así, la UD dejaba al Cádiz, visiblemente cansado, que avanzara para robar y salir a la contra con criterio. En una de ellas Javi Muñoz avanzó y entregó a Moleiro, que recortó hacia dentro y chutó con rosca en busca del poste más alejado de Ledesma. El balón se fue fuera.

Pellegrino, asustado, vio la falta de aire e hizo dos cambios de inmediato: entraron Juanmi y Guardiola por Sobrino, el mejor, y Roger. Los movimientos revitalizaron a la grada, que volvió a sentir la realidad en otro avance de la UD por la izquierda que acabó en un centro de Loiodice que no encontró rematador. Se veía venir el gol mientras el público entraba en modo resignación y abroncaba a los suyos por su incapacidad de llegar arriba.

Sergi Cardona, con otro pase al centro que despejó Chust, y Javi Muñoz, con un disparo con la zurda rechazado, volvieron a asustar. La situación parecía buena. Por otro lado, Las Palmas no había cerrado el partido. Y mientras siguiera el 0-0 el Cádiz iba a tener su oportunidad. La tuvo con una cabalgada de Alcaraz que propició otra llegada de Zaldua por la derecha y un remate de primeras de Chris Ramos que se fue a las nubes (63').

El segundo gol del Almería en Mallorca dio vida al cuadro local y también a la grada, que resucitó. Si ganada su equipo, se ponía a un punto del los baleares. Veinte minutos por delante a la emoción a tope. Quizá el paso adelante del Cádiz en la recta final formaba parte de su plan, pero el caso es que se fue arriba con todo. Y creó peligro, como en un centro de Guardiola por la izquierda que Chris Ramos, que se comió por alto a Sergi Cardona, cabeceó alto por muy poco.

Sin embargo, las opciones de salvación cadista parecieron esfumarse con la expulsión de Chust por una entrada sobre Marc Cardona en un contrataque. Era justa, pero hubo suspense porque el VAR revisó un posible penalti anterior sobre Chris Ramos. Soto Grado tardó en reanudar el juego, pero decretó que no había pena máxima. Un alivio para la UD, a la que se le ponía todo de cara.

La fe del Cádiz, que pasó a defender con tres, fue inquebrantable en cualquier caso. Al poco de recibir el golpe casi mortal tuvo dos córneres a su favor, uno de ellos cabeceado flojo por Escalante. La UD pudo poner la estocada con una tiro muy malo de Marc Cardona, que había entrado por Sandro, después de un gran reverso sobre la línea de fondo (85'). No lo hizo y tocó sufrir un poco más mientras esperaba la contra definitiva.

El espíritu de Manolo Irigoyen, Dertycia, Kiko Quevedo y compañía sobrevoló el Carranza, ahora más Carranza que nunca, cuando Alcaraz chutó desde dentro del área y Valles paró, y sobre todo cuando el cuarto árbitro levantó el cartel de ocho minutos de añadido. Pero lo que necesitaba este año era mucho más que un milagro. El partido agonizó, Las Palmas fetejó y el Cádiz lloró. Al fin y al cabo, toda una Liga pone a cada uno en su sitio.