Era poco antes de las nueve de la noche, y en Vallecas algo no iba bien. Los focos del lateral de Payaso Fofó, no se encendían y los operarios enseguida se dieron cuenta de que aquello no iba a tener arreglo. Un claro sabotaje era el culpable de que sólo luciera una parte del estadio. Los protagonistas empezaban a temerse lo peor. Con esa luz iba a ser imposible que se disputase el partido. Mientras, miles de aficionados, esperaban fuera una decisión sobre la disputa o no del encuentro. Y el Real Madrid se puso a calentar, nacionales por un lado y extranjeros por otros, en espera de una decisión. Ambos equipos querían arriesgarse a jugar, pero el árbitro Fernéndez Borbalán decidió que era imposible jugar así.