Que hay vidas en peligro es evidente. El caudal de agua que anega el suroeste de Inglaterra impone. Y sólo desde el subsuelo se entiende por qué, aunque dejase de llover mañana, la alerta se va a extender hasta mayo. Las aguas subterráneas emergen en crecidas de hasta 20 metros de altura, en este invierno, el más lluvioso de los últimos 250 años. El Támesis es una amenaza real para la ciudad de Londres. Por eso se abren esclusas para desaguar, sacrificando localidades humildes. Miles de británicos muestran su indignación por la falta de previsión y recursos en la gestión de esta crisis. La rabia vecinal se acumula dejando un poso de resentimiento a punto, también, de desbordarse.