Cerveza en mano. Camiseta festivalera. Y gritos, muchos gritos. Es el primer paso para llegar a Wacken. Un "tren del metal" con parada en el festival de heavy más grande del mundo. Y desde que pones un pie en este idílico pueblo alemán ya toca hacer cola... A la entrada del supermercado o del camping. Aquí, no hay hoteles, y los festivaleros tienen que dormir al raso, aunque para muchos eso es lo de menos.