Un pasajero conflictivo de Jet2 fue supuestamente sometido a una descarga eléctrica y sacado a rastras de un vuelo después de que su comportamiento obligara a los pilotos a desviar el avión rumbo a Tenerife, causando un retraso de 27 horas a los vacacionistas.

El vuelo, que partió de Edimburgo, se vio forzado a aterrizar en la isla de Porto Santo, en Madeira, Portugal, a más de 300 millas -unos 482 kilómetros aproximadamente- de su destino, Tenerife.