Como si de una enorme trilogía se tratase, la historia de Telde no deja de escribirse a la puerta del juzgado. La multiplicación de casos de corrupción, querellas, denuncias e investigaciones con políticos, empresarios y funcionarios imputados ha llegado ya a tal punto que 'la ciudad del mueble' ha pasado a 'la ciudad del banquillo'. La ciudadanía se declara hastiada.

Son las doce del mediodía del 20 de noviembre y en la puerta de los juzgados de Telde hay, por tercer día seguido, dos periodistas y dos fotógrafos apostados a la puerta. El menú del día lo componen unos entrantes del caso Calero, seguido de un buena ración del caso Jinámar y, de postre, el caso de la basura, que con su nombre no hace honor alguna a su enjundia, pues no en vano bucea sobre un suculento contrato de 160 millones de euros.

Como si del huracán Denuncia se tratase, la tercera semana de noviembre deja tras de sí a cerca de 20 imputados en nuevo caso, el del solar de La Barranquera, y el trasiego de procuradores y abogados entrando y saliendo con folios y expedientes del Ayuntamiento de Telde bajo el brazo no tiene fin.

Así está la vida política en la ciudad, judicializada a niveles extremos por obra y gracia de las denuncias de Guillermo Reyes (Ciuca), las querellas que presenta el actual gobierno (NC, PSOE y CCN) contra aquél, las que pone un empresario contra los segundos, las que pone un particular contra todos ellos, las que se intercambian todos a la vez entre sí... y las investigaciones que desarrollan en sigilo varios grupos y unidades de las fuerzas y cuerpos de seguridad del Estado con la ayuda de jueces y funcionarios.

El número de casos en los que hay cargos públicos, empresarios y funcionarios imputados no deja de aumentar. Sólo en los 12 que han tenido mayor tratamiento mediático se computan más de 100 encartados. Muchos concejales repiten; apenas hay siete u ocho en toda la corporación que no han tenido que comparecer ante un juez por una u otra cosa. Y, hablando off the record con muchos de ellos, hay ya quien se lo toma con mucha resignación y normalidad.

Lo peor de todo es que no se atisba luz alguna al final del túnel. Muchos de los partidos con representación en el pleno planean nuevas acciones y, al contrario de lo que se pueda pensar, "no son un negocio rentable porque son clientes muy pejigueras y encima pagan tarde", señalaba días atrás una procuradora en San Juan. Y a todas estas, la opinión de los vecinos, que ya no se rasga las vestiduras ni para delante del Palacio aunque hayan cámaras o vean al concejal de turno por la zona. Se huele una extraña mezcla de hartazgo, apatía y resignación.

Es el l síndrome del Muy Imputado Ayuntamiento de Telde.