Entrevista | Domingo Castellano Díaz Maestro y escritor, autor del libro 'Yo, esclavo'

Domingo Castellano Díaz, maestro y escritor: «Los canarios somos nietos de esclavistas y de los esclavos»

«En el Real de Las Palmas daba prestigio tener varios esclavos y si eran negros mejor», asegura el escritor autor de 'Yo, esclavo'

Domingo Castellano con un ejemplar de su libro y la portada del libro 'Yo, esclavo'

Domingo Castellano con un ejemplar de su libro y la portada del libro 'Yo, esclavo' / La Provincia / DLP

Juanjo Jiménez

Juanjo Jiménez

Domingo Castellano Díaz, (Guía, 1948) es maestro de Primaria y también autor de cinco libros atados a la tierra, como su última obra titulada ‘Yo, esclavo’, en el que retrata el tráfico de seres humanos generado en Canarias desde incluso antes de la Conquista europea, y que será presentado el próximo jueves 25 de abril en el marco del Día Mundial del Libro de Gáldar.

Es usted maestro de Primaria. Dígame, ¿cómo se enraló en la literatura?

Tengo dos hijos con mucha relación con el arte audiovisual. Y en su momento queríamos hacer un corto basado en esa media leyenda media realidad de la llamada Campana del fin del mundo, de playa de Cofete. Y estuve estudiando el hecho hace nueve años entrevistando a la gente e indagando. El guion no se llevó a cabo, pero dio pie a un primer libro, Jandía, conversaciones entre sal y bruma, en 2016. 

Ya tiene otros cinco.

El Tesoro de Valle Corto, otro sobre la lucha del colectivo por el Saladar de Morro Jable, que originó un movimiento popular que logró preservarlo de la construcción, un tercero, Barrabás, sangre en las medianías, que se desarrolla en Gran Canaria tras la Guerra Civil, y Sleimán, el hombre que pudo unir dos culturas. Y por último, Yo, esclavo, de estas pasadas Navidades. 

Domingo Castellano Días, con un ejemplar de su último libro en las manos.

Domingo Castellano Días, con un ejemplar de su último libro en las manos. / La Provincia / DLP

A lo que vamos. ¿Tenemos los isleños sangre de esclavo?

Por supuesto. Hay que tener en cuenta que desde el siglo XV hasta casi el XVIII los señores de Lanzarote y Fuerteventura viajaban a África a ejecutar las llamadas cabalgadas de la Berbería, y se traían todo lo que podían, animales, enseres y también esclavos.

Es de imaginar apellidos en las islas vinculados a la trata.

Los canarios somos nietos de esclavistas y de los esclavos. Los esclavos cuando se liberan la mayoría de las veces se quedan en el sitio donde fueron sometidos porque no saben qué otra cosa hacer. Si son negros, además, los ponen a trabajar de nuevo, pero también terminan socializando. Ocurre por ejemplo con un esclavo morisco que se apellida Palomares, que lo recoge la historia popular, que tras ser liberado se hace un gran hacendado. 

¿Por qué cree que es un tema por el que se pasa de puntillas?

Eso también me lo pregunto yo. Soy maestro y siempre he trabajado los contenidos canarios, profundizando en el entorno de esos niños a los que educas y creo que es una asignatura muy pendiente del Parlamento y del Gobierno regional, porque no se ha recogido en los currículum escolares la historia de Canarias.

¿Qué trama ofrece en su obra?

Es un libro de ficción dentro de una realidad histórica, que trata de retratar la situación que sufrían esos seres humanos, tanto los nativos de las islas que fueron vendidos por centenares en Sevilla, Valencia y otros lugares de Europa, y la de moriscos y subsaharianos que fueron traídos al archipiélago. Planteo la vida de esta gente, representados en varios personajes, con las compras y las ventas, las huidas, el trabajo en la caña de azúcar, y hasta el papel de la Santa Inquisición en estos procesos. 

Precisamente en su Guía natal se descubrieron los cuerpos de unos esclavos...

Sí, en la Finca Clavijo, en 2009, donde aparecen de forma casual una serie de esqueletos, y que resultó una necrópolis de la que se sabe que eran esclavos por la forma de colocarlos en la fosa y los objetos que encontraron. Había una canaria, cuatro subsaharianos y el resto berberiscos. 

¿Qué vida llevarían ahí?

Una de las cosas que los investigadores lograron determinar era el durísimo trabajo que realizaban, que se detecta en las lesiones de la columna vertebral y que comparadas con otros esqueletos de Las Antillas y América del Norte, en el que también recurrían a ellos para la caña de azúcar y el algodón, exhiben el mismo problema óseo, fruto del maltrato y la poca alimentación. 

Canarias hace de avituallamiento para este trasiego, en la ruta de salida, casi.

Bueno, fíjese que ya antes de la Conquista los canarios sufrían de las razias de los europeos, como los mallorquines, y cuando por fin se establecen inician esas cabalgadas y los rescates, que tienen dos características. La primera cuando los señores de las islas se iban con sus barcos a saquear y lograban secuestrar a algún personaje importante. A éste, que pasaba a denominarse ‘joya’ no lo vendían sino que pedían un rescate en la Berbería para intercambiarlo por dinero o más esclavos negros. Y una segunda, que se daba también con Cabo Verde en el que partían con vino, vinagre, brea y otros artículos que se cambian en trueque con esclavos. 

¿Existe algún censo que determine a qué número de personas se les practicó la trata?

El catedrático de Historia Moderna, Manuel Lobo Cabrera, que es autor de varios libros sobre la esclavitud en Canarias ha tirado de las fuentes que ofrecen los registros de la Iglesia o las actas notariales, y ha logrado poner nombre a los que realizaban estas transacciones, identificar los barcos, los pilotos, quién compra, quién vende, y si es negro o de las diferentes etnias, y tiene el mérito de ser el primero en investigar a fondo el tema. Ofrece un dato muy ilustrativo, y es que en un momento de la historia en la isla de Fuerteventura se teme que encendiera la chispa de una revolución de los esclavos moriscos, que representaban a un tercio de la población. Imagínese un mundo en el que de cada cien personas 33 sean esclavos, y eso se lo hacen saber al Rey. 

Países como Gran Bretaña, Holanda o Bélgica están de repaso a su pasado esclavista. ¿Hay alguien revisando algo por aquí?

Eso no se le puedo contestar. Deberían, porque como le dije al principio aún es algo oculto. Y eso que están muy presentes en la historia. En Tuineje hay constancia de los esclavos que participaron en las batallas del Cuchillete y Tamasite de 1740. Está documentado. También es importante destacar el papel de el Real de Las Palmas en los siglos XVII y XVIII, de una relevancia terrible porque había mucho comercio y el que podía tenía los suyos que empleaban en el campo o el servicio doméstico. Daba prestigio tener cuatro esclavos y su mayordomo. Y si eran negros, mejor. 

Portada del libro 'Yo, esclavo', de Domigo Castellano Díaz.

Portada del libro 'Yo, esclavo', de Domigo Castellano Díaz. / La Provincia / DLP

¿Quedan obras realizadas por mano de obra esclava?

En Fuerteventura, en La Matilla, Tuineje, aparecen pequeños bancales de piedra para plantar que se supone que están construidos por esa mano de obra. 

Tendrían que vivir un catálogo de penalidades.

Evidentemente. Primero te sacan de tu contexto, del lugar donde vives, y además te cambian el nombre, luego tienes que renunciar a tus creencias y ejercer obligatoriamente la religión católica, acudir a sus misas, oraciones y fiestas de guardar. Más grande aún: los hijos que nacen de las esclavas serán esclavos al nacer. Si perteneces a un terrateniente no puedes visitar otros lugares, y menos aún darte cobijo en otra casa, pero con todo lo que pone los pelos de punta son los durísimos castigos que recibían los que intentaban escapar, a los que luego cargan con cadenas. 

Pero era un trasiego de ida y vuelta, nos ilustra usted.

Claro, los berberiscos también hacen sus razias en las islas, entran en ella y se llevan todo lo que cogen, como ocurre con Xabán Arráez, morisco que llega de Berbería y que arrasa Betancuria, en aquél momento capital de la isla, y el Valle de Santa Inés, llevándose a más de 60 personas en 1593. Sobre esto se han hecho rutas teatralizadas en las que en alguna ocasión me ha tocado hacer de Arráez.

Y cómo se siente un pacífico maestro ejerciendo de un tipo de esta calaña.

Perfecto. Cuando te enfrentas a los visitantes se quedan pasmados, les digo que por ellos me darían muchas doblas en Funchal o en Argel. Se lo toman a broma, pero cuando acaba la actuación surge el debate, la reflexión de que nunca llegaron a pensar en ese pasado de las islas, el de los piratas, y mucho menos en el que se llevaran a sus gentes como esclava.