El proyecto de ley de reforma sanitaria se ha quedado a las puertas de su definitiva aprobación en la Cámara de Representantes. El debate, que duró cinco horas, concluyó con una votación negativa e integrada por los miembros de la Cámara Baja del Congreso estadounidense.

Para el presidente estadounidense, Barack Obama, principal impulsor de la reforma de la sanidad estadounidense, supone un golpe mayúsculo que pleneaba instaurar un sistema similar al español con la Seguridad Social.

Uno de los asuntos más polémicos era la inclusión de un seguro público, un auténtico quebradero de cabeza para la Casa Blanca que finalmente entró en el texto, de unas dos mil páginas. Estaría disponible a partir de 2013 y el Gobierno tendría que sentar a negociar las tarifas con médicos y hospitales. En total, se calcula que costaría del orden de los 600.000 millones de euros en los próximos diez años y la idea era financiarlo a través de un nuevo impuesto a las rentas más altas. Al final, Obama se ha topado con la negativa de la Cámara.