Antonio Miguel López, de 33 años y padre de tres niños, no pudo vestirse el pasado domingo de Winnie the Pooh, un disfraz que según él tiene "muy buena aceptación" entre los pequeños, porque alguien le destrozó el rabo en la Cabalgata de Reyes. Pero se caracterizó de Silvestre, el lindo gatito que persigue al canario Piolín en la serie de dibujos animados. Con su traje de felino iba por el paseo de Las Canteras, repartiendo caramelos entre los chiquillos, cuando dos agentes le dieron el alto. Le han denunciado por realizar una "actividad en el paseo sin autorización municipal". Lo curioso de la historia es que Antonio Miguel ni vendía ni publicitaba nada, sólo pretendía arrancar unas sonrisas a los pequeños.

La policía le requisó los caramelos y le denunció a partir del artículo 28.9 del Reglamento Municipal de Costas y Playas del término municipal de Las Palmas de Gran Canaria. También denunció a un hombre por salir en defensa de Antonio Miguel.

Según Javier Henríquez, comisario jefe del Ayuntamiento de Las Palmas de Gran Canaria, no se puede realizar ninguna actividad en la vía pública sin autorización municipal. "No tenía permiso de Sanidad para repartir caramelos, ni nada", añade. A Antonio Miguel la denuncia le ha indignado y se pregunta qué harán los municipales cuando llegue el Carnaval, "cuando los hay que mean en la calle y tiran botellas por todos lados".

Hasta ahora, se ha paseado por la ciudad con su caracterización de Winnie the Pooh y de Silvestre y ha entrado en los centros comerciales sin problemas. "Cuando ven el jaleo que formo, incluso los dueños de algún bar me dicen que me quede un rato por allí", explica. Sólo en una ocasión le pidieron el DNI.

La afición por meterse bajo la piel de un dibujo animado y salir a la calle le llegó hace cinco años. Después de ver en Eurodisney, el parque temático de Walt Disney en París, el jaleo que montaban estas caricaturas de carne, peluche y hueso entre los niños. "En carnavales me vestía de mujer, lo típico. Pero ¡choss! tienes que ver la cara de los niños". Su mujer le compró el primer traje y ya tiene encargados por Internet los de Mickey Mouse y el Pato Donald -que cuestan más de 200 euros cada uno- para sus salidas, en las que incluso le acompañan sus "hijos, padres y hasta los suegros".

"Me flipa ver la cara de asombro que ponen los niños cuando me miran, la ilusión que muestran. Todos me quieren tocar y sacarse una foto conmigo", añade este padre de familia que participa en las Cabalgatas de Reyes y de Carnaval y que no cobra ningún dinero por su actuación y que incluso se paga los caramelos.

Antonio Miguel, cuya profesión es la de carpintero, dice que ningún padre le ha puesto pegas a su actividad. "Me dicen que no les dé caramelos si tienen azúcar o gluten y si un niño no se puede acercarse por problemas de movilidad casi siempre me piden, que por favor, le diga algo", prosigue.

Para los que opinan que su actitud se sale de lo corriente, tiene respuesta. "Me da igual. Si vas a pensar en eso no haces nada. ¿Nadie nunca ha ido disfrazado a un cumpleaños?, ¿qué pasa entonces con los que se visten de Papá Noel?"