El 8 de agosto de 1812, el Cabildo eclesiástico de la diócesis juró la Constitución de las Cortes de Cádiz de ese mismo año, que había sido publicada en marzo. Ayer se cumplió el bicentenario de aquel acontecimiento que figura en la historia de Canarias, como reflejó el catedrático de Historia Moderna de la Universidad de las Palmas de Gran Canaria, Vicente J. Suárez Grimón, el domingo en LA PROVINCIA / DLP.

La historia ha cambiado y ya nadie tiene recuerdos de la Constitución, también conocida como La Pepa, en el cabildo catedralicio. El actual deán, Antonio Nicolás Monche y sus canónigos vivieron el aniversario ajenos a la efeméride y, los que no estaban de vacaciones, cumpliendo con sus obligaciones eclesiásticas. El juramento público de la Constitución de 1812 se celebró en Canarias en diferentes fechas y localidades, y el Cabildo catedralicio fue el primero en hacerlo, pero en Telde.

Y fue en este municipio que tuvo lugar el acto porque el temor a que la fiebre amarilla y el vómito negro, que tantos estragos causaron en la capital en el verano y el otoño de 1811, se repitiese en el verano de 1812, lo que hizo que el tribunal de la Real Audiencia y el propio Cabildo eclesiástico se trasladaran a Gáldar y Telde desde el 20 de junio hasta mediados de noviembre de 1812.

Lejos quedan aquellos tiempos de las epidemias. Hoy la ciudad de Las Palmas de Gran Canaria goza de buena salud. Al día siguiente, el 9 de agosto de 1812, tal día como hoy, fue el Cabildo secular, institución que ya no existe, el que acordó hacer en la capital su ceremonia pública en la tarde de ese día y jurar La Pepa.

Por su parte, el obispo Verdugo llevó a cabo el juramento en el palacio episcopal de Teror el 10 de agosto de ese mismo año, y la última en celebrar la ceremonia fue la Audiencia, que lo hizo a mediados de agosto de 1812.

La Constitución de Cádiz supuso un nuevo modelo de organización municipal en el que el antiguo Cabildo de la isla se transformó en ayuntamiento constitucional con jurisdicción político-administrativa sobre el territorio que conformaba la ciudad de Las Palmas de Gran Canaria, perdió su condición de general y único de toda la isla a la vez que se suprimían las regidurías perpetuas, tal como señala en su artículo el profesor Suárez.

"No tenía ni idea del aniversario, y los canónigos tampoco", se limitó a decir ayer el propio deán del Cabildo de la catedral de Santa Ana, Antonio Nicolás Monche, que vivió completamente ajeno a este histórico aniversario.

El Cabildo eclesiástico es un órgano que, en la actualidad, según cuenta el cronista oficial de Las Palmas de Gran Canaria, Juan José Laforet, "tiene diferentes funciones, pues antes era un foco de irradiación cultural e intervenía en cuestiones políticas (en ocasiones se veían, incluso, posturas enfrentadas, pues por ejemplo había sacerdotes conservadores y otros más progresistas), mientras que a día de hoy se tratan temas religiosos casi exclusivamente, aunque a veces se pronuncia en determinados asuntos de otra índole", afirma Laforet.

Esta institución está presidida por el deán y compuesta por los canónigos, cada uno con diferentes cargos, como el maestre-escuela, el chantre o el tesorero. Entre los cometidos del Cabildo catedralicio en la actualidad, destacan la religiosa y, sobre todo, el cometido de velar por la vida de la parroquia: cuidar la catedral, culto al museo y, en ocasiones, obras de caridad. Ahora, por supuesto, no juran constituciones...