La Catedral de Santa Ana ha celebrado una tradición que se remonta siglos en el tiempo. Existen datos de su realización en el archivo catedralicio desde 1649. Los feligreses pudieron observar una lluvia de pétalos de rosas que caía plácidamente, desde el cimborrio, sobre el presbiterio y el altar mayor del templo, conmemorando así el día de la Ascensión del Señor a los cielos. Un acto al que acudió numeroso público de Las Palmas de Gran Canaria.

La ceremonia se vuelve emotiva y entrañable al contar con la presencia de una multitud de niños y niñas que reparten flores entorno al altar. Mientras, los asistentes rezan y cantan himnos. Entre ellos estaba Máxima de Betancourt, una niña de seis años que lleva ya su tercer año consecutivo participando. "Me gusta mucho, mi hermano Cisco si es la primera vez que viene", comenta Máxima entusiasmada.

Durante veinte minutos, aproximadamente, pétalos de colores diversos no pararon de caer desde las oberturas del cimborrio, formando así un tapiz de flores muy vistoso. Mientras, gran parte del público no dudó en inmortalizar el momento con su teléfono en mano. No obstante, este acto es único en España, de ahí su carácter excepcional.

Al finalizar, gran parte de los feligreses se acercaron hasta el altar para repartirse los pétalos y llevárselos a casa. "Vengo todos los domingos, pero me gusta mucho este día, ahora repartiré las rosas entre toda mi gente, vecinas, familiares", señalaba Juana Teresa Marrero, residente en el Cono Sur de la capital grancanaria.