La Policía Local de la capital congregó ayer a cientos de familias, con niños entre 1 y 12 años, para participar en la primera edición de Súper Agente Kids, una carrera solidaria para aportar alimentos no perecederos al Banco de Alimentos y festejar a su patrón, el Cristo de la Vera Cruz. Más de 500 pequeños intervinieron en las diferentes carreras que, por edades, se organizaron entre la plaza de La Música y la playa.

La directora general de Presidencia y Seguridad, Eulalia Guerra, fue la encargada de dar el pistoletazo de salida a los chupetines -entre 1 y 2 años-, que corrieron, gatearon y caminaron, según les dio la gana, unos 5 metros sobre una lona acolchada amarilla para amortiguar cualquier caída ante la sonrisa de sus progenitores, a un lado y a otro de la pista para animarles a correr y que no se despistaran.

La carrera tuvo que hacerse en varias tandas ante el número de participantes, alguno de ellos con chupete incluido. Lo mismo ocurrió con los chinijos, de entre 2 a 3 años, que recorrieron 50 metros.

Caos con los benjamines

El caos, sin embargo, vino con la prueba de los benjamines -entre 4 y 6 años-, que corrieron una distancia de 150 metros todos juntos. Principalmente, porque el espacio no estuvo lo suficientemente acotado para el público y para los padres, que buscaban hueco para dejar constancia con los móviles de la participación de su hijo en la carrera sin darse cuenta del embudo que formaban a pie de meta e impidiendo que sus hijos les localizaran al finalizar la prueba. Y eso que Pablo, uno de los dinamizadores de la jornada junto a Dévora, no dejó de advertirlo por megafonía antes del inicio de la prueba. "Les van a faltar megas y baterías con tantas fotos"; "No se incrusten en el arco, no hagan un embudo, dejen a los chicos que pasen, que no los van a perder; hagan caso a Protección Civil".

Pero la desorganización provocó que Cristina, Samir y Elena tuvieran que ser llamados por megafonía, mientras algunos policías recogían a algún despistado que se daba la media vuelta al circuito al llegar a meta y ver el tapón de gente que se había creado. El susto vino con Hector Quintana, que durante unos minutos estuvo ilocalizable hasta que apareció finalmente con un familiar que le había recogido antes que su madre, que le esperaba en meta como había pedido la organización.

Tras el desbarajuste, llegó el turno de los alevines - de 7 a 9 años-, que recorrieron 300 metros, y los juveniles - de 10 a 12 años- que disputaron 600 metros.

En ninguna de las carreras hubo vencedores ya que se trataba de un evento benéfico pese a que algún pequeño se lo tomó muy en serio y despegó frente a sus rivales en cuanto se dio la señal de salida. Todos recibieron una medalla por su participación en el evento, que estuvo patrocinado por la Fundación Ralons y el Instituto Insular de Deportes.

Durante la mañana, los pequeños pudieron conocer de cerca la labor de los agentes ya que se mostró algunos coche patrulla por dentro, así como material de trabajo.

La unidad canina de la Policía Local también acudió a la cita y los pequeños pudieron practicar con unas bicicletas en el circuito móvil que utiliza el cuerpo habitualmente para enseñar a circular por la calle a los menores.

Para los pequeños aficionados al mar también hubo un campeonato de bodyboard y surf, a la altura del bar Bosmediano, porque la policía también actuá en el mar. El evento concentró, según el Ayuntamiento, a unas 3.000 personas, y finalizó con la suelta de una tortuga recuperada tras quedar atrapada en una red de pesca.