El hundimiento de varias gabarras cargadas de camiones y grúas para desguace en el interior del puerto de Gran Tarajal no es más que otro capítulo desastroso de los que han acompañado a este puerto desde su ampliación. La horrorosa gestión que viene sufriendo esta instalación se culmina ahora con un accidente previsible y evitable de los que suelen ocurrir en Fuerteventura. Esta vez, incluso cabría hablar de algunas intenciones extrañas.

El mismo traslado de las gabarras desde el puerto de Las Palmas hasta Gran Tarajal, sabiendo que no podría dárseles protección cabe albergar sospechas sobre cuál era la verdadera intención de esta decisión.

No cabe ahora echarle la culpa a la mar, al temporal, a las fuerzas de la naturaleza. Se sabía que el temporal era inminente, y sobre todo, y más importante, que la dirección del viento y de las olas del Sur-Suroeste haría imposible proteger a cualquier embarcación que fuera atracada en la boca del puerto, abierta a esa dirección.

Si bien es cierto que el puerto de Gran Tarajal es el único de la isla que está protegido de los temporales del Sur, no lo es menos que esto se refiere sólo a su interior y no al muelle que existe en su entrada, que solo sirve de protección cuando la mar viene del Norte, cosa habitual en Canarias, y concretamente en Fuerteventura.

Cuando en su momento se acometió la ampliación del puerto de Gran Tarajal se generó gran polémica, pues se optó por un proyecto que suponía la destrucción de una importante zona de sebadales. La razón esgrimida por la administración era la necesidad de construir una instalación que estuviera protegida en todas las direcciones, principalmente de los temporales del Sur.

Finalmente, se construyó por Cororasa, la empresa a la que "más cariño" se le tiene en Coalición Canaria de Fuerteventura, un puerto sobredimensionado con la poco fundamentada espectativa de atraer turismo náutico, pero dejando de lado los argumentos medioambientales y también desoyendo las peticiones de la flota pesquera local que vió cómo se la relegaba a una zona pequeña dentro del puerto y que seguía sin estar bien protegida de los temporales; y aquí hay que añadir que cuando en Fuerteventura se habla de temporales esto se refiere a temporales del Sur, que son los realmente peligroso ya que la mayoría de sus puertos están cobijados del viento Norte-Noreste, que es la dirección del Alisio en esta isla, y sus bocas de entrada están abiertas al Sur, y por lo tanto no protegidas.

El traslado de las "gabarras chatarreras" que ayer se hundieron, y que en el momento de escribir estas líneas siguen hundiéndose, podrían ser otro ejemplo de uso institucional forzado, si no fuera por el detalle de que evidentemente antes de salir de Las Palmas ya se sabía que no se les podría dar protección en el puerto de Gran Tarajal, pues toda su línea de atraque protegida del presente temporal del Sur estaba ocupada por otras embarcaciones, y que el atracar las gabarras frente a la boca de entrada al puerto, en el muelle abierto al Sur, que obviamente si estaba libre, era prácticamente asegurar el desastre que finalmente ha ocurrido.

Para las aseguradoras y los propietarios queda ahora la cuestión de poner en claro las responsabilidades, intencionadas o no, que han rodeado toda la cuestión; pero mientras tanto, al parecer, hay miles de litros de combustible saliendo de las embarcaciones hundidas, y, aunque su vertido en el agua no tiene las consecuencias que hubiera producido el petróleo crudo, la contaminación debería evitarse en la medida de lo posible.