Opinión | Cartas a Gregorio
Indefensos
Querido amigo, cuando se priorizan las necesidades del invasor ante los derechos del invadido, no hay otro remedio que tomarte la justicia por tu mano. Pero resulta que, en España, y según la Ley de Vivienda de 2023, echar a un inquilino puede costarte una sanción con multa o incluso con pena de cárcel, por lo que tienes que recurrir a un procedimiento legal que puede durar más de veinte meses y que suele costar entre tres y seis mil euros.
Esos impedimentos son también los que condicionan el precio de los alquileres, como consecuencia lógica de la indefensión en la que se encuentran los propietarios ante el incumplimiento reiterado del inquilino, que, a la hora de abonar el alquiler, no cumple con las condiciones que han sido legalmente establecidas entre ambas partes.
Si la justicia garantizara la recuperación de una propiedad ante los casos de morosidad en un plazo máximo de tres meses, sobrarían viviendas, oficinas y locales en alquiler en todas partes y, sobre todo, haría que bajaran los precios.
Si a eso se le suma la obligación que tiene la Administración de potenciar y facilitar la construcción de vivienda pública en alquiler o venta, se acabaría de una vez con el problema.
Pero no hay miopía más aguda como la del que no quiere ver, o del que ve a través de las lentes de su conveniencia, Gregorio, porque, como bien se sabe, todo es según el color del cristal con que se mire.
Si se aplica la ley de la selva, habrá que pensar en que cada uno defienda sus propiedades como pueda, ante la indefensión a la que nos somete la ley. No se puede penalizar a quien tiene un piso propio ni al que ha hecho un esfuerzo para invertir en una propiedad a la que tiene derecho a rentabilizar, y tampoco se puede conculcar ese derecho en nombre de la solidaridad o justificarlo como una contribución a la sociedad, cuando es la Administración Pública la que tiene la obligación de asumir esa responsabilidad.
Esta coyuntura, Gregorio, es la que nos produce esa sensación de inseguridad que hoy soportamos.
Nos han creado un «ecosistema de paisaje social modificado» para que el más poderoso se coma al más débil. Lo mismo que en la ley de la selva, pero donde el macho alfa es El Estado, un estado que ni nos defiende ni vigila nuestras fronteras, sino que se lo come todo junto a sus socios.
Es lo que está haciendo el presidente español, que ha puesto en jaque a todos los representantes de su partido como si fuera el macho de una manada de leones, que ataca sin piedad a sus rivales cuando piensa que vienen con intención de aparearse con su hembra.
Y es que tanto el león como nuestro presidente quieren asegurarse de que cuentan con su manada, condición imprescindible si quieren seguir contando con sus privilegios…
Un abrazo, amigo, y hasta el martes que viene.
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