La Agencia Espacial Europea (ESA) ha probado en Canarias una nueva forma de medir los gases de efecto invernadero en la atmósfera, como pueden ser el dióxido de carbono y el metano.

El nuevo método ha consistido en disparar haces de luz infrarroja de onda corta, guiados por láser verde, desde el observatorio en La Palma al observatorio en Tenerife, ya que ambos pertenecen a la Agencia Espacial Europea.

Según ha explica la ESA, en el transcurso de dos semanas los cielos del archipiélago se iluminaron con pulsos de luz verde, como si de una escena de Stars Wars se tratara, con el fin de conseguir mayor información sobre la atmósfera.

Concretamente, el experimento fue diseñado para poner a prueba el concepto de usar "espectroscopia de infrarrojo de absorción diferencial" como una forma de hacer mediciones muy precisas de trazas de gases. Los observatorios han hecho las veces de satélites en órbita terrestre pues, en el futuro, se pretende utilizar este sistema entre dos de estos aparatos.

Ocultación

La ESA ha señalado que, hasta ahora, se utilizaba la ocultación de radio, consistente en el seguimiento de las señales de los satélites a medida que se mueven alrededor de la Tierra para detectar la atmósfera utilizando señales de microondas.

Como una parte importante cualquier nuevo desarrollo, la teoría ha sido puesta en práctica. Los equipos fueron colocados entre La Palma y Tenerife, aprovechando la estación de tierra óptica de la ESA en ambas islas. Esta ventaja, se incrementó por el hecho de que el Observatorio del Teide, controlado por Instituto de Astrofísica de Canarias (IAC), y parte importante de una imponente instalación astronómica, está situado a 2.390 metros por encima del nivel de mar. Todo esto ha permitido crear la posición perfecta para instalar el hardware del receptor, que fue integrado en el telescopio principal.

La otra ventaja de la IAC es el Observatorio del Roque de los Muchachos, que se sitúa sobre la cima de una altura similar sobre La Palma. De este modo, y colocado sobre ambas montañas volcánicas y con una separación de 144 kilómetros con el océano Atlántico en medio, se produce un camino libre entre las dos instalaciones, haciéndolos uno de los mejores sitios del mundo para realizar dichos experimentos.