Si el tiempo respeta a este droide planeador de 1,92 metros de eslora y 52 kilos de peso, rozando las próximas navidades Silbo podría arribar a las costas de Brasil, el destino de la segunda etapa del proyecto Challenger 1 Mission que impulsan la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria (ULPGC) y la Universidad de Rutgers (EEUU).

El proyecto tiene como objetivo circunvalar la tierra por primera vez en la historia de la oceanografía utilizando un vehículo de sus características.

Silbo empleará al menos siete meses en su segunda etapa, pero sólo se tardó tres horas en lograr su recuperación el martes por un equipo científico de ambas universidades y personal técnico de la Plataforma Oceánica de Canarias (Plocan).

El vehículo se hallaba a 20 millas de Gran Canaria, según señaló ayer Antonio González Ramos, miembro del grupo internacional de pilotaje que se gestiona desde la Facultad de Ciencias del Mar y del Instituto Universitario de temas Inteligentes y Aplicaciones Numéricas en Ingeniería de la ULPGC.

Con la recuperación del minisubmarino se dio por concluida la primera etapa del viaje del droide, que cubrió el trayecto desde Islandia hasta Azores después de su lanzamiento al océano el 23 de junio de 2011.

"Ha sido un éxito, estamos particularmente contentos", expresó ayer Antonio Falcón, vicerrector de Investigación, Desarrollo e Innovación en la sede institucional de la ULPGC en la que se mostró a los periodistas el artefacto que ha recorrido más de cinco mil kilómetros bajo el mar. "Se ha demostrado que la cooperación entre universidades, empresas e instituciones, como Plocan, da sus frutos tanto en investigación como en repercusión empresarial".

Conquista

De ese retorno social y de las posibilidades que aguardan a un mundo, el marino, aún por explorar y explotar se refirió José Joaquín Hernández Brito, gerente de Plocan. "Estas primeras misiones con los gliders son como las que se hacían en los años 40, en los años 50 al inicio de la carrera espacial", afirmó.

"Realmente estamos haciendo la conquista del 70 por ciento del planeta. Pensamos que vivimos en uno plenamente conocido, pero sólo usamos el 30 por ciento. El resto, que está ocupado por los océanos, es prácticamente desconocido".

Durante los 240 días de misión de Silbo, en los que navegó 5.600 kilómetros, el minisubmarino tuvo ocasión de evidenciar sus fortalezas.

Según explicó ayer Antonio González Ramos esta primera etapa del viaje ha demostrado las capacidades técnicas del planeador y, al mismo tiempo, la relevancia para la investigación oceanográfica.

La primera prueba la pasó Silbo evitando eventuales accidentes por la desconocida, en algunas zonas, superficie submarina. "Nos encontramos con una batimetría con profundidades inferiores a los 1.000 metros. Así que tuvimos que evitar que chocara en Azores, Madeira e Islandia y con ello se pudiera poner en riesgo la nave".

También tuvo que sortear el glider los efectos climáticos. "Soportó muchos problemas con las tormentas, que se produjeron en una media de una cada tres días. Esos episodios cambiaban la configuración de la estructura del agua y, por tanto, la navegabilidad".

Pero la prueba definitiva para Silbo fue enfrentarse a la "tormenta perfecta", según González Ramos. "Se encontró en medio de tres bucles. Uno de ellos Katia, que había sido un huracán que entró en Estados Unidos y después se dirigió a Europa. Pasó por encima de Silbo y tuvimos la enorme suerte de tratar de mostrarlo por primera vez en la historia de la oceanografía".

Con mucho interés también para los científicos, el minisubmarino cruzó la corriente del Golfo. "Tuvo que lidiar con corrientes que iban hacia el noreste como resultado de la del Golfo. En ocasiones se quedó prácticamente parado durante un tiempo en el mismo sitio", señaló el investigador de la ULPGC.

Los científicos de la Universidad grancanaria y la norteamericana trabajan ahora en la explotación de los datos que proporcionó Silbo en su travesía, que no podrían haber sido recogidos por un barco convencional. Además de los señalados, el análisis del área de las Azores, "una zona de gran trascendencia climática en el Atlántico Norte".