El 16 de junio es una fecha muy señalada para Gabriel Sánchez y Yolanda Herrera. Es el día en el que contrajeron matrimonio hace ya cuarenta y tres años y también el momento exacto en el que él comienza su metamorfosis. En esa precisa jornada Gabriel echa a un lado las cuchillas de afeitar y deja crecer su barba blanca. Un ritual con el que año tras año se inicia el proceso para que esta pareja que lleva junta medio siglo se transforme en Papá y Mamá Noel de cara a la Navidad.

Gabriel y Yolanda no se disfrazan de Papá y Mamá Noel. Es mucho más, como si Santa Claus de repente se hiciera real y hablara a través de sus labios y nos mirara a través de sus ojos. Todo comenzó hace quince años, cuando su hijo tenía 19 pascuas y le animó a representar al mítico personaje navideño en el colegio Fernando Guanarteme de Las Palmas de Gran Canaria. "Papá, con lo que te gustan a ti estas cosas, lo vas a flipar, me dijo. Y, sí, salí flipando..."

Gabriel es de esas personas a las que se le sale el corazón por la boca cuando habla. Su personaje le ha reportado momentos que tiene guardados en las esquinas del alma. "Recuerdo que la segunda o la tercera vez que me vestí una niña se me acercó y me pidió que quería conocer a una sirena. Yo le respondí de inmediato que no se preocupara, que yo creía en las sirenas y ella también, así que veríamos una sirena pensaran lo que pensaran los demás. Ella me dio un gran abrazo y regresó tan tranquila a su pupitre", rememora.

Cara y cruz de la realidad

Es curioso, pero ser un personaje que habita en el terreno de lo mitológico permite que Gabriel y Yolanda entren en contacto con la cara y la cruz de la realidad social de Canarias. Nuestro Papá Noel atlántico se siente orgullo del éxito que finalmente tuvo la recogida de alimentos de Casa Galicia. "Ayer fui", comenta en alusión al lunes, "y estaban llenos los palés, lo cual demuestra que hay una gran solidaridad en el pueblo canario".

Pero este mismo fin de semana se le saltaron las lágrimas, porque en el otro lado se sitúan las familias que peor lo están pasando, algo con lo que también se tropiezan Papá y Mamá Noel. "Me entró una llorera porque una niña me dio un papel donde decía que no quería nada porque no tenía dinero", se lamenta. Una anécdota menos amarga vivida en sus años de experiencia como hombre de los cachetes colorados la protagonizó una pequeña que tan sólo quería "disfrutar más de su familia".

Gabriel es como la gente se imagina que sería Papá Noel. Bonachón y con un espíritu desbordante. "Yo so y creyente y crecí aprendiendo que hay que hacer el bien a todo el mundo. Lo heredé de mi madre y yo soy de la política d que hay que ayudar a la gente. Y me alegra que todavía hay gente a la que ayudaba cuando trabajaba en la farmacia que me ve y me recuerda con mucho cariño. Estas son las cosas más importantes, creo yo", opina.

Como Papá y Mamá Noel que son, Gabriel y Yolanda han tenido y tienen una agenda de lo más apretada que les ha llevado a múltiples actos, incluido el multitudinario celebrado en San Gregorio (Telde) con la organización del Ayuntamiento, el Cabildo, Más Ilusiones y Series Soluciones, o la visita a la planta de paliativos del Hospital Doctor Negrín de la capital grancanaria, donde se desviven dando abrazos y repartiendo ánimos y sonrisas. Es su momento. "Estamos a piñón", reconocen estos amantes de la música que prestan sus voces a dos coros distintos.

Cuando llegue enero desaparecerá a blanca barba, pero el brillo mágico de Yolanda y Gabriel seguirá presente en el fondo de sus ojos, anunciando que en realidad tan sólo queda apenas un año para la siguiente Navidad.